El problema de la política y del ser humano

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1. El problema de la política

Hanna Arendt

El problema político

El análisis de la filosofía política de Arendt se centró en el estudio del fenómeno del totalitarismo que ella misma había sufrido. En Los orígenes del totalitarismo, Arendt analizó los fenómenos del antisemitismo, el imperialismo y el totalitarismo, tres fenómenos que, según la filósofa, tienen en común su carácter moderno y novedoso. Sin embargo, la filósofa también los identifica como peligrosos, ya que son fenómenos que suponen algo más que el odio a los judíos, la mera conquista o una dictadura tradicional.

  • Antisemitismo: La construcción del estado-nación intentaba uniformar a la sociedad en el plano cultural, pero también en el racial en algunos casos. Fue un proceso en el que la comunidad judía se resistía a llevar a cabo. Esto se convirtió en algunos casos en odio hacia esta población.
  • Imperialismo: La expansión de la nación y la industrialización provocaron el surgimiento de imperios. En ellos, los derechos humanos solían suspenderse en nombre de la raza, lo que alimentó el racismo hacia otras poblaciones, entre ellas, la judía. Ello conllevó el despojo de su estatus legal.
  • Totalitarismo: El descontento social y económico provocaron un apoyo masivo hacia sistemas totalitarios que defienden la existencia de un partido único con líder al que la población ha de seguir ciegamente. El uso de la propaganda, el terror, la ideología y los campos de exterminio derivaron en el control total de la población, lo que conllevó el exterminio de ciertas poblaciones. Arendt señala que la aparición del totalitarismo responde a la destrucción de las estructuras tradicionales que articulaban la vida pública: las tradiciones sociales, jurídicas y políticas de un país son arrasadas por los totalitarismos, sustituyéndolos por un régimen que transforma las clases sociales en masa y al sistema de partidos en un único movimiento al que toda la población debe unirse.

El régimen totalitario traslada la fuerza del ejército a la policía para ejercer control y establece la dominación total como elemento esencial de su política exterior. Terror e ideología son sus dos principales herramientas:

  • Terror: Es la esencia del totalitarismo para Arendt. Según esta autora, estos regímenes consideran que su política es producto de una ley superior que ha de cumplirse. Como ejemplo usa el nazismo, en la que esta ley provenía de la naturaleza, que dictaba que las razas fuertes debían acabar con las débiles; y la URSS, que se apoya en las leyes de la historia (materialismo histórico), defendía la idea de la dictadura del proletariado y la eliminación de todo aquello antirrevolucionario. Este amparo en leyes superiores elimina la consideración clásica del derecho y cualquier categoría política tradicional.
  • Ideología: Arendt descubre que la ideología (“la lógica de una idea”) fue utilizada con una herramienta de gran potencial. Empleada por los líderes totalitarios, la ideología ofrece certezas que ofrecen seguridad a las personas en relación con el presente, pasado y futuro, aunque niega la experiencia real de las personas. Es por ello por lo que es necesario referirse constantemente a una realidad más verdadera y profunda.

El totalitarismo es, para Arendt, la experiencia del “mal radical”, ya que finaliza con la destrucción de la individualidad, de la condición humana en sí, en un proceso dividido en tres fases que acaba con aquellos a los que se quiere mantener fuera del nuevo sistema:

  • Matar a la persona jurídica: Anular al individuo como ciudadano sujeto de derechos, situarlo al margen de la ley.
  • Asesinar a la persona moral: Destruir sus valores morales mediante la manipulación y el terror, corrompiendo la solidaridad humana y convirtiendo al individuo en cómplice del terror.
  • Destruir la individualidad: Aniquilar todo rastro de individualidad, convertir al individuo en un número y transformarlos en “especímenes de animal humano”, como sucedía en los campos de concentración.

Con este proceso, el totalitarismo elimina la identidad jurídica, la moral y la dignidad humana, haciendo que los individuos se conviertan en una masa uniformada. Con ello, queda eliminada la diferencia entre la esfera pública y la privada y la política desaparece. Queda eliminado todo espacio para que cada persona pueda afirmarse y realizarse. Aquellos que no se adaptan a este sistema, son desposeídos de su humanidad y convertidos en objetos en campos de concentración o gulags.

