Reinos Cristianos en la Península Ibérica: Origen, Economía y Sociedad

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Los Reinos Cristianos en la Península Ibérica: Origen, Economía y Sociedad

Origen y Formación de los Reinos Cristianos

Los principales reinos cristianos que surgieron en la Península Ibérica durante la Edad Media fueron:

  • Reino Asturleonés: Iniciado con la figura de Don Pelayo tras la batalla de Covadonga. Alfonso I fue el primer rey de Asturias. En el siglo X, el reino se extendió hasta el valle del Duero, ocupando zonas de Galicia, Asturias y León.
  • Castilla: Originalmente un condado del reino de León, Fernán González unificó varios territorios. Sus descendientes lograron la independencia de Castilla. En el siglo XI, Castilla se constituyó como reino. Fernando I y su hijo, Alfonso VI, conquistaron Toledo en 1085. Finalmente, Castilla y León se unificaron definitivamente en 1230 con Fernando III.
  • Reino de Navarra: Influenciado por el reino franco, se consolidó como reino independiente en el siglo IX.
  • Reino de Aragón: Estuvo bajo el dominio de Navarra hasta el siglo XI, cuando Ramiro I lo estableció como reino independiente.
  • Condados Catalanes: Formaban parte de la Marca Hispánica en el siglo IX. El conde Wifredo el Velloso logró dominar el resto de los condados catalanes. En el siglo XII, el condado de Barcelona se unió al reino de Aragón.
  • Reino de Portugal: En el siglo XII, Alfonso Henríquez se proclamó rey, dando origen al reino de Portugal.

Economía de los Reinos Cristianos

La economía tenía un carácter principalmente rural, aunque las ciudades experimentaron un desarrollo de la artesanía y el comercio. Existían diferencias económicas entre los reinos:

  • Castilla y León: La producción de cereales tuvo una gran expansión, pero la ganadería lanar adquirió mayor importancia debido a la introducción de una nueva raza de ovejas y a la creación de la Mesta. La Mesta fue una asociación creada en el siglo XIII por Alfonso X el Sabio que agrupaba a los propietarios de ganado ovino trashumante y defendía sus intereses frente a los de los agricultores. La exportación de lana fomentó el comercio exterior, impulsando el desarrollo de mercados y ferias, entre las que destacó la de Medina del Campo (Valladolid).
  • Corona de Aragón: En las zonas del interior, sobresalió la agricultura basada en el cultivo de la vid y el olivo, además de los productos de huerta, que se compaginaba con una ganadería trashumante. En Cataluña, el desarrollo de la artesanía textil y la construcción naval contribuyeron al auge del comercio en el Mediterráneo y a la creación de lonjas, lugares de reunión de los comerciantes donde realizaban sus negocios.
  • Portugal: Los monarcas favorecieron el comercio exterior y apoyaron las exploraciones y conquistas marítimas en el Atlántico, especialmente por la costa africana. Esto propició el surgimiento de una burguesía comercial y una numerosa flota marina.

Organización Política

Los reinos cristianos desarrollaron sus propias instituciones políticas:

  • La Monarquía: Tenía un carácter feudal, estableciendo relaciones de vasallaje con sus súbditos. El rey se rodeaba de funcionarios que le ayudaban en las tareas de gobierno.
  • Las Cortes: Tuvieron su origen en un órgano consultivo formado por personas cercanas al rey. Estaban constituidas por representantes de los tres estamentos: nobleza, clero y habitantes de las ciudades y villas. Tenían la función de elaborar leyes y aprobar nuevos impuestos.
  • Otras Instituciones: Destacan la Chancillería, tribunal que administraba justicia, y la Hacienda, encargada de recaudar impuestos. El Justicia Mayor resolvía pleitos, interpretaba leyes y defendía los fueros.

Para administrar los distintos territorios, Castilla se dividió en merindades, dirigidas por un merino con funciones administrativas y judiciales. El gobierno de las ciudades y villas estaba en manos de los concejos, cuyos miembros eran elegidos por los ciudadanos.

La Ciudad Cristiana Medieval

Las ciudades cristianas estaban amuralladas. Las murallas, construidas en piedra, proporcionaban protección y simbolizaban el poder. Las ciudades estaban formadas por callejuelas estrechas y poco iluminadas, con escasa limpieza. Poseían una o dos plazas donde desembocaban las principales calles, que servían como lugar de intercambio comercial y social. En ellas se celebraban juegos y competiciones. En la plaza también se encontraba la iglesia. En iglesias o ayuntamientos se colocaba un reloj que marcaba la actividad de la ciudad.

Disponían de fuentes y pilones de agua. También tenían escuelas, e incluso en algunas se fundaron universidades. Existían grandes diferencias entre los barrios, y muchas ciudades contaban con juderías y morerías. Los talleres de artesanos se agrupaban en gremios y ocupaban calles enteras. Había todo tipo de oficios, como pellejero (artesano que trabajaba el cuero) o calderero. Algunas de estas actividades producían malos olores, por lo que algunos talleres se instalaron fuera del recinto amurallado.

La mayoría de las ciudades eran pequeñas y tenían una gran actividad. Poseían edificaciones adosadas a la muralla debido a la escasez de espacio habitable en su interior.

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