Romanización en la Península Ibérica: concepto y medios empleados

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Define el concepto de romanización y describe los medios empleados para llevarla a cabo

La Romanización podríamos definirla como el proceso por el cual las sociedades prerromanas de la Península adquirieron los rasgos propios de la civilización romana, como su lengua, su organización social de corte urbano, sus costumbres, su religión, sus leyes. En la península Ibérica la romanización comenzó finales del siglo III a. C., durante la fase de conquista de Hispania y continuó después de ésta. Al igual que la conquista (218 a.C. - 19 a. C.) fue un proceso discontinuo y con resultados desiguales. En el área ibérica (sur y levante), más urbanizada y con formas de organización parecidas a las romanas, no sólo fue más fácil la conquista sino también su romanización. En cambio en el centro y oeste la romanización se fue haciendo más difícil a medida que el grado de urbanización era menor; en el norte (galaicos, astures, cántabros, vascones), la zona más atrasada y la última en conquistarse, los romanos no consiguieron imponer del todo su modelo de sociedad. Los principales medios para romanizar Hispania fueron éstos:

  1. La fundación de ciudades y la extensión de la vida urbana. En el sur y levante, el área ibera, apenas hizo falta crear nuevas ciudades porque ya existían; aquí los romanos se limitaron a transformar los órganos de gobierno autónomos en dependientes de la administración general romana; en cambio, en el resto de la Península, mucho menos urbanizado y desarrollado, se crearon nuevas ciudades ––según el modelo romano––, para romper las primitivas formas indígenas de organización (económica, social y política), basadas en la autosuficiencia. El origen de la mayoría de esas nuevas ciudades fue el asentamiento de colonos romanos, normalmente soldados jubilados (eméritos) a los que se entregaban tierras como pago a sus servicios. La ciudad de Emérita Augusta (Mérida) es el ejemplo más claro.
  2. La creación de infraestructuras, como vías de comunicación (calzadas), que facilitaban los desplazamientos y los intercambios, pero también de acueductos, termas, circos, teatros y anfiteatros, que acababan extendiendo la civilización romana entre las poblaciones nativas.
  3. El papel del Ejército. El Ejército fue uno de los más importantes vehículos de difusión de lo romano (lengua, cultura, religión), puesto que los soldados eran los primeros en entrar en contacto con las poblaciones indígenas. Pero también porque el Ejército reclutaba a muchos hispanos como tropas auxiliares, facilitando así el contacto de éstos con los romanos; y además podían obtener al término del servicio prestado la ciudadanía romana y tierras. Por otra parte fue frecuente también que junto a los campamentos militares permanentes surgieran canabae o núcleos urbanos habitados por mercaderes, soldados licenciados, mujeres e hijos de soldados, etc. que se convirtieron con el tiempo en municipios romanos; el ejemplo más evidente fue León.
  4. Concesión de la ciudadanía romana. Por último, los romanos utilizaron la concesión del título de ciudadano (que comportaba muchos derechos y privilegios) como un reclamo para facilitar su dominio. Empezaron por otorgárselo a la aristocracia indígena, para asegurarse su apoyo y colaboración y llegó a su máxima expresión en el siglo III d.C., cuando el emperador Caracalla extendió la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del Imperio.
  5. La imposición de la religión, primero politeísta y después cristiana (desde el siglo IV d.C.) Y, en definitiva, Hispania fue una de las provincias del imperio más romanizadas. Buena prueba de ello es que los emperadores Trajano y Adriano eran hispanos, lo mismo que el filósofo Séneca o los escritores Quintiliano y Marcial.

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