El Teatro Español Antes de la Guerra Civil: Innovaciones y Tradiciones

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El teatro anterior a la Guerra Civil

A principios del siglo XX predominaba en España un teatro comercial anticuado, alejado de las innovaciones dramáticas de otros países. Al teatro pseudo-romántico de José de Echegaray le siguió la alta comedia de Jacinto Benavente, centrada en una visión levemente irónica de la alta burguesía. Benavente comenzó escribiendo obras de intención innovadora, como El nido ajeno, pero el fracaso económico le llevó a seguir los gustos comerciales, creando un modelo teatral que dominaría la primera mitad del siglo. Su obra más importante es Los intereses creados.

Hubo también un teatro cómico de carácter costumbrista, menos elaborado, en el que se incluía música y baile, cuya comicidad se basaba en el chiste fácil y la burla hacia formas de hablar regionales. En ese teatro incluimos géneros como el sainete de los hermanos Álvarez Quintero (El genio alegre), la tragicomedia grotesca de Carlos Arniches (La señorita de Trevelez) o el astracán de Pedro Muñoz Seca, mucho más disparatado (La venganza de don Mendo).

Por último, también gozaron de cierto éxito varias obras de teatro en verso de estilo modernista, excesivamente retóricas, entre cuyos autores destacan los hermanos Machado (La Lola se va a los puertos).

Intentos de renovación

Frente a este teatro comercial, varios autores del 98 como Unamuno y Azorín, y de las vanguardias como Gómez de la Serna o Jacinto Grau, intentaron renovar la dramaturgia española, aunque no lograron el favor del público y fracasaron. Quienes sí lograron una obra innovadora de gran influencia posterior fueron Ramón María del Valle-Inclán y Federico García Lorca.

Las primeras obras de Valle están influenciadas por el modernismo. Pero en su ciclo mítico, al que pertenecen las Comedias bárbaras, ya se aprecia una fuerte voluntad de innovación que culmina con Divinas palabras (1920), obra poblada por seres irracionales y monstruosos, llenos de avaricia y lujuria. En esta obra ya se aprecian los rasgos de la máxima aportación artística de Valle-Inclán: el esperpento.

Características del esperpento

El esperpento consiste en la deformación sistemática y grotesca de la realidad y de sus personajes, quienes son observados por el autor desde arriba. Sin embargo, esa deformación se aplica a situaciones cercanas a la tragedia, intentando mostrar el contraste entre el dolor que sufrían los miembros de la sociedad española y su escasa dignidad humana. Un contraste tan extremo que solo podía expresarse a través de lo grotesco.

Entre los rasgos formales del esperpento se encuentra la caricaturización burlesca de los personajes, la personificación de animales y objetos, o un elaborado juego de luces y sombras deformantes y expresionistas. Además, el lenguaje de Valle presenta una gran riqueza léxica y expresiva: hasta las acotaciones tienen una gran calidad literaria. Dentro del ciclo esperpéntico se encuentra la trilogía Martes de Carnaval y la obra Luces de Bohemia, en la que el poeta ciego Max Estrella, guiado por don Latino de Híspalis, deambula por las calles nocturnas de Madrid intentando cobrar por un texto suyo. En su paseo encontrarán todo tipo de gentes (poetas, anarquistas, políticos) hasta que el poeta muere de frío en la puerta de su casa y es abandonado por su acompañante.

Federico García Lorca y su fusión de estilos

El otro gran renovador del teatro de principios de siglo es Federico García Lorca, quien buscaba la fusión entre la innovación formal y el gusto popular. Para ello, creía necesario mostrar primero el teatro clásico a las clases populares, y creó con esa intención la compañía itinerante La Barraca.

Lorca persigue un espectáculo total en el que se combine la palabra, la música, la danza y la escenografía, y en el que se combine la tradición con las vanguardias. En un principio se decantó por el teatro en verso modernista, un teatro que poco a poco fue abandonando.

Innovaciones en la dramaturgia de Lorca

Entre sus primeros intentos innovadores se hallan las farsas, en las que conviven lo lírico y lo grotesco. A estas obras les seguirán unas comedias conocidas como teatro imposible (Así que pasen cinco años; El Público), muy influidas por el surrealismo y cuya novedad las hizo prácticamente irrepresentables hasta fechas recientes.

Pero la dramaturgia de Lorca alcanza su esplendor en las Tragedias, tres obras ambientadas en ambientes rurales andaluces: Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba. En ellas se repiten tres elementos característicos de su obra. En primer lugar, la interpretación mítica de la realidad: las tres suelen partir de un hecho verídico, cuyo tratamiento y puesta en escena acaba alcanzando connotaciones simbólicas y trascendentes. En segundo lugar, la expresión del enfrentamiento entre deseo y represión (o libertad frente a autoridad), encarnado aquí en protagonistas femeninas, doblemente oprimidas por su origen social y su condición de mujeres, cuya rebeldía contra las normas sociales las conduce finalmente a la destrucción. Por último, un rico lenguaje metafórico en el que conviven vanguardismo y folclore; en este sentido, a lo largo de las tres piezas se aprecia la evolución en la dramaturgia de Lorca, que busca una mayor depuración en su estética, dejando que el lirismo no dependa solamente de lo verbal, como en sus primeras obras, sino de la propia organización del drama. Posiblemente, el máximo exponente de estas constantes se encuentre en La casa de Bernarda Alba, drama en el que el autor alcanza una gran madurez, truncada desafortunadamente por su fusilamiento durante la Guerra Civil.

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