Vocabulario profesiones
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el que marcó el declive del Imperio napoleónico. En 1814, tras ser vencido en Rusia y en España, Napoleón abandonó el poder. A pesar de un efímero retorno, en 1815 fue derrotado en Waterloo y desterrado a la isla de Santa Elena, donde murió en 1821. En Francia y en toda Europa parecía inevitable la vuelta al Antiguo Régimen. Restauración, liberalismo y nacionalismo: La Europa de la Restauración: Los Estados vencedores de Napoleón se reunieron, entre 1814 y 1815, a propuesta del canciller austriaco Metternich, en el Congreso de Viena. Su objetivo era la restauración del absolutismo monárquico. Tras reponer a los monarcas en sus tronos, las cuatro grandes potencias remodelaron el mapa europeo, en su provecho y sin tener en cuenta las aspiraciones nacionales de los pueblos. Para ello, Francia volvió a sus fronteras de 1792 y el Imperio napoleónico se dividió entre los vencedores. Las decisiones del Congreso de Viena se completaron con la Santa Alianza (1815), un tratado de ayuda mutua entre los monarcas europeos ante cualquier amenaza de revolución liberal, que admitía el derecho de intervención militar. Para mantener el orden absolutista en Europa, las potencias acordaron reunirse en congresos periódicos. A pesar del aparente retorno al Antiguo Régimen, las ideas generadas por la Revolución francesa habían influido en muchos países europeos. Así, a partir de 1815, liberalismo y nacionalismo se convirtieron en las dos fuerzas de oposición a la Restauración. El liberalismo: El liberalismo es un sistema político que fundamenta la sociedad en el individuo. El Estado, por tanto, debe garantizar los derechos y las libertades fundamentales de las personas. El individuo libre es un ciudadano y el conjunto de ciudadanos constituyen la nación, que detenta la soberanía. El liberalismo propugna un sistema representativo en el que las decisiones emanan de una asamblea, elegida por sufragio, que elabora las leyes. También defiende la necesidad de una constitución que asegure la división de poderes para que éstos no sean nunca absolutos. El derecho de propiedad es formulado como una libertad fundamental y la economía se fundamenta en el mercado, En consecuencia, el Estado no debe intervenir en asuntos económicos. El nacionalismo: El nacionalismo es una ideología política que sostiene el derecho de los pueblos a decidir sobre ellos mismos y a defender su soberanía. Aunque hay diversas concepciones, se puede definir nación como un conjunto de individuos que poseen una serie de lazos culturales propios y que desean vivir en común. El nacionalismo se expandió a lo largo del siglo XIX en defensa de una Europa de naciones libres frente a la Europa de la Santa Alianza y de los imperios absolutistas. Los nacionalismos mostraron su voluntad de hacer coincidir Estado y nación, es decir, de reagrupar en el interior de unas mismas fronteras a los miembros de una comunidad nacional. Esta voluntad dio lugar al nacimiento de movimientos independistas en los imperios otomano y austrohúngraro y fue el origen de la lucha de italianos y
de alemanes por unificarse en un único Estado. Las revoluciones liberales y nacionales: La fuerza del liberalismo y del nacionalismo se demostró en tres grandes oleadas revolucionarias que, a partir de 1820, fueron desmoronando el sistema de la Restauración configurado en el Congreso de Viena. Las revoluciones de 1820: Hacia 1820, una serie de levantamientos liberales dirigidos por activistas, sobre todo militares, intentaron en diversos países acabar con el absolutismo y tomar el poder mediante insurrecciones armadas, pero fueron vencidos por la intervención de los ejércitos de la Santa Alianza. Sólo en Grecia, donde se unieron los intereses liberales con un fuerte movimiento patriótico, triunfó una insurrección contra el Imperio turco. En 1822 los griegos proclamaron su independencia, que se hizo efectiva en 1829 después de una cruel guerra. También resultaron victoriosos los movimientos de las colonias españolas de América continental, que, entre 1808 y 1825, se enfrentaron a la metrópoli, se declararon independientes e impusieron regímenes liberales en las nuevas repúblicas. Las revoluciones de 1830: La segunda oleada revolucionaria se produjo en Europa central y occidental, entre 1829 y 1835, y su extensión y repercusiones fueron mucho mayores. En esta ocasión, las insurrecciones contaron con un importante apoyo popular y, donde triunfaron, significaron la sustitución del absolutismo por sistemas políticos constitucionales, en los que la burguesía detentaba el poder. Ahora bien, se trataba de un liberalismo conservador, en el que el sufragio era censitario y se limitaban las libertades públicas. El movimiento se inició en Francia, donde, en julio de 1830, se derrocó al monarca absoluto Carlos X de Borbón y se proclamó una monarquía de corte liberal en la persona de Luis Felipe de Orleans. También en Bélgica triunfó la revolución, se estableció un sistema liberal y se independizó de Holanda, a la que había sido unida en 1815. En 1831 estalló una revuelta en Polonia, que fue duramente reprimida por el zar de Rusia. En 1832, en Gran Bretaña, se consiguió una ampliación de los derechos políticos. Finalmente, en España, entre 1833 y 1839, se produjo el paso a un sistema político liberal. La primavera de los pueblos(1848): En Europa occidental, la revolución de 1848 significó la aparición de los ideales democráticos: sufragio universal, soberanía popular, igualdad social; y también el surgimiento de los trabajadores como fuerza política. Como en otras ocasiones, la revolución se inició en Francia. En febrero, un levantamiento popular acabó con la monarquía de luis Felipe de Orleans y se proclamó la república social y el sufrafrio universal. En la Europa oriental, la lucha fue esencialmente contra los regímenes absolutistas y la dominación imperial austriaca. De este modo, la revuelta tuvo un carácter liberal en Viena, donde la revolución obligó al canciller Metternich a dimitir, y nacionalista en numerosos pueblos de Hungría, Bohemian, el Norte de Italia y la Confederación germánica, que se levantaron contra los imperios. Aunque la mayoría de estas revoluciones fueron