Vocación y Consagración en la Iglesia: Laicos, Órdenes, Matrimonio y Vida Consagrada
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Vocación y Consagración en la Iglesia
1) Los Laicos en la Iglesia
Por laicos se entiende a todos los cristianos, excepto los miembros del orden sagrado y del estado religioso reconocido en la Iglesia. Son cristianos incorporados a Cristo por el bautismo, parte del Pueblo de Dios, participando de las funciones de Cristo como Sacerdote, Profeta y Rey. Realizan la misión del pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo, según su condición.
La vocación de los laicos es buscar el Reino de Dios en las realidades temporales, ordenándolas según Dios. Su iniciativa es crucial para que la doctrina y la vida cristiana influyan en lo social, político y económico.
2) El Orden Sagrado
La integración en los cuerpos de la Iglesia se realizaba mediante la ordinatio, un rito religioso y litúrgico de consagración. Hoy, 'ordinaria' se refiere al sacramento que incorpora al orden de obispos, presbíteros y diáconos, un don del Espíritu Santo que permite ejercer un 'poder sagrado' de Cristo a través de la Iglesia. La ordenación, también llamada consecratio, es un 'poner aparte' e 'investir' por Cristo. La imposición de manos del obispo con la oración consagratoria es el signo visible de esta consagración.
La Iglesia entera es un pueblo sacerdotal. Por el bautismo, todos participan del sacerdocio de Cristo, llamado 'sacerdocio común de los fieles'.
3) El Matrimonio Cristiano
Dios, que creó al hombre por amor, lo llamó al amor, vocación fundamental de todo ser humano. El amor mutuo entre hombre y mujer es imagen del amor de Dios. La Sagrada Escritura afirma que fueron creados el uno para el otro. La unión entre hombre y mujer se ve amenazada por la discordia, el dominio, la infidelidad y los conflictos. Para sanar las heridas del pecado, necesitan la gracia de Dios.
Los protagonistas del matrimonio son un hombre y una mujer bautizados, libres para casarse y que expresan su consentimiento libremente. 'Ser libre' implica no obrar por coacción y no estar impedido por ley natural o eclesiástica. El intercambio de consentimientos es indispensable para el matrimonio. Sin consentimiento, no hay matrimonio.
4) La Vida Consagrada
Los consejos evangélicos se proponen a todos los discípulos de Cristo. La perfección de la caridad implica, para quienes asumen la vida consagrada, la obligación de practicar la castidad en el celibato por el Reino, la pobreza y la obediencia. La profesión de estos consejos en un estado de vida estable reconocido por la Iglesia caracteriza la 'vida consagrada' a Dios.
La vida consagrada es una manera de vivir una consagración 'más íntima' que tiene su raíz en el Bautismo y se dedica totalmente a Dios. En ella, se entregan a Dios amado por encima de todo y persiguen la perfección de la caridad en el servicio del Reino, anunciando la gloria del mundo futuro.
5) Los Votos Religiosos
- Voto de Castidad: Signo del valor del reino de Dios, posible cuando el amor de Dios es tan fuerte que la persona siente que lo encuentra todo en él. No limita, sino que da oportunidad de amar sin límites.
- Voto de Pobreza: Renunciar a las riquezas y bienes, no poseer nada como propio. En la pobreza, el religioso encuentra seguridad al poner su vida en manos de Dios.
- Voto de Obediencia: Renunciar a la propia voluntad y aceptar estar a las órdenes de los superiores. Es un acto de adoración a Dios, un camino para la santificación personal y permite el buen funcionamiento de la comunidad religiosa.
6) Espiritualidad de Comunión
Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión es esencial para ser fieles al designio de Dios. La espiritualidad de la comunión implica una mirada del corazón, capacidad de sentir al hermano en la unidad del Cuerpo místico, ver lo positivo en el otro y saber 'dar espacio' al hermano. El nuevo siglo debe valorar y desarrollar los ámbitos e instrumentos que aseguran la comunión.
Los espacios de comunión deben cultivarse en la vida de cada Iglesia, entre obispos, presbíteros, diáconos, pastores y el Pueblo de Dios, clero y religiosos, asociaciones y movimientos eclesiales. La espiritualidad de la comunión da un alma a la estructura institucional, con una llamada a la confianza y apertura.
7) La Ley Moral
La ley moral es obra de la Sabiduría divina, una instrucción paternal de Dios. Prescribe los caminos que llevan a la bienaventuranza. La ley es una ordenación de la razón para el bien común. La ley natural es una participación en la sabiduría y bondad de Dios, base de los derechos y deberes fundamentales. Es inmutable y necesaria para las normas morales y la ley civil.
La Ley antigua es la primera etapa de la Ley revelada, resumida en los diez mandamientos, y una preparación al Evangelio. La Ley nueva es la gracia del Espíritu Santo recibida por la fe en Cristo, que opera por la caridad. Se expresa en el Sermón de la Montaña y utiliza los sacramentos para comunicar la gracia. La Ley evangélica cumple, supera y perfecciona la ley antigua. Es ley de amor, gracia y libertad.
8) La Gracia Divina
Por el poder del Espíritu Santo participamos en la Pasión de Cristo, muriendo al pecado, y en su Resurrección, naciendo a una vida nueva. Somos miembros de su Cuerpo, la Iglesia. La primera obra de la gracia es la conversión, que obra la justificación. La justificación libera del pecado, purifica el corazón, reconcilia con Dios y sana. Establece la colaboración entre la gracia de Dios y la libertad del hombre.
Nuestra justificación es obra de la gracia de Dios, un favor gratuito para responder a su llamada: ser hijos de Dios, partícipes de la naturaleza divina. La gracia es una participación en la vida de Dios, un don gratuito y habitual que Dios nos hace de su vida infundida por el Espíritu Santo en nuestra alma para sanarla del pecado y santificarla. La preparación para acoger la gracia es ya una obra de la gracia.
9) La Vida Moral
La vida moral es un culto espiritual. Ofrecemos nuestros cuerpos como una hostia viva en el Cuerpo de Cristo y en comunión con la Eucaristía. La liturgia y los sacramentos, plegaria y enseñanza, se conjugan con la gracia de Cristo para iluminar y alimentar el obrar cristiano. La vida moral tiene su fuente y cumbre en el Sacrificio Eucarístico.
El magisterio de los pastores de la Iglesia en materia moral se ejerce en la catequesis y la predicación, con la ayuda de teólogos y autores espirituales. Así se transmite el 'depósito' de la moral cristiana, compuesto de normas, mandamientos y virtudes que proceden de la fe en Cristo y están vivificados por la caridad. El Magisterio de la Iglesia anuncia a los hombres lo que son en verdad y lo que deben ser ante Dios. La ley de Dios, confiada a la Iglesia, se enseña a los fieles como camino de vida y verdad.