Sacramentos de la Iglesia Católica y el Espíritu Santo: Significado y Símbolos
Enviado por Chuletator online y clasificado en Religión
Escrito el en español con un tamaño de 9,18 KB
Los Sacramentos: Encuentro con Dios en la Iglesia
Los sacramentos son momentos especiales de encuentro entre Dios y el hombre en la Iglesia, manifestados a través de signos visibles. Son acciones de Cristo celebradas por la Iglesia, impulsadas por el Espíritu Santo.
Los sacramentos no solo presuponen la fe, sino que también la fortalecen, alimentan y expresan mediante palabras y acciones. Por esta razón, son conocidos como "sacramentos de la fe".
Los sacramentos otorgan la gracia divina a quienes están bien dispuestos. Son eficaces porque en ellos actúa Cristo mismo.
Los Siete Sacramentos
Bautismo: Inicio de la Vida en Dios
El Bautismo es el primer sacramento y se administra una sola vez. Representa el nacimiento a la vida divina. La celebración del Bautismo está unida a la profesión de fe.
Símbolos del Bautismo:
- La señal de la cruz
- El agua bautismal
- La unción con el santo crisma
- La luz y la vestidura blanca
Por el Bautismo, todos los pecados son perdonados, tanto el pecado original como los pecados personales. Sin embargo, persisten ciertas consecuencias temporales del pecado, como debilidades de carácter e inclinación al pecado.
La Santísima Trinidad concede al bautizado la gracia santificante y la gracia de la justificación. El Bautismo nos hace miembros del Cuerpo de Cristo. Los bautizados se convierten en "piedras vivas" para la edificación de un templo espiritual, un sacerdocio santo. El Bautismo permite participar en el sacerdocio común de los fieles. Los bautizados están llamados a confesar la fe recibida y a participar en la actividad apostólica y misionera de la Iglesia.
El Bautismo es el sello de la vida eterna. Quien permanece fiel a las exigencias de su Bautismo puede morir con la esperanza de la resurrección.
Confirmación: Plenitud del Espíritu Santo
La Confirmación es el sacramento del don del Espíritu Santo por excelencia. Sus símbolos reflejan la venida del Espíritu.
Símbolos de la Confirmación:
- El obispo (ministro originario de la Confirmación)
- La unción con el santo crisma
- La imposición de manos
- El beso de la paz
La Confirmación, con su estructura y signos, expresa y actualiza el acontecimiento de Pentecostés, siendo "un nuevo Pentecostés". Confiere crecimiento y profundidad a la gracia bautismal.
Eucaristía: Comunión con Dios y la Iglesia
La Eucaristía significa y realiza la comunión de vida con Dios y la unidad del Pueblo de Dios. Es el compendio y la suma de nuestra fe. Se puede recibir repetidamente.
Signos eucarísticos: El pan y el vino, que poseen un profundo valor simbólico al proceder de la unión de múltiples elementos.
Al celebrar la Última Cena, Jesús instituyó la Eucaristía como memorial de su muerte y resurrección, ordenando a sus apóstoles celebrarlo hasta su regreso. La celebración eucarística es un memorial de la vida de Cristo, su resurrección y su intercesión ante el Padre.
La Eucaristía es:
- Acción de gracias y alabanza al Padre.
- Memorial del sacrificio de Cristo y de su Cuerpo (es un sacrificio porque hace presente el sacrificio de la cruz, es su memorial y aplica su fruto).
- Presencia de Cristo por el poder de su Palabra y su Espíritu (Cristo se hace presente mediante la conversión del pan y el vino en su Cuerpo y Sangre).
Penitencia: Reconciliación con Dios y la Iglesia
La penitencia interior implica una conversión sincera a Dios, un rechazo del pecado, arrepentimiento por las malas acciones y confianza en la misericordia divina.
El sacramento de la Penitencia y la Reconciliación expresa y realiza litúrgicamente el perdón de Dios y la reconciliación con la Iglesia. Solo Dios tiene el poder de perdonar los pecados. Jesús, en virtud de su autoridad divina, otorga este poder a los hombres para que lo ejerzan en su nombre.
Este sacramento ofrece a los pecadores una nueva oportunidad de conversión y de recuperar la gracia de la justificación. El confesor está obligado a mantener un secreto absoluto sobre lo escuchado en confesión.
