San Carlo alle Quattro Fontane de Borromini: Un Icono del Barroco en Roma

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San Carlo alle Quattro Fontane: Una Joya del Barroco Romano

La iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane, una obra maestra de Francesco Borromini, se comenzó a construir en 1638. Sin embargo, la fachada, objeto de este estudio, se inició en 1664. Tras la muerte del arquitecto en 1667, su sobrino Bernardo continuó la obra siguiendo los diseños originales. La obra se finalizó en 1680. Formaba parte de un convento y fue patrocinada por el cardenal Francisco Barberini.

Descripción de la Fachada

La fachada se articula en dos pisos separados por un entablamento con una inscripción que hace referencia a la Santísima Trinidad y a San Carlos Borromeo, así como al año 1667.

Primer Piso

  • Se divide en dos niveles horizontales y tres calles verticales.
  • Columnas de orden gigante con fustes lisos recorren los dos niveles.
  • Capiteles de orden fantástico coronan las columnas.
  • En el nivel inferior, columnas más pequeñas enmarcan ventanas ovaladas y una puerta adintelada en el centro.
  • En el segundo nivel, hay tres nichos:
    • Los laterales, adintelados, con imágenes de santos de la Orden Trinitaria.
    • El central, con un arco de medio punto flanqueado por ángeles, alberga la imagen de San Carlos Borromeo.

Segundo Piso

  • Se repite el esquema con columnas más pequeñas.
  • Nichos adintelados vacíos en los laterales con decoración ovalada en la parte superior.
  • En el centro, un templete semicircular con una gran ventana rectangular.
  • Dos ángeles sostienen un escudo ovalado que originalmente contenía una pintura de la Coronación de la Virgen, hoy desaparecida.
  • Un arco conopial reemplaza el tradicional frontón triangular.
  • Una torre con parejas de columnas y cubierta en forma de pagoda remata la esquina en forma de chaflán.

Innovación y Movimiento

La mayor originalidad del edificio radica en el movimiento que Borromini imprime a la fachada. Los cuerpos laterales son cóncavos, mientras que el central es convexo. Esta forma se repite en el entablamento que separa los dos pisos. En el segundo piso, los tres cuerpos son cóncavos, pero el templete central y la balaustrada son convexos. Los áticos y los muros de la torre lateral también repiten las formas cóncavas.

Borromini crea una fachada de movimiento ondulante. Dispone elementos constructivos salientes, como columnas, balaustrada, entablamentos y el templete, mientras que otros, como la hornacina o los muros cóncavos, se hunden en la fachada. Esto crea contrastes lumínicos y juegos de luces y sombras que dotan a la fachada de una plasticidad más propia de una escultura que de una obra arquitectónica.

Maestría Barroca y Adaptación al Contexto

Borromini se muestra como un auténtico maestro del Barroco, llevando los deseos de inestabilidad y movimiento a límites nunca antes alcanzados. Modula elementos clásicos de tal manera que la piedra parece convertirse en un material dúctil y maleable.

Borromini se adapta a dos condiciones que dificultaban la obra: la estrecha calle en esquina y la pobreza de los materiales, debido a los escasos recursos de la Orden Trinitaria. Resuelve ambos retos magistralmente, dotando al edificio de una monumentalidad impresionante a pesar de sus reducidas dimensiones. Al construir la esquina en chaflán, acentúa la perspectiva y la verticalidad de la fachada.

La fachada se concibe como una fachada-pantalla, ya que su distribución en tres calles no se corresponde con la planta elíptica del templo.

Espíritu de la Contrarreforma

Borromini se adapta al espíritu de la Contrarreforma, de la que San Carlos Borromeo fue uno de los mayores representantes. Se aleja del orden y la mesura para primar la expresividad a través del movimiento y el claroscuro. El arte barroco busca emocionar a través de los sentidos y lo emocional, en lugar de lo racional, como el arte renacentista anterior.

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