Santo Tomás de Aquino en la actualidad

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1.2. Valoración razonada de si actualidad

Las demostraciones de la existencia de Dios han caído en desuso. Normalmente se considera que no es posible demostrar la existencia de Dios ni desde la ciencia ni de la filosofía. La ciencia no puede demostrar la existencia de Dios, porque u propio método se lo impide. Dios no es ni un fenómeno empírico, ni una hipótesis constatable en la experiencia. La ciencia explica un fenómeno a partir de otro u otros, como se ha dicho antes, no es un fenómeno que se dé en la experiencia. Si no fuera no sería Dios.

En la filosofía tampoco existe un argumento válido para demostrar la existencia de Dios, aunque a través de su historia se han dado varias demostraciones. El argumento basado en la casualidad yerra al saltarse la seria ilimitada de causas y supone una causa Primera, que es una causa incausada. El argumento ontológico se equivoca en su punto de partida; la idea de Dios en la mente. Al final demuestra que Dios tiene necesariamente que existir, pero en la mente. Sin embargo, el argumento basado en el orden de las cosas, aunque tampoco es racionalmente concluyente, goza de cierta consideración. Si este mundo es fruto del azar, es realmente sorprendente, pese a todo, el orden y armonía existente. Es como si una mano divina lo hubiese ordenado. Recientemente, en EE.UU, ha vuelto a resurgir la teoría creacionista, que interpreta la Biblia  de forma tradicional, niega la teoría de la evolución de Darwin y está enfrentada al Vaticano. De carácter mas moderado y como algo intermedio entre el creacionismo y el evolucionismo ha aparecido la teoría del Diseño inteligente, según la cual ciertos elementos del Universo y de los seres vivos comprende mejor admitiendo una causa creadora inteligente.

La razón de que la filosofía se haya preocupado por elaborar diversos argumentos sobre la existencia de Dios se encuentra en su búsqueda de un fundamento ultimo de la cosas. Y a ese fundamento le llama Dios. Se trata de un Dios filosófico, bastante abstracto y muy lejos del Dios personal, aquel con el que el creyente mantiene una relación directa, con el que habla y ora, que es el Dios de la mayoría de la religiones existentes.

Pese a la invalidez de los argumentos elaborados, lo que si cabe es justificar la existencia de Dios desde la creencia. Por eso han tenido mayor o menos aceptación en determinadas épocas históricas, porque hasta fechas relativamente la creencia en Dios era una creencia generalizada en la sociedad. Las demostraciones de la existencia de Dios funcionan al revés que otras demostraciones; funcionan o pueden funcionar para el que ya es creyente, dándole así la oportunidad de renacionalizar su creencia, de encontrar una coherencia entre la creencia y el conocimiento racional. Primero es la creencia y después la racionalización de esa creencia. Es inútil tratar de convencer al agnóstico a al ateo con una demostración racional. Dios no es ni un teorema matemático ni una evidencia empírica. Nadie llega a creer en Dios porque se le haya demostrado su existencia.

2.2 Valoración razonada de su actualidad

En la actualidad el concepto de naturaleza ha entrado en crisis. Como dice Ortega, el hombre no tiene naturaleza sino que tiene historia. Resulta discutible hablar de una naturaleza humana como algo fijo e inmutable. Gran parte de lo que hace el hombre es objeto de aprendizaje; y el aprendizaje implica siempre una modificación. Cuando se habla de derechos naturales se quiere indicar que solo derechos inmutables. Sin embargo, esa dificultad no puede hacernos caer en el relativismo, según el cual los derechos humanos dependen de cada sociedad o época. Por el contrario, hay ciertos derechos que el hombre tiene por el hecho de ser hombre; y además tiene un carácter universal. No son propios solo de un país o de una cultura determinada. Dada su importancia se los suele denominar en la actualidad con el nombre de derechos fundamentales. EN consecuencia, el concepto de ley natural o de derecho natural ha sido sustituido por el de derechos fundamentales o derechos humanos. Estos derechos se consideran la fuente de todo derecho positivo, en los que este se basa y a los que tiene que respetar.

Los derechos humanos son derechos básicos, fundamentales, pero podemos avanzar en su formulación. Así hablamos de distintas generaciones de derechos humanos, de primera, segunda, tercera y últimamente de cuarta generación. Los de primera generación son derechos civiles y políticos y se basan en la defensa de la libertad, los de segunda generación son derechos sociales y económicos y se basan en la defensa de la igualdad, los de tercera generación se basa en la defensa de la solidaridad y los de cuarta generación en la información. No son generaciones de derechos completamente separadas. Los derechos de generaciones posteriormente actúan como condiciones de realización de los derechos de generación anteriores. Así por ejemplo no se puede ejercer el derecho a la libertad, si no hay condiciones sociales que nos permitan ser iguales.

Sea cual sea el nombre que utilicemos, ley natural, derecho natural, derecho fundamental o derechos humanos, estos tienen una importancia clave en nuestra vida social y política. EL resto a los derechos fundamentales de la persona humana es la primera exigencia de un Estado democrático, lo que diferencia a una democracia de una dictadura. La democracia no es solo el gobierno de la mayoría, o sea, de los representantes votados por el pueblo. Es, además y sobre todo, el gobierno que respeta el Estado de Derecho, o sea, los derechos fundamentales de la persona.

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