Romanticismo: Características, Temas y la Influencia de Eugène Delacroix
Enviado por Programa Chuletas y clasificado en Lengua y literatura
Escrito el en español con un tamaño de 7,37 KB
El Romanticismo: Una Revolución Artística e Ideológica
El Romanticismo fue una revolución artística, política, social e ideológica tan importante que todavía hoy viven muchos de sus principios: libertad, individualismo, democracia, nacionalismo, etc. Ante todo, fue un grito de libertad. El individualismo, la conversión de la intimidad en tema, la representación subjetiva del paisaje y la exaltación del pueblo son algunos de los principios medulares de la nueva sensibilidad. El Romanticismo se difundió con el ímpetu de una revolución, y el ansia de libertad se vio reflejada en diversas obras de la época, como los cuadros de Delacroix o los versos de Byron. Los movimientos de liberación de los pueblos provocaron un gran entusiasmo.
El primer período del Romanticismo se desarrolló en paralelo con el Neoclasicismo, o más bien en oposición a esta corriente. En efecto, allí donde el Neoclasicismo propone una belleza ideal, el racionalismo, la virtud, la línea y el culto a la antigüedad clásica y al Mediterráneo, el Romanticismo se opone y promueve el corazón, la pasión, lo irracional, lo imaginario, el desorden, la exaltación, el color, la pincelada y el culto a la Edad Media y a las mitologías de la Europa del norte.
Esta explosión de libertad en el mundo artístico no se impuso sin resistencias. Nos encontramos con un nuevo tipo humano, que implica una relación arte-sociedad diferente. El artista deja de ser un "doméstico" del poder, lo que favorece su esfuerzo para emanciparse de las directrices académicas.
En muchos cuadros se aprecia un interés por la violencia, el drama, la lucha y la locura. Ocuparon un lugar preponderante en muchas obras lo misterioso y lo fantástico, expresados de forma dramática. También se representaron la melancolía extrema y la pesadilla, llegando a combinar en ocasiones el tema de la muerte con el erotismo.
Características del Romanticismo en la Pintura
La pintura romántica rechaza las convenciones neoclásicas y, saltando sobre ellas, enlaza con los valores de la pintura barroca. Sus signos característicos son:
- La conciencia del Yo como entidad autónoma y, frente a la universalidad de la razón dieciochesca, dotada de capacidades variables e individuales como la fantasía y el sentimiento.
- La primacía del genio creador de un universo propio; el poeta como demiurgo.
- Valoración de lo diferente frente a lo común, lo que lleva a una fuerte tendencia nacionalista.
- El liberalismo frente al despotismo ilustrado.
- La originalidad frente a la tradición clasicista y la adecuación a los cánones. Cada hombre debe mostrar lo que le hace único.
- La creatividad frente a la imitación neoclásica.
- La obra imperfecta, inacabada y abierta frente a la obra perfecta, concluida y cerrada.
Temas Románticos
- Egocentrismo: El alma del hombre es su enemigo interior, identificable con una obsesión incurable por lo imposible, que priva del goce de la vida al individuo y hace que esta le sea adversa. El alma romántica no es dada desde fuera al individuo, sino que este la crea cuando tiene conciencia de sus sentimientos. Convierte al individuo en singular y universal, de modo que el universo solo es posible concebirlo partiendo del conocimiento de sí mismo, pues el hombre es la imagen del Macrocosmos. Este egocentrismo en gran parte remite a Fichte: "el Yo es la única realidad existente, pues no hay más objetos que aquellos de los cuales tienes conciencia. Tú mismo eres tu propio objeto". Por tanto, solo el Yo es real, es el absoluto, y la poesía permite hacer sensible y comunicativa esta experiencia en tanto que es representación del alma y representación del mundo interior en su totalidad. El poeta es alma y universo. Este egocentrismo romántico tiene sus raíces en la filosofía kantiana y en el idealismo trascendental. Kant llevó el centro de gravedad de la filosofía hacia el interior del propio hombre y valoró el sentimiento para el acto del conocer. Y Schelling, con su filosofía de la naturaleza, dio salida a la circularidad destructora de Fichte, pues el mundo entero se le acababa convirtiendo en un espejo que eternamente le presentaba al yo su propia soledad.
- La Libertad: El reino de la libertad absoluta es el ideal romántico, el principio de toda ética romántica: libertad formal en el arte, entendida como necesidad del individuo para explorarse y explorar el mundo exterior, y para lograr la comunicación del Uno con el Todo, en una marcha progresiva hacia el infinito. El romántico se concibe como un ser libre, el cual se manifiesta como un querer ser y un buscador de la verdad. No puede aceptar leyes de ninguna autoridad. Muchos románticos heredaron la crisis de la conciencia europea que la Ilustración provocó al cuestionar, en nombre de la razón, los dogmas religiosos.
- El amor y la muerte: El romántico asocia amor y muerte, como ocurre en el Werther de Goethe. El amor atrae al romántico como vía de conocimiento, como sentimiento puro, fe en la vida y cima del arte y la belleza. Pero el amor acrecienta su sed de infinito. En el objeto del amor proyecta una dimensión más de esta fusión del Uno y el Todo, que es su principal objetivo. Pero no alcanzará la armonía en el amor. El romántico ama el amor por el amor mismo, y este le precipita a la muerte y se la hace desear, descubriendo en ella un principio de vida, y la posibilidad de convertir la muerte en vida: la muerte de amor es vida, y la vida sin amor es muerte. En el amor se encarna toda la rebeldía romántica: "Todas las pasiones terminan en tragedia, todo lo que es limitado termina muriendo, toda poesía tiene algo de trágico" (Novalis).
Eugène Delacroix: Figura Central del Romanticismo Francés
Eugène Delacroix (1798-1863) es, sin duda, el centro del movimiento romántico francés. Se formó en el taller del neoclasicista Guérin, siendo allí compañero de Géricault. Desde muy joven, sus preferencias apuntaban a Rubens y los venecianos. En 1822, el Salón aceptó su obra La barca de Dante, provocando esta decisión oficial una aguda controversia. Escritores y periodistas salieron en su defensa. Un fenómeno parecido se repitió en 1824, cuando presentó La matanza de Quíos, inspirada en la guerra de independencia griega frente al poderío turco. El movimiento y el color dramáticos son notas descollantes de esta y del resto de sus obras, compartiendo así el modo de pintar de los paisajistas ingleses. Durante treinta años fue el maestro indiscutido del Romanticismo. Su éxito se repitió con La muerte de Sardanápalo y, sobre todo, con La Libertad guiando al pueblo, obra de patriótico y emotivo argumento. En su biografía, a partir de 1832, se destaca una etapa de temática oriental y musulmana, tras un viaje realizado por el pintor a Marruecos. Desde el punto de vista técnico, su paleta evoluciona constantemente: antes de 1820, ya había abandonado los colores terrosos y los sustituyó por los intensos y puros, para desembocar en una exaltación de los más potentes (amarillos, naranja, rojo, azul, verde, amarillo verdoso). Pero el color es para él solamente una forma de elocuencia, una manera de subrayar los gestos del mensaje y las composiciones exultantes.