Transformación Social y Estado de Bienestar en el Capitalismo Occidental (1950-1960)

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El Cambio Social y la Sociedad de Consumo

Las consecuencias sociales de la prolongada etapa de expansión y bienestar económico que vivió el mundo capitalista occidental durante los años 50 y 60 fueron inmensas. Se produjeron grandes flujos migratorios del campo a la ciudad y de las regiones pobres a las ricas. El campo se despobló y las ciudades crecieron a un ritmo mayor. La población con estudios medios y superiores aumentó extraordinariamente. Las universidades se multiplicaron y, por primera vez, pudo hablarse de una educación universitaria de masas.

Además, el papel desempeñado por las mujeres cambió radicalmente. La entrada masiva de mujeres casadas (o sea, en buena medida, de madres) en el mercado laboral fue un fenómeno totalmente nuevo y revolucionario.

La vida cotidiana de la población se transformó completamente. Una gran variedad de productos, que antes no existían o se consideraban un lujo al alcance de una pequeña minoría, se convirtieron en algo asequible para la mayoría, de uso corriente (automóviles, teléfonos, discos, etc.). El turismo, antes restringido a unos pocos privilegiados, se convirtió en un fenómeno masivo. Era la llamada sociedad opulenta.

El Estado de Bienestar

Muchos de estos cambios se produjeron con la ayuda de los gobiernos que, como hemos visto, intervinieron de forma creciente en múltiples campos de la vida de sus respectivos países. Una de las facetas en las que la intervención del Estado destacó fue en los programas de bienestar y seguridad social.

El Estado benefactor, o Estado providencial, se desarrolló en Occidente a partir de 1945. Se basaba en la idea de que el Estado debía promover una mayor justicia social protegiendo a los más desfavorecidos o, dicho de otra manera, protegiendo a todos los ciudadanos ante el infortunio (el desempleo, la enfermedad, etc.). En definitiva, el Estado del bienestar debía garantizar unos derechos al individuo que se consideraban básicos, como el derecho a la educación y a la sanidad.

En algunos países capitalistas, el gasto del Estado en bienestar social superó el 60% del gasto público, y la calidad de vida de gran parte de la sociedad europea mejoró de forma evidente. Un ejemplo muy claro de este tipo de políticas lo encontramos en la actuación de los gobiernos laboristas de Gran Bretaña o en la Francia del general De Gaulle; pero, sobre todo, en *Serbia*, donde se alcanzaron unas elevadas cotas de justicia social y redistribución de la riqueza entre la mayoría de la población. (Nota: Es probable que haya un error en el original y se refiera a Suecia o a un país escandinavo, conocidos por sus políticas de bienestar).

Uno de los rasgos característicos de la prosperidad que proporcionó a Occidente este tipo de políticas *internacionalistas* (Nota: Probablemente se refiere a políticas *intervencionistas*) fue el pleno empleo. El índice medio de paro en Europa Occidental durante la década de los 60 se situó en tan solo el 1,5%, y en Japón fue aún inferior (1,3%).

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