Teatro del siglo XX: Del Épico al Absurdo

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El Teatro Épico

La situación política de las primeras décadas del siglo XX inclinó a muchos autores a dar a su teatro un cariz social, reflejando los dramáticos problemas de la clase obrera y sus aspiraciones a una sociedad no corrompida por la división de la riqueza impuesta por la burguesía. Encontramos la figura de Bertolt Brecht, quien pensaba que el teatro debe ser consecuente con el momento histórico que se vive. Por esa razón, para Brecht el teatro contemporáneo debía ser racional, científico, preciso y objetivo.

Sus obras están marcadas por la crítica social de índole marxista, expresada por medio de parábolas. Sin embargo, la enseñanza nunca es evidente, sino que debe ser extraída por el espectador.

Para lograr esto, Brecht inventó lo que llamó el método de distanciamiento:

  • Escenografía antirrealista.
  • Interpretación y gesticulación exageradas.
  • Se cuenta de antemano lo que sucederá para que el espectador no se deje arrastrar por la intriga del argumento y solo atienda a las causas que provocan el conflicto.
  • Se rompe la acción mediante canciones.
  • Se introducen en escena carteles que subrayan algunas ideas importantes.
  • Uno de los actores se convierte en juez de la trama.
  • A veces impone finales felices no coherentes con su desarrollo.

Temas:

  • La sociedad y la vida definidas por una lucha constante determinada por el enfrentamiento entre el bien y el mal.
  • El mundo dominado por la explotación de los más débiles, el dinero y el abuso de poder.
  • La ciudad como espacio de enfrentamiento donde convergen el sufrimiento, la violencia...

Obras: La ópera de tres cuartos y Madre Coraje y sus hijos.

El Teatro del Absurdo

Nace en la década de los cincuenta en París, de la mano de tres autores no franceses: Eugène Ionesco, Samuel Beckett y Fernando Arrabal. Muchos de sus presupuestos ya estaban presentes anteriormente, como la preocupación existencial, la exploración de lo ilógico o la intención provocadora de las obras. Lo novedoso está en que esos tres elementos mezclados tratan ahora de responder a un hecho histórico determinante: la Segunda Guerra Mundial.

La concepción del mundo que se ve en las obras nos muestra al hombre perdido en un mundo absurdo: la soledad y la incomunicación de las ciudades, la visión delirante de la moral, el paso del tiempo y la falta de esperanza. La vida es sentida como una burla trágica, como una broma pesada.

La concepción escénica trata de reflejar lo absurdo de la realidad:

  • Situaciones y escenografía que rompen cualquier idea lógica.
  • Personajes incoherentes y sin objetivos vitales.
  • Mezcla de lo ridículo y lo trágico, de la angustia y la burla.
  • Ausencia de una trama definida, simplemente el mundo ocurre.
  • Lenguaje con frases inconexas, incoherencia o verborrea incontrolada.

(Ejemplos: La cantante calva de Ionesco, Esperando a Godot de Beckett).

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