El triunfo del inmovilismo: La crisis de la dictadura y el auge del antifranquismo
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El triunfo del inmovilismo
Las diferencias entre aperturistas e inmovilistas estallaron públicamente en 1969 a raíz del escándalo Matesa, una empresa que protagonizó un fraude financiero y las denuncias por corrupción implicaron a algunos altos cargos del régimen. Los inmovilistas culparon a la apertura informativa de la Ley de Prensa de haber desprestigiado el régimen y los tecnócratas fueron expulsados del gobierno. Carrero Blanco restringió la Ley de Prensa y aumentó la represión. De este modo, el Estado de excepción (1969 y 1970) se convirtió en un recurso frecuente ante las huelgas y el naciente terrorismo. El Consejo de guerra en Burgos (1970), con la petición del fiscal de 6 penas de muerte contra militantes de ETA, hizo estallar las protestas populares e internacionales, pero ello no supuso ningún giro político, pues Franco siguió recurriendo a la represión de la oposición y se reforzaron las posiciones inmovilistas del régimen.
Conflictividad social y oposición política
Los movimientos sociales de oposición
Las huelgas y reivindicaciones de los trabajadores fueron la principal oposición al régimen desde 1960, aumentando los conflictos laborales. Las autoridades franquistas actuaban contra toda protesta con métodos represivos. Estas huelgas produjeron un nuevo sindicalismo. En 1964 nació Comisiones Obreras (CCOO), un sindicato que impulsaba la libertad sindical, derechos civiles, etc. A partir de 1967 un grupo de sindicalistas vinculado a las Juventudes Obreras Cristianas se separó de CCOO y fundaron la Unión Sindical Obrera (USO). La protesta estudiantil se consolidó a partir de 1960, sobre todo en Madrid y Barcelona, creando sindicatos democráticos de estudiantes. La difusión de los postulados reformistas del Concilio Vaticano II propiciaron que dentro de la Iglesia católica se expandieran actitudes antifranquistas entre los sacerdotes jóvenes, y una parte de la jerarquía eclesiástica se distanció del régimen. La reivindicación democrática también llegó al ejército, donde un grupo de oficiales creó la Unión Militar Democrática (UMD).
La oposición política
La extensión de una conflictividad social impulsó el crecimiento y la recomposición de la oposición política al franquismo. A pesar de su ilegalidad, los partidos de izquierdas se reactivan. El Partido Comunista de España (PCE), dirigido por Santiago Carrillo, era el de mayor implantación social, al que hay que sumar el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). La Democracia Cristiana contaba con líderes como José María Gil Robles y Joaquín Ruiz-Giménez. En 1962 participaron en el Congreso del Movimiento Europeo, donde se reunieron las diferentes oposiciones del régimen para reivindicar la necesidad de una España democrática, y que el franquismo calificó como el "contubernio" de Munich. Los partidos nacionalistas, como Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) y el Partido Nacionalista Vasco (PNV) resurgieron. En 1974 nació Convergencia Democrática de Cataluña (CDC), dirigido por Jordi Pujol, y en el País Vasco apareció el grupo terrorista ETA en 1959.
La crisis de la dictadura
La crisis política del régimen
En 1973, Luis Carrero Blanco fue nombrado presidente del gobierno, convirtiéndose en la persona clave de unir las fuerzas franquistas y de asegurar la continuidad del régimen tras morir el dictador. Estos planes quedaron truncados en diciembre de ese mismo año cuando fue asesinado por ETA en un atentado en Madrid. A partir de ese momento se produce una fractura entre quienes apuestan por la permanencia del régimen (inmovilistas o "búnker"), y quienes defendían la necesidad de un cambio progresivo creando asociaciones políticas dentro del Movimiento (aperturistas). En enero de 1974 se formó un gobierno presidido por Carlos Arias Navarro. Con el llamado "espíritu del 12 de febrero" se anunció una nueva Ley Municipal que permitiese la elección de los alcaldes y las diputaciones provinciales, y una nueva ley sobre asociaciones políticas. Los sectores ultraderechistas denunciaron el inminente peligro de destrucción del régimen y forzaron una nueva dinámica en la que, con Franco enfermo, el gobierno de Arias Navarro se decantó hacia el inmovilismo. La falta de reformas hizo que los ministros aperturistas saliesen del gobierno, demostrándose la incapacidad del régimen para democratizarse desde dentro.
El auge del antifranquismo
A partir de 1973 la protesta obrera y estudiantil aumentó considerablemente y los grupos de oposición promovieron la creación de organismos unitarios para reivindicar la democratización del país e impedir la continuidad del franquismo. En 1971 se creó la Asamblea de Cataluña, que agrupaba toda la oposición catalana. Entre 1974 y 1975 se constituyen diferentes plataformas políticas que agrupan desde el PCE a personalidades de la derecha democrática, que acaban uniéndose en la Coordinación Democrática en 1976. En los últimos años de la dictadura se recrudeció la violencia política. ETA incrementó sus atentados y apareció un terrorismo ultraizquierdista (FRAP y GRAPO). En 1974 fue ejecutado el anarquista Puig Antich, al año siguiente un decreto-ley antiterrorista instauró un Estado de excepción permanente, y en septiembre fueron ejecutados cinco activistas de ETA y del FRAP.
La muerte del dictador
La enfermedad de Franco se agravó entre 1974 y 1975. El conflicto del Sáhara surge porque este territorio, rico en fosfatos, era ambicionado por Argelia, Mauritania y Marruecos. En 1973, los saharauis crearon el Frente Polisario, una formación nacionalista que abogaba por la independencia. España aceptó la descolonización y permitió un referéndum de autodeterminación en el territorio, pero el rey Hassan II de Marruecos, con apoyo norteamericano, organizó la Marcha Verde, una invasión pacífica que movilizó a miles de civiles. Ante el peligro de conflicto bélico con Marruecos, el 14 de noviembre se firmó el Acuerdo de Madrid, que suponía la entrega del Sáhara a Marruecos y Mauritania. Franco falleció el 20 de noviembre de 1975, dejando un régimen anacrónico y en profunda crisis.