Reinado de Felipe II y los Austrias Menores: Auge, Declive y Legado Cultural
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La Monarquía Hispánica de Felipe II
Felipe II comenzó a reinar en 1556 tras la abdicación de su padre, Carlos I. Heredó vastos territorios europeos, exceptuando el Sacro Imperio Romano Germánico. Durante su reinado, las posesiones americanas alcanzaron su máxima extensión, incorporándose Portugal y sus colonias.
Felipe II fue un monarca centralista y autoritario, ferviente defensor del catolicismo. Gobernó con la ayuda de sus secretarios, personas de su total confianza. Designó a Madrid como capital de España, buscando un centro geográfico que simbolizara su ideología centralista.
Su política centralista generó conflictos, como el protagonizado por su secretario Antonio Pérez. Este, de tendencia foralista, se convirtió en un adversario político. Tras huir a la Corona de Aragón y buscar la protección del Justicia Mayor, Juan de Lanuza, Felipe II ordenó su ejecución al negarse a entregarlo. Pérez logró escapar a Holanda, donde publicó la Leyenda Negra, denunciando actos de Felipe II, incluyendo la muerte de su primogénito, Carlos, en prisión.
Otro desafío fue la rebelión de los moriscos en las Alpujarras, ligada a la defensa del catolicismo. La desconfianza hacia las costumbres y prácticas económicas de los moriscos, acusados de mantener el Islam, llevó a Felipe II a promulgar un decreto en 1566 prohibiendo sus tradiciones. La negativa al diálogo por parte del rey desencadenó una sublevación, especialmente en las Alpujarras (Granada), sofocada tras dos años por el ejército de Juan de Austria.
La defensa del catolicismo marcó la política exterior de Felipe II:
- Conflicto con Francia: Tras la victoria en la Batalla de Pavía, la guerra culminó con el triunfo en la Batalla de San Quintín. En agradecimiento, Felipe II mandó construir el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
- Amenaza turca: Heredada de su padre, enfrentó la piratería y la expansión turca. La formación de la Liga Santa, junto a Venecia y los Estados Pontificios, culminó con la victoria en la Batalla de Lepanto (1571).
- Relaciones con Inglaterra: Inicialmente cordiales tras el matrimonio con María Tudor, se deterioraron con la llegada al trono de Isabel I, quien buscaba convertir a Inglaterra en potencia europea. La autorización de la piratería por parte de Isabel I llevó a Felipe II a organizar la Armada Invencible, que, pese a su magnitud, fue derrotada.
- Conflicto en los Países Bajos: La burguesía calvinista de la región, enriquecida por el comercio, demandaba autonomía. Felipe II envió al Duque de Alba al frente de los tercios, pero la resistencia flamenca prevaleció. Se acordó la Unión de Armas, reconociendo la independencia de las Provincias Unidas (protestantes) y manteniendo a Bélgica (católica) bajo dominio español. Isabel Clara Eugenia fue nombrada gobernadora, pero la falta de descendencia reavivó el conflicto.
La España de los Austrias Menores: Conflictos Internos
Felipe II legó a su hijo, Felipe III, una considerable deuda y dos guerras prolongadas. La precaria situación de la Hacienda Real impulsó la firma de paces con Inglaterra y los Países Bajos (Tregua de los Doce Años). Solo al final de su reinado, Felipe III intervino en la Guerra de los Treinta Años (1618) en apoyo a los Habsburgo austriacos.
La medida más trascendental de su reinado fue la expulsión de los moriscos en 1609, bajo la sospecha de vínculos con el Imperio Otomano y los berberiscos. Esta decisión provocó una grave crisis económica y demográfica.
Felipe IV, con el Conde-Duque de Olivares como valido, impulsó un ambicioso programa de reformas administrativas y fiscales (Reformación) y una política belicista para restaurar el prestigio de la monarquía (Reputación).
Las guerras europeas agravaron la crisis financiera. Olivares propuso la Unión de Armas, buscando la contribución de todos los reinos a la defensa del imperio. La resistencia de las Cortes Catalanas desencadenó el Corpus de Sangre (1640), seguido de levantamientos en Portugal, Andalucía, Aragón y Nápoles.
Carlos II, marcado por la continuidad y el inmovilismo, presenció un periodo de declive político, pero también de crecimiento económico, especialmente en la periferia.
Mentalidad y Cultura en el Siglo de Oro
El Siglo de Oro (siglos XVI y XVII) representa el apogeo cultural y artístico español. La mentalidad de la época estaba profundamente influenciada por el catolicismo, convirtiendo a España en el principal defensor de los dogmas de la Contrarreforma.
La Iglesia ejerció una notable influencia en la filosofía, la teología, el pensamiento político, la literatura y el arte. La fe prevaleció sobre la ciencia en las universidades.
En filosofía, destacó Francisco de Vitoria. La literatura floreció en todos los géneros, con figuras como Quevedo, Góngora y Garcilaso de la Vega. El Barroco fue el movimiento artístico dominante.