La Segunda República Española: Proclamación, Constitución y Crisis (1931-1936)

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La Segunda República (1931-1936): Proclamación y Período Constituyente

Las elecciones municipales de 1931 marcaron un punto de inflexión en la política española. La opinión pública y las fuerzas políticas entendieron que estas elecciones se convertirían en un plebiscito sobre la continuidad de la monarquía.

Las Elecciones y el Gobierno Provisional

El 12 de abril de 1931 se celebraron elecciones municipales en España, mediante sufragio universal masculino. La participación fue muy alta y las candidaturas republicano-socialistas triunfaron en las grandes ciudades. Se hizo evidente que una buena parte del electorado había apostado por un cambio de signo. Se propuso una solución autonómica mediante pactos con catalanes y vascos, la protección de campesinos expulsados de tierras por no poder pagar las rentas y actuaciones para afrontar la crisis económica. Las promesas de cambio contaron con un amplio apoyo popular, pero provocaron el recelo de los grandes propietarios agrícolas, la oligarquía financiera y la Iglesia. Las elecciones generales del 28 de junio tuvieron una alta participación, dando la victoria a la coalición republicano-socialista.

La Constitución de 1931

Una vez formadas las Cortes Republicanas, se ratificó en sus cargos a los miembros del gobierno provisional, incluyendo al jefe de gobierno, Niceto Alcalá Zamora. Las Cortes nombraron una comisión encargada de elaborar un proyecto de constitución, que fue aprobado en diciembre de 1931. La Constitución de 1931 fue muy avanzada para su tiempo, con un carácter democrático y progresista. Se estableció que todos los poderes emanan del pueblo. Sus características principales fueron:

  • El Estado se configuraba de forma integral, pero se aceptaba la formación de gobiernos autónomos en algunas regiones.
  • El poder legislativo residía en las Cortes, que eran unicamerales y con amplio poder.
  • El poder ejecutivo recaía en el gobierno (Consejo de Ministros y jefe de gobierno), el presidente de la República, jefe del Estado y representante institucional.
  • El poder judicial residía en jueces independientes.
  • Incluía una amplia declaración de derechos y libertades: igualdad absoluta ante la ley, educación y trabajo; no discriminación por razón de origen, sexo o riqueza; definición del trabajo como obligación social; voto desde los 23 años y voto femenino; laicidad del Estado, reconocimiento del matrimonio civil y el divorcio, y supresión del presupuesto de culto y clero.

La Constitución fue aprobada por amplia mayoría, aunque no consiguió el consenso de todas las fuerzas políticas, existiendo grandes discrepancias entre la izquierda y la derecha, sobre todo en lo referente a la cuestión religiosa y autonómica. Esto llevó a dimisiones entre políticos católicos del gobierno, incluyendo a Niceto Alcalá Zamora, que fue sustituido por Manuel Azaña y pasó a ser el presidente de la República.

Los Grupos de Derecha

Existían algunas formaciones republicanas de centro-derecha que contribuyeron al advenimiento de la República, como el Partido Radical o la Derecha Liberal Republicana. Los partidos conservadores y católicos se desmoronaron. El gran partido de derecha católica y conservadora fue la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). Pequeños grupos de corte nacionalsocialista y fascista crearon las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, unidas más adelante a la Falange Española, dirigida por José Antonio Primo de Rivera.

Las Reformas del Bienio de Izquierdas (1931-1933)

Entre diciembre de 1931 y septiembre de 1933, el gobierno presidido por Manuel Azaña impulsó un programa de reformas con el objetivo de modernizar y democratizar la sociedad española.

La Modernización del Ejército

El ejército necesitaba cambios importantes. Manuel Azaña pretendía crear un ejército profesional y democrático, reduciendo los efectivos militares, acabando con la macrocefalia, poniendo fin al fuero especial de los militares, asegurando su obediencia al poder civil y terminando con la tradicional intervención del ejército en la vida política. Con esta finalidad, promulgó la Ley de Retiro de la Oficialidad (1931), que establecía que todos los oficiales en activo debían prometer su adhesión a la República, pero se les daba la posibilidad de retirarse. Más de la mitad aceptaron. Se redujo el número de oficiales, se cerró la Academia Militar de Zaragoza y se creó la Guardia de Asalto. Aunque la reforma estuvo bien planteada, tuvo resultados limitados, ya que, aunque se consiguió que el gasto fuera menor, no se logró modernizar la institución. Esta reforma fue recibida como una agresión por parte de los africanistas. Las fuerzas de derechas animaron continuamente a la revuelta militar contra la República.

