Transformación Industrial y Cambios Globales: De la Fábrica al Crecimiento Urbano
La Revolución Industrial: Un Cambio Transformador
La industrialización comenzó en Gran Bretaña en el último tercio del siglo XVIII, extendiéndose luego por toda Europa. En su primera fase, destacaron dos sectores: la industria textil y la siderurgia.
La Fábrica y la Mecanización
Hasta el siglo XVIII, las manufacturas se elaboraban en pequeños talleres artesanos dispersos. Los artesanos trabajaban manualmente, sin máquinas, controlando su propio ritmo de trabajo. A partir de finales del siglo XVIII, los talleres fueron reemplazados por fábricas, donde los obreros utilizaban máquinas impulsadas por vapor, como la máquina de vapor inventada por James Watt en 1769.
La aparición de las fábricas tuvo dos consecuencias principales:
- Concentración de las actividades industriales en lugares específicos.
- Modificación de la organización del trabajo: especialización de los obreros en tareas específicas (división del trabajo), horarios fijos y ritmo de trabajo impuesto por la máquina.
La división del trabajo aumentó la productividad, redujo los costos de fabricación y los precios de los productos, haciéndolos accesibles a la mayoría de la población.
La Industria Textil Algodonera
La industria textil algodonera fue pionera en la integración de innovaciones técnicas. El algodón, proveniente de las colonias a bajos precios, impulsó la mecanización. En 1800, miles de personas trabajaban en el hilado y tejido de algodón con máquinas como el telar mecánico. Los textiles británicos, baratos y de buena calidad, inundaron los mercados mundiales.
La Revolución de los Transportes
El rápido crecimiento industrial demandó nuevos medios de transporte. Los antiguos medios eran lentos y con poca capacidad. En el siglo XIX, aparecieron el barco de vapor y el ferrocarril.
El Esplendor de la Navegación
En 1807, Robert Fulton impulsó la primera línea comercial con barcos de vapor. Aunque inicialmente lentos, los barcos de vapor evolucionaron con cascos de hierro y hélices, superando a los veleros. La navegación a vapor se hizo más segura, regular y rápida. Las flotas se especializaron, y en 1870 llegó el primer barco con cámaras frigoríficas a América, permitiendo transportar perecederos a grandes distancias. La apertura del Canal de Suez en el siglo XIX redujo significativamente las distancias marítimas.
La Era del Ferrocarril
A pesar de mejoras en las carreteras, el transporte terrestre seguía siendo lento e inseguro. La invención del ferrocarril cambió esto. El ferrocarril combinó la máquina de vapor y el hierro. En 1814, George Stephenson construyó la primera locomotora de vapor para transportar cargas en minas. En 1825, se inauguró la primera línea de ferrocarril de carga en Inglaterra, y en 1830, la primera línea para pasajeros entre Liverpool y Manchester. El ferrocarril se expandió rápidamente, acelerando la industrialización y dando lugar a líneas intercontinentales como el Transiberiano.
Consecuencias de la Revolución de los Transportes
Los nuevos transportes tuvieron un fuerte impacto económico y social:
- Crecimiento del comercio por la reducción de tiempos y costos de transporte.
- Especialización de la economía mundial: países industrializados producían manufacturas y las colonias materias primas.
- Mejora de la dieta por el transporte de alimentos perecederos.
- Facilitación de la emigración a otros países y continentes.
Cambio Social y Demográfico en el Siglo XIX
La Revolución Industrial también fue un proceso de cambio social, con un acelerado crecimiento de la población y grandes migraciones a ciudades y colonias.
El Acelerado Crecimiento Demográfico
El aumento de población del siglo XVIII se intensificó en el XIX, alcanzando Europa más de 400 millones de habitantes en 1900. Las causas fueron:
- Descenso brusco de la mortalidad por avances médicos, mejoras en higiene y alimentación (alcantarillado, hospitales, etc.), aumentando la esperanza de vida de 35 a 50 años y reduciendo la mortalidad infantil.
- Incremento de la fecundidad por mejores expectativas económicas, llevando a matrimonios más jóvenes y más hijos. Aunque en algunos países, como Francia, se empezó a controlar la natalidad.
Las Migraciones a las Ciudades
La mecanización agrícola y la concentración de la producción en ciudades llevaron a muchos campesinos a migrar. En el siglo XIX, hubo un intenso proceso de urbanización en Europa: de un 10% de población urbana en 1800 a un 40% a finales del siglo. El número y tamaño de las ciudades crecieron. En 1800, ninguna ciudad superaba el millón de habitantes, pero al finalizar el siglo, ya eran 12. Ciudades como Manchester y Liverpool prosperaron por las fábricas, y otras como Marsella por el comercio.
La migración fue rápida y sin planificación, llevando a un crecimiento desordenado de las ciudades. Los pobres vivían hacinados en viviendas precarias cerca de las fábricas, sin servicios básicos y con aire contaminado. En la segunda mitad del siglo XIX, se planificaron nuevos barrios, los ensanches, con mejores viviendas y servicios, donde vivían la burguesía y las clases medias.