Visiones Filosóficas del Ser Humano: De Platón a Foucault
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Platón: Dualidad y Trascendencia
Para Platón, existe una esencia en las cosas, una esencia eterna y divina que reside en el mundo de las formas o de las ideas. Esta idea del hombre es el origen del ser humano sensible. La dualidad del hombre se manifiesta en la división entre cuerpo y alma. Para Platón, la idea del hombre es más real que el ser humano sensible, de carne y hueso. El alma, de origen divino, debe reencarnarse hasta su purificación, liberándose así de la cárcel del cuerpo, una carga de la cual hay que desprenderse.
Aristóteles: Unidad e Inmanencia
Aristóteles, discípulo de Platón, concibe al ser humano de manera diferente. Para él, la cosa sensible, llamada sustancia primaria, es real. Esta sustancia está compuesta de cuerpo y alma, ninguno de los cuales puede existir sin el otro. Su concepción es, por tanto, inmanentista. Aristóteles define al hombre como un animal político, diferenciándose del resto de los animales por su capacidad de discutir y resolver los asuntos de la ciudad para el bien común. En la Grecia antigua, no todos podían participar en los asuntos políticos, solo los hombres de poder y dinero.
La Concepción Judeo-Cristiana
La concepción judeo-cristiana, expresada en la Biblia, afirma que Dios existió siempre y creó el cielo, la tierra, el universo y los seres vivos. Los hombres fueron creados a semejanza de Dios. Adán y Eva, los primeros hombres, vivieron en el paraíso con el creador hasta que cometieron un acto prohibido y fueron expulsados del Edén, perdiendo la inmortalidad. En la doctrina cristiana, los seres humanos recuperan la inmortalidad del alma gracias al sacrificio de Jesucristo. El hombre está conformado por un cuerpo mortal y un alma inmortal. El cuerpo, especialmente en la Edad Media, era considerado fuente de pecado, y los placeres corporales ofendían a Dios.
Marx: El Trabajo y la Alienación
Para Marx, lo que distingue al hombre de los animales es el trabajo y la capacidad de usar la razón y la imaginación para transformar la naturaleza. Sin embargo, en el capitalismo, el obrero no produce algo nuevo, sino que repite la misma tarea rutinaria durante largas horas. Esto lleva a la alienación del ser humano, que se ve privado de su voluntad y deseo. El obrero solo se siente consigo mismo fuera del trabajo, mientras que en el trabajo se siente ajeno a sí mismo, como un animal. Marx soñaba con un mundo donde el trabajo y la vida fueran fuentes de felicidad.
Nietzsche: La Muerte de Dios y el Superhombre
Nietzsche proclama que Dios ha muerto, refiriéndose no solo al dios cristiano, sino a cualquier ente superior. Esta crítica a la religión y a la filosofía occidental propone que el hombre debe ser fiel a la tierra y crear su propio sentido del mundo. El superhombre es aquel que puede destacar y ser único e irrepetible.
Martin Buber: El Diálogo y el Encuentro
Martin Buber desarrolló una filosofía del diálogo y del encuentro entre los seres humanos. En su obra Yo y Tú, concibe al hombre no como un ser individual, sino como un ser que solo puede pensarse en relación con los otros. Buber establece dos tipos de relaciones: yo-ello, que es una relación utilitaria, y yo-tú, que es una relación de persona a persona basada en el respeto y la valoración mutua. Buber señala que las relaciones humanas comienzan siendo yo-tú, pero la rutina las desgasta y las convierte en relaciones yo-ello.
Albert Camus: El Absurdo y la Indiferencia
Albert Camus, a través de la historia de Mersault en El Extranjero, explora el absurdo de la existencia y la indiferencia del ser humano ante la muerte y las convenciones sociales. Mersault, tras la muerte de su madre, muestra una notable indiferencia, lo que lo lleva a ser juzgado no solo por su crimen, sino por su falta de emociones. Para Camus, el ser humano en el capitalismo reprime sus placeres y vive bajo la culpa y la moral del trabajo, donde el instinto de muerte predomina sobre el instinto de vida.
Michel Foucault: Vigilancia y Disciplina
Según Foucault, las sociedades modernas se han vuelto vigiladoras y disciplinarias. Desde la escuela, el primer aparato de encierro, se vigila al niño para sujetar sus fuerzas y su imaginación, controlando sus movimientos para hacerlo útil y productivo al sistema capitalista. Se modela su cuerpo y se endurece su corazón, preparándolo para el mundo de la fábrica. Las anormalidades son subsanadas en el hospital o la cárcel.