La Revolución Rusa y la Consolidación del Comunismo
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La guerra civil y el comunismo de guerra
Las primeras medidas revolucionarias El segundo Congreso de los sóviets destituyó al gobierno provisional y aprobó la formación de un Consejo de Comisarios del Pueblo con mayoría bolchevique y dirigido por Lenin. El nuevo ejecutivo decretó las primeras medidas revolucionarias: abolición de la propiedad privada de la tierra y expropiación de los grandes latifundios, control obrero de las empresas de más de cinco trabajadores, nacionalización de la banca, supresión del ejército zarista y reconocimiento del derecho a la autodeterminación de los diversos pueblos del Imperio. Un nuevo decreto mostró la determinación del gobierno de establecer la paz con Alemania. Esto llevó a un tratado en Brest-Litovsk (1918), en el que se aceptaban todas las exigencias de la parte alemana. En noviembre de 1917 se convocaron las elecciones para elegir una Asamblea Constituyente. Los resultados electorales no fueron los deseados por los bolcheviques, que no obtuvieron la mayoría. Decidieron disolver la Asamblea porque esta se negaba a someter sus decisiones a la aprobación de los sóviets.
La guerra civil (1918-1921)
La revolución había triunfado, pero los bolcheviques solo controlaban una amplia zona alrededor de Petrogrado y Moscú. Los defensores del zarismo, los sectores que apoyaban al gobierno provisional y aspiraban a una república parlamentaria y los campesinos propietarios de tierras iniciaron la resistencia armada con el objetivo de impedir la consolidación del Estado soviético. A ellos se sumaron en 1918 algunas potencias occidentales que invadieron Rusia con sus ejércitos. Los partidarios del antiguo orden acabaron llamándose rusos blancos por oposición a la Rusia roja o revolucionaria. Se inició entonces una guerra que duraría 3 años. Para hacer frente a la guerra civil, los bolcheviques crearon el Ejército Rojo y su artífice fue León Trotsky. El nuevo ejército se basaba en la disciplina y los grados militares clásicos. El conflicto bélico fue largo y cruel: hubo muchas muertes y hambruna, las revanchas y castigos por apoyar a un bando u otro aterrorizaron a la población. En julio de 1918 Nicolás II y su familia fueron ejecutados por los bolcheviques donde se hallaban prisioneros. Los primeros meses, el Ejército Blanco obtuvo algunas victorias, pero a partir de finales de 1918, el Ejército Rojo comenzó a dominar la situación. Las razones hay que buscarlas en su disciplina y eficacia militares y en las medidas revolucionarias. También contribuyó la desorganización de los blancos, la falta de un mando único y la retirada de los ejércitos extranjeros. En 1921 tras la victoria en Ucrania, el Ejército Rojo quedó vencedor en la guerra.
El comunismo de guerra
La contienda militar decidió que todos los recursos del país se orientasen a avituallar al ejército para ganar la guerra. El gobierno soviético estableció el comunismo de guerra, que implicaba un estricto control de la economía por el Estado y una rígida vigilancia sobre la población. En nombre de las necesidades bélicas se nacionalizaron las industrias de más de 10 trabajadores, la banca, los transportes y el comercio. La producción de cereales quedó controlada y los agricultores fueron obligados a entregar al Estado la mayor parte de sus cosechas. Se limitaron los derechos sindicales, prohibiéndose el derecho a la huelga, la producción iba dirigida prácticamente en su totalidad al ejército. Estas regidas medidas dieron lugar a las resistencias del campesinado y tuvieron que implantarse por la fuerza. El descenso de la producción y los problemas derivados de la guerra comportaron enormes dificultades para toda la población. Hubo fuertes medidas represivas: se reimplantó la censura, se prohibió la prensa opositora y se intervinieron los tribunales. Para perseguir a los opositores, en 1917 se creó una policía política, la checa que detenía y castigaba a los defensores del viejo orden y a todos aquellos que criticaban las decisiones de los partidos bolcheviques.