En 1961 Arendt introduce otro concepto: en del mal banal. Ese año la filósofa cubrió y analizó el juicio contra Adolf Eichmann, antiguo coronel de las SS y organizador de los campos de concentración judíos. En su análisis determinó que Eichmann era un producto de la burocracia totalitaria, incapaz de pensar, de dialogar consigo mismo, sin convicciones ni criterio propio. El alemán justificaba sus actos con el pretexto del cumplimiento de las órdenes. Esto le llevó a Arendt a desarrollar la idea del mal banal: la mayoría de la población alemana fue cómplice del Holocausto que llevaron a cabo los nazis, obedeciendo sin pensar ni cuestionar qué hacían. Este planteamiento conllevó duras críticas, pues algunos pensadores consideraban que estaba trivializando y relativizando el totalitarismo. Sin embargo, lo que esta pensadora trataba de demostrar era la normalización con la que los nazis llevaban a cabo el mal, sin pensar siquiera en lo que estaban llevando a cabo y oponerse a la acción. Es un concepto que denuncia la indiferencia y el conformismo, pues todos aquellos que se escudaban en la culpa colectiva o en el cumplimiento de órdenes eran cómplices de las atrocidades llevadas a cabo. El totalitarismo se nutre de esta banalidad y lo necesita, ya que la ausencia de pensamiento y cuestionamiento permite la realización del mal radical.

2. El problema del ser humano

Hanna Arendt

El problema del ser humano

Arendt analizó en su obra la condición humana la importancia de la actividad del ser humano, al que entiende como un ser que habita el mundo con otros. En esta relación es importante el pensamiento y la acción. Lo primero nace del individuo y su objetivo es desarrollar la comunicación y cambiar el mundo y el segundo facilita llevar a cabo el pensamiento. Arendt defiende la vida activa frente a la contemplativa, que había predominado desde la filosofía socrática. Esta filosofía reivindica la reflexión sobre la vida activa, la cual es entendida como una condición para la vida contemplativa.

La vida práctica se divide labor, trabajo y acción:

  • Labor: Es la actividad encaminada a satisfacer las necesidades básicas para la supervivencia, por lo que está relacionada con los procesos biológicos humanos. La condición humana de la labor es la vida y el tipo de hombre es el homo laborans.
  • Trabajo: También está ligado a la supervivencia, pero se centra en el dominio de la naturaleza para generar objetos artificiales para generar un mundo estable y permanente. La condición humana del trabajo es mundanidad y el hombre es el homo faber.
  • Acción: Se refiere a aquellas actividades que no requieren la mediación de cosas o materiales, sino con la política. Pertenece a la esfera pública porque mediante la acción los seres humanos se relacionan entre ellos y se desarrollan en el mundo al que se incorporan. A diferencia del trabajo, la acción imposibilita el aislamiento (estar aislado incapacita la acción). Por ello, la acción genera realidades políticas. La condición humana de la acción es la pluralidad, y de la pluralidad nace lo político. Ejemplo de la acción sería la polis.

Es la acción la le permite al ser humano ser reconocido como tal. La acción es imprevisible, por lo que no pueden ser predictivas, y son irreversibles. Es por ello que se exige prudencia y que quien actúa asuma las repercusiones de la acción. Producto de ella son la palabra y el discurso y manifiesta la pluralidad de perspectivas del ser humano y la propia identidad individual. La vita activa instituye el poder político desde la libertad y la individual.

Desde la época clásica se consideró la vida contemplativa superior a la vida activa, pero esto se invierte en la época moderna, cuando el desarrollo tecnológico y científico hizo triunfar al homo faber. Este es entendido como un medio para el uso humano. Esta condición hace que el ser humano esté alienado y uniformado por el consumo, lo que le ha convertido en hombre masa. En este punto, la sociedad se divide en individuos aislados que se alejan de la política y la vida activa. Arendt incide en el hecho de que la sociedad de masas que deriva de este homo faber alimenta los elementos totalitarios que erosionan las sociedades democráticas. Por ello, esta filósofa defiende la actuación política desde espacios públicos que favorezcan el diálogo.

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