Samuel Johnson y Ignacio de Luzán: Neoclasicismo y Transición Literaria
Samuel Johnson: El Neoclasicismo y el Amanecer del Romanticismo
Samuel Johnson es considerado la figura indiscutiblemente dominante de la escena cultural del Siglo de las Luces. Muchos de sus principios estéticos responden claramente a la ortodoxia neoclásica; sin embargo, otros apuntan hacia el romanticismo. Su contundente rechazo a las unidades dramáticas, su condena de la imitación de los antiguos y la celebridad personal que alcanzó en su época, lo han convertido en el eslabón entre el neoclasicismo y la crítica moderna.
Principios Estéticos de Johnson
La íntima conexión del arte con la verdad, y por tanto el realismo, es un precepto de índole clasicista que Johnson acató como eje principal de sus teorías estéticas. Para él, el arte es un fragmento de vida, razón por la cual condenaba la mitología antigua (por ser falsa) o el género pastoril. Por razones similares de inverosimilitud, despreció los libros de caballerías e incluso las novelas. Tampoco le agradó la poesía metafísica, que consideraba sinónimo de especulación irrefrenada y excesos imaginativos.
La Moralidad en el Arte
La moralidad es otro de los principios fundamentales de la estética de Johnson, un principio de evidente naturaleza clasicista. La enseñanza moral es para él una prioridad, incluso por delante del realismo. Prefería la expresión de la virtud aun contraviniendo las normas de lo verosímil.
Representación de lo Típico
Johnson, convencido de que la naturaleza humana es siempre la misma, recomendaba a los poetas la representación de lo típico y condenaba lo particular, lo localista o lo que es simplemente una moda transitoria.
Rechazo de la Imitación y Defensa del Genio
Ahora bien, Johnson rechazaba la imitación de los antiguos. En el dilema ingenium/ars, parecía decantarse por el genio antes que por las reglas del arte, aunque son estas reglas las que la crítica debe formular y observar escrupulosamente. No obstante, para no incurrir en ninguna contradicción, Johnson afirmaba que las prescripciones accidentales de la autoridad, cuando el tiempo les ha granjeado veneración, suelen confundirse con las leyes de la naturaleza. No es éste el caso de las famosas tres unidades dramáticas, que Johnson condenaba sin ningún miramiento, a excepción de la unidad de acción. En cuanto a la tragicomedia, Johnson la aceptaba con argumentos realistas: la mezcla de géneros recoge todas las enseñanzas de la tragedia y la comedia, porque las incluye a ambas en sus variadas situaciones y se acerca más que cualquiera de ellas a la apariencia de la vida, mostrando la forma en la que las grandes intrigas y los pequeños propósitos se pueden favorecer o ignorar mutuamente, y cómo lo más alto y lo más bajo cooperan en un sistema global mediante conexiones inevitables.
Conservadurismo Lingüístico y Formal
Desde el punto de vista lingüístico y formal, Johnson era muy conservador. Mantenía la idea clásica de la propiedad y la conveniencia del lenguaje y se mostraba poco complaciente con las innovaciones métricas. Manejaba también los conceptos típicos de la época: sentido común, imaginación, sublime, etc.
Ignacio de Luzán: La Poética y la Ilustración Española
Ignacio de Luzán fue autor de una poética que se convirtió en uno de los textos más influyentes en España durante el siglo XVIII. Se publicó una segunda edición, póstuma, a cargo de su discípulo Llaguno.
La Figura de Luzán y la Crítica de Menéndez Pelayo
Cuando Menéndez Pelayo empezó a escribir su historia de la literatura española y llegó a la figura de Luzán, se le plantearon algunos problemas. Luzán fue la figura más influyente de la Ilustración española, pero era un autor considerado afrancesado. En su época, esto no tenía un significado negativo, pero en la época de Menéndez Pelayo, a causa de la guerra con Francia, era un término claramente negativo. Por esto, y porque Pelayo era muy tradicionalista, tuvo que resolver cómo tratar en su obra con una figura tan controvertida.
Diferencias entre las Ediciones de la Poética
Pelayo encontró diferencias muy llamativas entre la primera y segunda edición de la poética. En primer lugar, el número de citas de autores franceses es mucho mayor en la segunda edición que en la primera. También, en la primera edición hay un elogio comedido al talento natural de Lope y Calderón que desaparece en la segunda.
Estrategia de Pelayo para Incluir a Luzán
La intención de Pelayo al llamar la atención sobre estas diferencias era una estrategia para poder incluir en su historia de la literatura a Luzán, culpando a Llaguno del afrancesamiento de su maestro, es decir, una estrategia para limpiar el nombre de Luzán.
Conceptos Fundamentales en la Poética de Luzán
Al margen de todo esto, los conceptos fundamentales que aparecen en la poética son, por ejemplo, la distinción entre deleite y enseñanza y entre belleza y dulzura. Mientras que la belleza tiene un significado más intelectual y tiene que ver con el entendimiento, la dulzura está definida como moción de afectos. En consecuencia, la belleza se puede aprender mediante la educación, pero los afectos difícilmente se pueden aprender, puesto que son innatos y forman parte de la naturaleza, y todo lo que tenga que ver con ellos tiene más posibilidades de llegar a más gente, ya que son universales. Con esto, Luzán intentaba explicarse a sí mismo por qué Shakespeare y Lope eran tan populares a pesar de que son autores que no respetaban la tradición.
Similitud y Verosimilitud
Otro concepto que se trata es el de la similitud, definida como similitud popular. Luzán recomendaba que la literatura fuera verosímil, pero lo fantástico tiene cabida en los textos literarios, siempre y cuando su fin sea el placer o la enseñanza.
Opiniones sobre la Dramaturgia de Lope y Calderón
Aparecen opiniones de Luzán sobre la dramaturgia de las figuras de Lope y Calderón. Luzán era muy intransigente y clasicista con respecto al teatro, por lo que cuando hay elogios hacia Lope y Calderón son muy comedidos, y abundan los reproches: el no respetar las unidades, que no se atengan a las normas de decoro y verosimilitud, reproches sobre la moralidad. Era intransigente sobre todo en lo referente a las unidades, ya que para él si una obra duraba dos horas, la narración de la obra no podía ir más allá, y sólo podía utilizarse un lugar.
Rechazo de la Tragicomedia y el Personaje del Gracioso
Luzán no admitía la tragicomedia y arremetía contra la figura del gracioso, porque le parecía excesivamente burda. No admitía tampoco los personajes religiosos en escena.