Transformación social en el siglo XIX: Auge de la burguesía y formación del proletariado
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Los cambios sociales en el siglo XIX
La revolución política e industrial acabaron con la sociedad estamental del Antiguo Régimen, imponiendo una nueva sociedad de clases donde las personas se diferenciaban por sus méritos, su trabajo y su riqueza. En esta nueva sociedad, la burguesía se consolidó como grupo dominante, y los obreros, como grupo dominado. La nobleza perdió sus privilegios, pero conservó una parte de su poder al integrarse en la clase adinerada gracias a sus propiedades y a los cargos diplomáticos y militares que desempeñaba, sobre todo en el sur y este de Europa. El campesinado, por su parte, siguió siendo mayoritario.
La nueva clase dominante: la burguesía
La burguesía fue el grupo social ascendente. Accedió al poder político, se enriqueció y formó parte de la élite cultural e intelectual gracias a su formación en estudios medios y universitarios. Impuso su ideología, basada en la valoración del trabajo, el éxito personal, el aprecio por la familia y las formas de trato refinadas. Existían diferencias:
- La alta burguesía incluía a rentistas que vivían de sus propiedades, grandes industriales y comerciantes, y hombres de negocios. Muchos de ellos acabaron adoptando un modo de vida aristocrático y buscaron ennoblecerse comprando títulos nobiliarios.
- La burguesía media estaba integrada por funcionarios estatales y profesionales liberales, como abogados, ingenieros o profesores.
- La baja burguesía incluía a pequeños comerciantes y artesanos, que se diferenciaban de los grupos populares por poseer propiedades, aunque muchas veces su nivel de vida llegó a ser muy semejante.
La nueva clase dominada: el proletariado
El proletariado era un nuevo grupo social constituido por los trabajadores asalariados de las industrias. Sus miembros eran, en muchos casos, campesinos que habían emigrado a las ciudades. En los inicios de la industrialización, su situación fue muy dura, ya que no existía una legislación que frenase los abusos de los patronos.
- Las condiciones laborales de los obreros industriales eran penosas. El trabajo duraba entre 14 y 16 horas diarias, en fábricas llenas de ruido y contaminación, bajo una estricta disciplina y sin seguridad ante enfermedades. Los salarios eran muy bajos, especialmente para las mujeres y los niños.
- La vida de los obreros era miserable. Se instalaron en barrios junto a las fábricas que carecían de las mínimas condiciones higiénicas y sanitarias, y que no estaban preparados para acoger a muchas personas. Debido a esto, los barrios estaban infestados de enfermedades y epidemias. Los obreros sufrieron un deterioro psíquico, dando pie al alcoholismo, la prostitución y el deterioro de la vida familiar.
El movimiento obrero, el socialismo y la Primera Internacional
El movimiento obrero
- En sus inicios, el movimiento obrero promovió actos violentos y destrucciones de máquinas (ludismo), a las que culpaban de la pérdida de su trabajo y de los bajos salarios. De forma paralela, los obreros fundaron sociedades de socorros mutuos.
- En fechas posteriores, se crearon sindicatos o asociaciones obreras. Sus objetivos eran la mejora de las condiciones laborales y algunas reivindicaciones políticas, como el sufragio universal.
Las primeras asociaciones obreras surgieron en Gran Bretaña, donde se llamaban Trade Unions.
El socialismo y el anarquismo
La crítica al capitalismo originó dos ideologías:
- El socialismo fue formulado por Marx y Engels. Su objetivo era acabar con la propiedad privada, causante de la división social. Para conseguir su objetivo, era necesaria una revolución protagonizada por el proletariado.
- El anarquismo tenía como objetivo lograr la máxima libertad individual, luchando contra todo lo que la limitase. Para conseguir este objetivo, Bakunin proponía una revolución protagonizada por todos los sectores sociales oprimidos. Tras su triunfo, se aboliría de forma inmediata el Estado y se sustituiría por comunas.
La Primera Internacional
En 1864 se fundó en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT). En ella se integraron los sindicatos de diversos países con los socialistas y anarquistas para luchar a nivel internacional contra el capitalismo. Sin embargo, fracasó por las disputas internas. Los marxistas eran partidarios de que los obreros pudieran formar partidos políticos, presentarse a las elecciones y mejorar su situación desde el poder. Los anarquistas, en cambio, eran partidarios de un sindicalismo revolucionario que promoviese la huelga general para favorecer la revolución. Los anarquistas fueron expulsados de la AIT en 1872.