La virgen con el canónigo van der paele
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Virgen del Canciller Rolin
Autor:Jan Van Eyck Fecha:1435 Museo:Museo Nacional del Louvre Carácterísticas:66 x 62 cm. Material:Oleo sobre tabla Estilo:Pintura Flamenca. El fruto de esta fama personal es esta Virgen, que todavía hoy no se sabe si era un monumento más a su orgullo o un intento de borrar su mala fama con una obra piadosa. Rolin está retratado por Van Eyck nada menos que de igual a igual con la propia Virgen María. Ni siquiera están en una iglesia, sino en una loggia de un castillo, abierto a un maravilloso paisaje. Decimos que el canciller está rezando ante María, pero nada indica su fervor religioso, excepto que se encuentra arrodillado. Su mirada es la de una profunda satisfacción de sí mismo, y fija los ojos en el Niño, casi desafiante. Esta igualdad, esta cercanía promiscua con las figuras divinas, eran escandalosas para la época, y resulta obvio que el canciller se está haciendo un monumento a sí mismo, más que rindiendo homenaje a la Virgen. Por otro lado, el tipo de la Virgen es propio de Van Eyck, con un ángel coronándola, mostrando al Niño en la actitud de María = trono de Dios. En los capiteles de las columnas podemos reconocer diversas escenas del Antiguo Testamento: Adán y Eva expulsados del Paraíso, Caín y Abel, la Borrachera de Noé. Respecto al hermoso paisaje del fondo, algunos han reconocido ciertos edificios, creyendo que se trataba de la ciudad de Brujas, Lieja, Utrecht, Lyon, Maastricht, Génova... No es ninguna de ellas y son todas a la vez. Van Eyck visitó todos estos lugares en misiones secretas para el duque Felipe el Bueno y realiza la ciudad ideal a partir de sus recuerdos de todas ellas.
Virgen del canónigo Van der Paele
Autor:Jan Van Eyck Fecha:1436 Museo:Museo Groeninge de Brujas Carácterísticas:122,1 x 157,8 cm. Material:Oleo sobre tabla Estilo:Pintura Flamenca
Este es el cuadro que debería haber sido la Virgen del Canciller Rolin. El cliente es un canónigo de edad avanzada, muy rico y poderoso, que quiere retratarse de igual a igual con la Virgen y sus santos protectores, pero que ha de ceder a las normas de etiqueta: está presentado por un santo, arrodillado ante María y con un gesto de sumisión del que carece el violentamente soberbio Canciller Rolin. Van Eyck hace gala de su extremado Realismo que causó furor entre su clientela: sus retratados eran fielmente ellos mismos, sin elegancias ni idealizaciones. El canónigo está a punto de morir, tras diez años de grave enfermedad. Las trazas de la enfermedad se advierten en su rostro colapsado, que trasluce una poderosa personalidad. El religioso se llama Jorio van der
Paele; Jorio significa Jorge, por lo que es su patrono quien le presenta a la Virgen. San Jorge viste su reluciente armadura. Se comporta como un caballero en un salón de recepciones reales. Se quita con galantería el casco y nada en su actitud refleja un sentimiento religioso. Su presencia parece intimidar al Niño Jesús, sorprendentemente avejentado. Su mirada y su gesto grave indican el destino superior al que el bebé está orientado. Al otro lado tenemos un arzobispo, solemnemente vestido. Lleva una rueda de carro con cinco velas encendidas: es el símbolo de su martirio, pues le arrojaron a un río para ahogarlo pero se salvó milagrosamente por la aparición de esta rueda, a la que se agarró. Así pues, se trata del arzobispo Donaciano, patrón de la iglesia para la que el canónigo van der Paele encargó el cuadro junto con otras obras. En el contexto de la escena, otras imágenes y signos dotan de múltiples niveles la lectura del cuadro: las esculturillas del trono, con Sansón y el león, y Caín matando a Abel. En los extremos están los escudos de armas de van der Paele y de su madre, la familia Carlijns.
Paele; Jorio significa Jorge, por lo que es su patrono quien le presenta a la Virgen. San Jorge viste su reluciente armadura. Se comporta como un caballero en un salón de recepciones reales. Se quita con galantería el casco y nada en su actitud refleja un sentimiento religioso. Su presencia parece intimidar al Niño Jesús, sorprendentemente avejentado. Su mirada y su gesto grave indican el destino superior al que el bebé está orientado. Al otro lado tenemos un arzobispo, solemnemente vestido. Lleva una rueda de carro con cinco velas encendidas: es el símbolo de su martirio, pues le arrojaron a un río para ahogarlo pero se salvó milagrosamente por la aparición de esta rueda, a la que se agarró. Así pues, se trata del arzobispo Donaciano, patrón de la iglesia para la que el canónigo van der Paele encargó el cuadro junto con otras obras. En el contexto de la escena, otras imágenes y signos dotan de múltiples niveles la lectura del cuadro: las esculturillas del trono, con Sansón y el león, y Caín matando a Abel. En los extremos están los escudos de armas de van der Paele y de su madre, la familia Carlijns.