El Pozo y el Péndulo, y La Máscara de la Muerte Roja: Dos Relatos Góticos de Edgar Allan Poe

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El Pozo y el Péndulo

Este cuento relata la condena a muerte de un hombre. Él estaba agotado y lo tenían amarrado, hasta que por fin lo dejaron sentarse. Después de juzgarlo, unos soldados metieron a aquel hombre a un cuarto oscuro con velas rojas, y al lado había un pozo. Quedándose medio dormido, empezó a ver fantasmas que lo atormentaban.

Cuando despertó, oyó que lo iban a matar en la mazmorra. El hombre se desmayó y perdió toda sensación del cuerpo. Y en lo único que piensa es en la esperanza; él dijo: "La esperanza es el ánimo que siempre debes llevar".

Empiezan a aparecer demonios que quieren detener la oscilación de un péndulo, pero llegan los soldados, le echan un vaso con agua y el hombre se despierta. Aparecieron luego unas velas blancas, se recargó sobre ellas, pensó y dijo: "Puedo medir el péndulo y los codos".

Al empezar a medir, cayó al pozo. De repente, se alegró y dijo: "Pude escapar". Anduvo y anduvo, y al ver una luz llegó y encontró otra prisión, aún más tormentosa, llena de ratas que se lo querían devorar.

El hombre se desesperó, se sintió morir y dijo que él ya no podía vivir más, que lo mataba el hecho de pensar en la famosa condena a muerte. "Al fin, para mi cuerpo chamuscado", dice el que padece estas cosas, "y retorcido, no quedaba ya una sola pulgada de asidero en el piso firme de la prisión. Dejé de luchar, mas la agonía de mi alma halló expresión en un último, prolongado, estentóreo grito de desesperación. Sentí que me tambaleaba sobre el borde y aparté la vista".

"¡Se oyó entonces un discordante murmullo de voces humanas! ¡Hubo una explosión, como de muchas trompetas, y un áspero fragor, como de mil truenos! ¡Las paredes llameantes retrocedieron veloces! Un brazo extendido agarró el mío cuando yo caía desmayado al abismo. Era el general Lasalle. El ejército francés había entrado en Toledo. La Inquisición se hallaba en manos de sus enemigos."

La Máscara de la Muerte Roja

Relato en el que una misteriosa peste ataca la ciudad de Próspero, príncipe de una nación ficticia, al cual le complacía darse todo tipo de placeres de los que un rey puede disfrutar, como el buen gusto, las artes, los bailes orquestados y fiestas rodeadas de diversión y sarcasmo.

Al darse cuenta de que la peste atacaba a toda su región, decide encerrarse en su castillo junto con varios cientos de nobles de su corte, los cuales intentan escapar de la Muerte Roja. Cierta noche, el rey decide realizar la mejor fiesta de disfraces jamás hecha.

Para esto, su castillo consta de siete aposentos pintados cada uno de diferente color y con vitrales del mismo tono de las paredes, a excepción de una pieza, la habitación negra, la cual tiene los vitrales pintados de rojo, creando un ambiente terrorífico y fantasmal. Mientras los invitados disfrutan de la fiesta, la gente continúa muriendo fuera, atacada por la enfermedad y sin ninguna ayuda.

Todos en el castillo bailan y se pasean por los aposentos, excepto por el negro, en el que se encuentra además un reloj de ébano que da cada hora, interrumpiendo así la fiesta y provocando en ellos un estado de terror inexplicable. Durante el transcurso de la fiesta, Próspero se fija en un extraño disfrazado con un atuendo negro y el rostro cubierto por una máscara que representa una víctima de la peste.

El príncipe, que se siente gravemente insultado por ello, requiere al desconocido que se identifique. Para horror de todos, el invitado no sólo se revela como víctima de la enfermedad, sino como la personificación de la misma Muerte. A partir de ese momento, todos los ocupantes del castillo contraen la enfermedad y mueren.

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