Reinado de Isabel II: Transición al Régimen Liberal en España

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La muerte de Fernando VII en 1833 abrió una etapa de transición hacia el Régimen Liberal en el reinado de su hija Isabel II (1833-1845). Este periodo marcó el adiós definitivo al Antiguo Régimen y sus características, especialmente la Monarquía Absoluta, la Sociedad Estamental y una economía de base agraria y señorial. Fernando VII se había casado nuevamente en 1829 con su sobrina María Cristina de Nápoles, con quien tuvo dos hijas, Isabel y Luisa Fernanda. Sin embargo, la vigente Ley Sálica, introducida por los Borbones, establecía que la Corona solo podía pasar a un heredero varón. Por ello, el monarca se vio obligado a modificar dicha ley a través de la Pragmática Sanción, con el objetivo de legar la Corona a su hija y evitar el acceso al Trono de su hermano, Carlos María Isidro, pretendiente del sector ultraconservador y partidario del Antiguo Régimen. Meses antes de morir, Fernando VII dejó la Regencia del país a su esposa María Cristina, quien llamó al Gobierno al sector más moderado del absolutismo, dirigido por Cea Bermúdez. Este inició un tímido proceso de reformas, como la actual división provincial del país y la proclamación de una amnistía dirigida al sector liberal. Esta amnistía era necesaria para atraerlos en torno al trono de Isabel II y conseguir el apoyo financiero imprescindible para sacar al país del atraso secular y la bancarrota de la Hacienda Pública.

La Regencia de María Cristina y la Primera Guerra Carlista

Al morir Fernando VII en 1833, su viuda mantuvo la Regencia del país (1833-1840) ante la minoría de edad de Isabel II. Mientras tanto, el infante D. Carlos se presentó como el nuevo rey a través del Manifiesto de Abrantes, lo que dio inicio a la cruel Primera Guerra Carlista (1833-1839). La defensa de los derechos al trono de D. Carlos reunía a un sector social muy complejo:

  • Ciertos sectores de la nobleza, junto con el Clero regular, recelaban de los liberales reunidos en torno a Doña Isabel y defendían el statu quo del Antiguo Régimen y todas sus características, tal y como había sido diseñado en el Congreso de Viena en 1815.
  • La mayor parte del campesinado pequeño y mediano propietario del norte y del este de España defendía la sociedad tradicional y el mantenimiento del modelo Foral frente a las amenazas de centralización que propugnaban los liberales.

Por su parte, los “isabelinos” recibieron el apoyo de la mayor parte de la población urbana, más moderna y secularizada, dirigida por los diversos grupos de la burguesía liberal, que vieron en la joven reina la garantía de establecer una Monarquía parlamentaria y constitucional de manera definitiva.

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