Los actos de penitencia son:
- La contrición
- La confesión de los pecados
- La satisfacción
Los obispos y presbíteros, en virtud del sacramento del Orden, tienen el poder de perdonar todos los pecados. El confesor actúa como mediador del perdón divino.
Unción de Enfermos: Fortaleza en la Enfermedad
La Unción de los enfermos es el sacramento destinado a quienes sufren a causa de una enfermedad. No es exclusivo para quienes están al borde de la muerte. El momento oportuno para recibirlo es cuando el fiel comienza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez. Puede ser reiterado si las circunstancias lo requieren. Solo los obispos y presbíteros son ministros de este sacramento.
Es recomendable celebrarlo dentro de la Eucaristía. Si es posible, puede ir precedido del sacramento de la Penitencia y seguido de la Eucaristía.
Palabra y sacramento forman una unidad inseparable en su celebración.
Orden Sacerdotal: Servicio a la Iglesia
El sacerdocio ministerial, además de representar a Cristo ante la asamblea, tiene la misión de actuar en nombre de toda la Iglesia al presentar la oración de la Iglesia a Dios y, especialmente, al ofrecer el sacrificio eucarístico.
Corresponde a los obispos, sucesores de los apóstoles, conferir el sacramento del Orden.
La Iglesia confiere este sacramento únicamente a varones bautizados, cuyas aptitudes para el ministerio han sido debidamente reconocidas.
Este sacramento configura al ordenado con Cristo mediante una gracia especial del Espíritu Santo, para que sirva como instrumento de Cristo en favor de su Iglesia. La gracia del Espíritu Santo propia de este sacramento es la de ser configurado con Cristo Sacerdote, Maestro y Pastor, de quien el ordenado es constituido ministro.
Al igual que el Bautismo y la Confirmación, esta participación en la misión de Cristo se concede de forma permanente.
Matrimonio: Alianza de Amor Fiel y Fecundo
Los protagonistas de la alianza matrimonial son un hombre y una mujer bautizados, libres para contraer matrimonio y que expresan libremente su consentimiento. El sacerdote recibe el consentimiento de los esposos en nombre de la Iglesia y les da su bendición.
El matrimonio se basa en el consentimiento de los contrayentes, en la voluntad de entregarse mutua y definitivamente, con el propósito de vivir una alianza de amor fiel y fecundo. El consentimiento mutuo es sellado por Dios mismo. Por lo tanto, el vínculo matrimonial es establecido por Dios, y el matrimonio celebrado y consumado entre bautizados es indisoluble. Este vínculo, fruto del acto libre de los esposos y de la consumación del matrimonio, es una realidad irrevocable y da origen a una alianza garantizada por la fidelidad de Dios.
El Espíritu Santo: Tercera Persona de la Trinidad
El Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, consustancial al Padre y al Hijo.
Los símbolos bíblicos que representan al Espíritu Santo provienen de la naturaleza o del mundo animal:
- El agua
- La unción
- El fuego
- La nube y la luz
- El sello
- La mano
- El dedo
- La paloma
El Espíritu es inefable, no puede ser nombrado con palabras, ni aprehendido, ya que no tiene rostro ni habla.
El Padre tiene un rostro que el hombre no puede ver sin morir, pero fue revelado por el Hijo. El Hijo tiene un rostro que se manifiesta en su humanidad. Pero el Espíritu Santo no tiene rostro; por lo tanto, no es un "tú" con el que podamos relacionarnos directamente, sino que siempre es un "él".
Jesús sopla sobre sus apóstoles para darles el Espíritu Santo como una fuerza interior, para que actúen con su poder.
El Espíritu Santo nunca es interlocutor en un diálogo. El Padre y el Hijo hablan entre sí y con los hombres. Jesús es la Palabra que revela al Padre. Pero no hay una palabra propia del Espíritu Santo. El Espíritu prepara, acompaña y continúa la misión del Hijo.
El Espíritu no habla por sí mismo, sino que hace hablar a los hombres, inspirándolos según el pensamiento del Padre y del Hijo.
El Espíritu Santo no es alguien con quien podamos tener una relación cara a cara, como el Hijo. El Espíritu Santo es quien nos permite estar en comunión con el Hijo, es decir, es nuestra relación con Él.
El Espíritu Santo habita en nosotros por gracia, como habita en el Hijo por naturaleza.