La Posición del Ser Humano a Través de las Épocas: Destino, Virtud y Fe

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La posición del ser humano en el mundo en las distintas épocas.

La Visión Homérica: El Destino Ineludible

En los tiempos homéricos, la vida del hombre estaba marcada por un destino que él no podía cambiar: la Moira. Esta estaba por encima de la voluntad de los dioses también.

La palabra Moira es la personificación femenina del destino de cada humano. Cada persona tiene su Moira, que es la fortuna o infortunio que le corresponde vivir desde el nacimiento.

Por ejemplo, para Ulises las dificultades que le tocó vivir, estaban escritas de antemano y eran ineludibles.

“Fiera suerte mandábanos Zeus, ¡desdichados nosotros!, preñada de mil pesadumbres” Odisea Canto IX Versos 52-53

Areté: La Búsqueda de la Excelencia

Los griegos creían que los hombres destacados como los héroes debían cultivar en su vida lo que llamaban areté. Areté es un término con el que se designaba la excelencia individual o social. En cuanto a lo individual, es el conjunto de virtudes morales, habilidades, belleza física y elocuencia.

Las virtudes morales eran inteligencia, generosidad, lealtad, honestidad, prudencia, etc.

En Ulises vemos la forma en que resuelve los problemas y obstáculos que se le cruzan en su camino de regreso a casa y sale siempre vencedor ante enemigos poderosos.

“Tal diciendo se iban y yo me reí en mis adentros del engaño del nombre y el plan bien urdido.” Odisea Canto IX Versos 413 – 414

Las habilidades son destrezas físicas con armas y en el combate. La elocuencia es la capacidad de dar un buen discurso, es decir, usar las palabras adecuadas para la ocasión.

En cuanto a lo social, el areté implicaba el reconocimiento por parte de los demás de las virtudes individuales que permitían construir una reputación. El hombre griego dio gran importancia a su reputación. Filósofos como Sócrates hicieron reflexiones al respecto.

El prestigio permitía ser recordado en el futuro por las siguientes generaciones. De lo contrario el hombre estaba condenado al olvido.

“Hemos ganado una gran victoria: matamos al divino Héctor, a quien dentro de la ciudad los troyanos dirigían votos cual si fuese un dios.” Ilíada canto XXII

El reconocimiento social muchas veces se veía reflejado en los obsequios que se hacen entre los personajes.

También debían cultivar el llamado sophrosyne, que es la moderación, mesura y equilibrio en todos los aspectos de su vida.

Cada vez que un hombre se extralimita o lleva a cabo un exceso, por ejemplo, no reconociendo que es menos que los dioses, está cometiendo hybris. Esto siempre tiene consecuencias. Cometiendo hybris se opaca el areté.

En Grecia cada ciudad tenía dioses considerados protectores a quienes los sacerdotes ofrecían sacrificios. Pero no había entre el hombre y esos dioses una relación personal, de confianza ni era posible ampararse en ellos porque al tener pasiones como las humanas, son seres impredecibles.

Una vez terminada la vida terrenal, los griegos creían que había un mundo de los muertos.

La Perspectiva Bíblica: Libre Albedrío y la Relación con Dios

En cuanto al hombre de los tiempos del Antiguo Testamento, su vida era diferente, porque su destino dependía de sus propias elecciones, no era un destino ineludible marcado por Dios (libre albedrío).

“pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.” Génesis 3:3

Contaban con la protección de YHVH, su creador, que está muy interesado en favorecer a su pueblo. Al ofrecerle sacrificios, Dios dejaba de mirar los pecados que los hombres habían cometido y podían seguir su vida sin recibir castigo, lo cual brindaba confianza al pueblo.

En el nuevo testamento, Dios demanda también un cambio interior, le importan los pensamientos y sentimientos del hombre.

“Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” Mateo 5:28

Dios se vuelve más cercano al hombre. La misericordia se alcanza con el arrepentimiento sincero.

Una buena relación con Dios le asegura al hombre vida eterna junto a Él en el cielo, por lo cual, la vida terrenal es algo temporal y pasajera. La vida del hombre no termina acá, y eso le genera esperanza.

En el mundo bíblico el prestigio no tiene tanto valor porque importa más el corazón y la conciencia delante de Dios, que lo que los demás crean del hombre, porque ellos no ven su interior.

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