La creación de la URSS y la expansión revolucionaria
En 1922 se creó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que compendia distintas repúblicas autónomas y federadas. La Constitución soviética de 1923 estableció un nuevo modelo de Estado basado en los sóviets, que negaba las elecciones libres y el parlamentarismo. Estos principios marcaron la estructura política del Estado soviético, que fue reafirmada por Stalin y se mantuvo con muy pocos cambios hasta el fin de la URSS. El Partido Comunista de la Unión Soviética se constituyó en el centro del poder del nuevo Estado soviético. Partido y Estado quedaron identificados y solo aquellos que pertenecían al partido podían aspirar a ejercer cargos en los sóviets y en el Estado. Las voces contrarias a esta situación fueron eliminadas o neutralizadas. La dictadura del proletariado, definida por Lenin, en que las fuerzas obreras debían imponerse sobre las de la burguesía, fue transformándose en la dictadura del Partido Comunista. Tanto Lenin como Trotsky defendían que la consolidación de la revolución soviética debía basarse en el fortalecimiento del Estado de los sóviets y en la extensión de la revolución proletaria. Con este propósito hicieron una llamada a los revolucionarios para abandonar los partidos socialistas y fundar partidos comunistas. Tenían que unir sus esfuerzos en una nueva organización, la III Internacional, que debía apoyar la revolución de los sóviets y extenderla por Europa.
De Lenin a Stalin La Nueva Política Económica (NEP)
Como consecuencia de la guerra civil y del comunismo de guerra, la economía soviética se hundió y el desabastecimiento de las ciudades se hizo general. Hubo levantamientos campesinos y en marzo de 1921, se rebeló la marinería del puerto de Kronstadt. Ello hizo que Lenin propusiese iniciar una nueva orientación de la economía para mejorar las condiciones de vida de la población. La Nueva Política Económica suponía dar un paso atrás: la desaparición de la propiedad privada y control estatal de la industria y la agricultura, para permitir una economía mixta en la que los sectores socializados conviviesen con la economía de mercado y la pequeña propiedad privada. La NEP cumplió sus objetivos económicos y en 1926 la economía soviética había superado los niveles anteriores a la Gran Guerra. Para la vuelta al mercado hizo subir los precios y las diferencias entre precios agrarios e industriales volvieron a originar problemas de acaparamiento y desabastecimiento de las ciudades. Volvieron a surgir los pequeños empresarios industriales y los campesinos acomodados, que gozaban de un cierto nivel de bienestar.
La lucha por la sucesión de Lenin
En 1924 murió Lenin, el líder indiscutible de los bolcheviques. Su sucesión desencadenó una lucha entre los dirigentes del partido bolchevique, que se desarrolló entre 1924 y 1918 en diversos frentes: por la jefatura del partido, por el poder en el Estado soviético y por la orientación que debía tomar la revolución en el futuro. El debate se polarizó en torno a dos figuras: Trotsky que era uno de los bolcheviques más destacados y Stalin que desempeñaba la secretaría del Partido Comunista. Trotsky y sus aliados defendían el abandono de la NEP y la profundización en el comunismo, impulsar la colectivización de la agricultura, extender la revolución en Europa y promover un funcionamiento más democrático del partido. Stalin proponía continuar con un sistema de economía mixta, centrar los esfuerzos en consolidar el socialismo en Rusia y reservar las decisiones políticas a los dirigentes del PCUS, eliminando el debate interno del partido. En 1927, el enfrentamiento se agudizó y Stalin, que manejaba los resortes internos del partido, consiguió hacerse con el poder, encarcelar a Trotsky y mandarlo al exilio. El resultado fue el establecimiento de un poder autoritario, el reforzamiento del partido y sus métodos centralistas de decisión y la imposibilidad de participación democrática. Stalin puso fin a la economía mixta, forzó la colectivización de la tierra, implantando una planificación de la economía dirigida por el Estado y estipulando el desarrollo de la industria de Rusia, sobre todo la industria pesada. Stalin persiguió a sus opositores, también a antiguos colaboradores, expulsándolos del país o condenándolos a la cárcel o a la muerte. Este fue el primer episodio de un régimen totalitario, basado en el poder absoluto de Stalin dentro del PCUS y del nuevo Estado soviético.