La Revolución Industrial del Siglo XIX y la Gran Depresión: Un Estudio sobre sus Causas y Consecuencias
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La Revolución Industrial del Siglo XIX
Desarrollo y Progresos de la Revolución Industrial en el Siglo XIX
Como señala Hobsbawm, los efectos de la Revolución Industrial no se vieron con claridad antes de 1830. La revolución, como tal, existía antes del nombre; el proceso de aceleración viene desde mucho antes, Hobsbawm lo sitúa en el año 1000. Pero en 1780 comienza el despegue, lo que se conoce como take off. Según el autor, en algún momento entre 1780 y 1790, la revolución se hizo evidente.
Se inició en Inglaterra, un país que, según Hobsbawm, estaba culturalmente atrasado en comparación con otros grandes países como Francia. La agricultura estaba preparada para iniciar un proceso de industrialización. Solo debía:
- Aumentar la producción y productividad para alimentar a una población no agrícola.
- Reclutar gente para las industrias y ciudades.
- Crear un mecanismo para la acumulación de capital utilizable por los sectores más modernos de la economía.
Existían, pues, los cimientos de la industrialización.
Hobsbawm utiliza la industria algodonera como ejemplo de la Revolución Industrial, industria que crecía y se expandía notoriamente. Su crecimiento y nuevas formas de producción tentaban a otros empresarios a iniciar la aventura hacia la revolución industrial. El Estado tenía mucha influencia en esto, ya que ayudaba a monopolizar los comercios; como dice Hobsbawm, el Estado monopolizaba todo o casi todo.
Según Eric Hobsbawm, la industria algodonera fue la primera revolucionada, pero no la única. Luego, la revolución llegó a otras industrias, como la alimentaria y la construcción de utensilios domésticos.
Esta revolución trajo consecuencias sociales. Para el hombre rico todo iba bien, pero para el pobre o clase media, e incluso los pequeños burgueses y comerciantes que no se podían acomodar a las nuevas formas de industria, las cosas iban mal.
Inicialmente, esta industria tenía muchas ventajas. Había aumentado mucho su producción debido a la mecanización; además, crear industrias no era tan caro, y a esto se le sumaba que los empresarios gozaban de una bonificación de una provechosa inflación. Los precios de los artículos terminados bajaron debido a la gran competencia. Después de haberse experimentado una inflación, se experimentó una deflación. Una solución a esto fue reducir los costos.
La industria carbonífera no se había desarrollado tanto como para decir que estaba verdaderamente industrializada, pero era lo suficientemente amplia para estimular la invención de otras cosas que transformarían las industrias de mercancías, como el ferrocarril. Además, en el mundo, la mayoría de los ferrocarriles se construyeron con dinero, tecnología y personas británicas.
Según Hobsbawm, el historiador debe investigar todos los factores que inician y estabilizan esta Revolución Industrial. La primera economía industrial era pequeña y arcaica, pero para los de su entonces era gigantesca. Esto generó una diferencia significativa: la brecha entre países más desarrollados y otros crecía. También bajaron los costes del transporte, tanto de vehículos como de trenes y barcos. Además, esta revolución no solo se vio en la parte material y económica, sino también en las mentalidades. Se equiparó lo científico con el estudio de las personas, así como el interés por el estudio del desarrollo social.
La Gran Depresión
Origen de la Gran Depresión
El desplome de la bolsa de Wall Street, iniciado el 23 de octubre de 1929, se considera la señal del principio de la Gran Depresión, la cual, con distintos tiempos, afectó a todos los países del planeta.
Esta sugerencia quería ser un primer paso hacia la restauración de los mecanismos de un mercado amparado por el gold standard, pero para esto hubiera sido necesario que las medidas adoptadas en tiempo de guerra para proteger las economías nacionales fuesen gradualmente desmanteladas.
Este camino tuvo obstáculos. En primer lugar, estaba la cuestión de los derechos aduaneros y las tarifas de protección. Elevadas fueron las tarifas de los dominions de la Commonwealth y de los países latinoamericanos. En 1927, en la conferencia de Ginebra, se aprobó una tregua de las tarifas, pero se trató de un acuerdo de principios; varios países se reservaron el derecho a hacerla operativa. Y para más complicación, quedaba abierta la cuestión de las deudas de los aliados y las reparaciones alemanas.
La City de Londres había dejado de tener el papel de regulación. Solo EE. UU. podía desempeñar el mismo papel hasta 1936. Pero la forma de intervención que ellos preferían para sostener la economía internacional era la de los préstamos, siendo la mayor favorecida Alemania.
En los años que precedieron al desplome, las decisiones que iban tomando las autoridades políticas y monetarias eran inspiradas por un interés nacional más que por una responsabilidad internacional. La decisión norteamericana se avenía a las peticiones de los estados europeos, frenando la llegada de capitales a EE. UU. Inglaterra, en 1928, elevó también sus tipos para evitar una nueva inmigración de capitales hacia Nueva York. Estos capitales, que habían sido empleados como préstamos, volvieron a casa y se dirigieron a la inversión accionaria.
En los orígenes de la Gran Depresión estuvo el fracaso en la realización de una cooperación internacional, tanto en lo económico-financiero como en lo político. No se trató, pues, de la crisis de un sistema, el capitalismo, sino que este sistema generó una interdependencia. Este sistema suponía la existencia y el despliegue de un liderazgo, y esta cooperación y liderazgo no existieron.
Efectos de la Gran Depresión
La caída de 1929 fue drástica; al cabo de pocas semanas, las acciones perdieron la mitad de su valor. Todos los índices comenzaron a bajar, excepto el del desempleo.
El problema no era solo detener la crisis y la deflación interna, sino evitar acciones que introdujeran más elementos de turbación a la coyuntura internacional. La decisión de la Cámara de Representantes no iba en esta dirección: en 1929 aumentaron las tarifas de las importaciones, lo cual contribuyó a la baja de los intercambios comerciales.
Fue entonces cuando el presidente Hoover (EE. UU.) intervino, ya que las deudas de guerra y las reparaciones hacía años que enturbiaban las relaciones internacionales, y debido a esto quedaban eliminadas. Inglaterra, tras las elecciones de junio de 1929, había…