San Agustín de Hipona: El pensamiento cristiano y la justicia divina
Enviado por Chuletator online y clasificado en Religión
Escrito el en español con un tamaño de 2,74 KB
Agustín de Hipona
Sitúa al autor en su momento histórico
San Agustín de Hipona es el más grande de los padres para la cristiandad latina. Elaboró el primer sistema de pensamiento cristiano, con una vocación de enseñanza y de defensa de la fe cristiana. El agustinismo dominó el pensamiento occidental hasta el siglo XIII.
Señala el tema del texto
Sin la justicia divina no puede ser posible ni la sociedad ni la política.
Indica las ideas principales
- Características de la justicia cristiana.
- Necesidad de esa justicia para que exista política.
Relación de ideas
Parte de una explicación del concepto de justicia desde el punto de vista teológico. El alma debe dominar sobre el cuerpo, Dios es el fin supremo y el pueblo debe tener fe y obrar por amor a Dios y al prójimo. A continuación, desarrolla las consecuencias de la ausencia de la justicia divina, que sería que sin ella sería imposible la organización política del estado porque la sociedad no se basaría en derechos e intereses comunes.
Explicación de las ideas
San Agustín considera que la función principal del estado es la justicia, pero también insiste en la imposibilidad de que el estado, cualquier estado, practique auténticamente la justicia a menos que su actuación esté guiada por los principios morales del cristianismo, porque la justicia es para San Agustín, “el orden que Dios quiere sobre su creación”, pues Dios ha querido que todas las cosas fueran perfectamente ordenadas, y, por lo tanto, toda justicia y todo derecho residen en la ley eterna de Dios.
El estado sigue la “ley positiva” establecida por la autoridad civil; y la iglesia sigue la “ley natural”, que Dios ha puesto en el corazón humano y cuya principal manifestación es la doctrina cristiana.
Ahora bien, para San Agustín, la “ley natural” de la iglesia debe ser la que guíe la “ley positiva” establecida por el estado, por ello, es necesario que el estado se deje guiar por la iglesia. Y ambos deben guiarse por los intereses divinos, por los valores espirituales y por los terrenales o físicos.
Solo así se puede construir una sociedad justa, apoyada sobre los valores cristianos como la fe, el amor a Dios y el amor al prójimo.
De lo que se puede concluir que, para San Agustín, solo un estado cristiano puede ser un estado justo. De esta manera, estado e iglesia se regirán por los valores espirituales y establecerán una mutua influencia beneficiosa, porque buscarán en sus actuaciones los intereses divinos, no los terrenales, construyendo así una ciudad perfecta y justa.