La Conflictividad Social

La lentitud de las reformas provocó el desencanto de los trabajadores. En Andalucía, Extremadura y Castilla la Nueva, la reforma agraria representaba la única manera de mejorar su nivel de vida. La CNT llevó a cabo su proyecto revolucionario y fomentó la conflictividad laboral y la insurrección campesina. La conflictividad social alcanzó su punto álgido a partir de 1933, cuando los socialistas, a través de la Federación de Trabajadores de la Tierra, entraron en escena. Las huelgas, insurrecciones y ocupaciones de tierras fueron en progresivo aumento. En 1932, los anarquistas propiciaron una sublevación de mineros en Cataluña y en 1933, de campesinos en Andalucía en Casas Viejas. También los socialistas alentaron las revueltas campesinas. Estos hechos produjeron un enorme desgaste del gobierno, aumentaron la desconfianza empresarial y provocaron un rápido empeoramiento de la situación económica. La crisis fue aprovechada por todos los sectores contrarios a la República para intentar acabar con la coalición republicano-socialista.

La Reorganización de Derechas

Las reformas republicanas y la conflictividad social disgustaron a la élite social. Algunos sectores de las clases medias consideraron los cambios demasiado radicales y se fueron reuniendo en torno a los partidos conservadores y las organizaciones fascistas y autoritarias. El centro-derecha se reestructuró alrededor del Partido Radical de Lerroux, que atrajo a personas que estaban en contra del carácter de izquierda de la República. En 1932, la derecha monárquica, católica y conservadora consiguió importantes progresos. La CEDA (1933) tuvo muchos aliados. Su líder fue José María Gil Robles. Renovación Española, Comunión Tradicionalista, JONS y Falange realizaron actividades en contra de las corrientes de izquierda y contagiaron su crispación al conjunto de la derecha. El general Sanjurjo protagonizó un golpe de Estado (agosto 1932) para virar la República hacia la derecha, pero fracasó. En 1933, se creó la Unión Militar Española (UME), compuesta por militares, derechistas y antirreformistas.

La Crisis del Segundo Bienio

Las consecuencias de la revolución de octubre fueron notables. La CEDA aumentó su influencia en el gobierno y se manifestó a favor de aplicar condenas y endurecer la política. Se suspendió el Estatuto de Autonomía de Cataluña y la Ley de Contratos de Cultivo, siendo los campesinos obligados a pagar la totalidad de las rentas. Se nombró a Gil Robles ministro de guerra y a Francisco Franco jefe del Estado Mayor. La CEDA presentó un anteproyecto para modificar la constitución donde abolía el divorcio, restringía las autonomías y negaba la expropiación de tierras, pero el proyecto no llegó a ser votado. Una fuerte crisis de gobierno estalló en otoño de 1935. El Partido Radical se vio afectado por una serie de escándalos de corrupción que agravaron las diferencias entre la CEDA y el Partido Radical. El Partido Radical estaba deslegitimado para gobernar, por lo que se convocaron elecciones para febrero de 1936.

Hacia el Golpe de Estado

El clima de violencia favoreció a los sectores decididos a organizar un golpe de Estado. La misma noche de las elecciones, el general Franco intentó declarar el Estado de Guerra y en marzo un grupo de generales acordó un alzamiento para restablecer el orden. En los primeros momentos, la conspiración militar no tuvo tanta fuerza hasta que se puso al frente el general Emilio Mola. Su plan consistía en organizar un pronunciamiento militar simultáneo en todas las guarniciones posibles, con protagonismo especial del ejército de África al mando de Franco. Para frenarlo, el gobierno trasladó a los generales implicados, pero no se atrevió a destituirlos. La conspiración militar contaba con el apoyo de las fuerzas políticas de la derecha, además de la Italia fascista y la Alemania nazi. Pero las discrepancias sobre qué tipo de régimen se impondría tras el golpe aplazaron la fecha del alzamiento. El 14 de julio de 1936 se produjo en Madrid el asesinato a manos de izquierdistas del dirigente monárquico, José Calvo Sotelo, en respuesta al asesinato del teniente Castillo. Su muerte aceleró los planes golpistas y la sublevación se inició en Marruecos el 17 de julio, dando origen a una guerra civil que duraría 3 años.

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