Poesía elegíaca y lírica en la literatura latina
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Poesía elegíaca y lírica en la literatura latina
Poesía elegíaca
La elegía latina, a diferencia de la mayoría de los géneros poéticos, gozó de una vida efímera. Continuadora de la griega, que había sido cultivada en Grecia desde el siglo VII hasta la época helenística, la elegía latina toma de la griega:
- Metro: escrita en dísticos elegíacos, estrofa compuesta por la sucesión de un hexámetro y un pentámetro.
- Elevado cuidado de la forma: búsqueda de la perfección en la lengua, el estilo y la estructura.
- Variedad temática (variatio): política, patriótica, expresión de sentimientos eróticos o dolorosos.
La elegía latina se desarrolla en la segunda mitad del siglo I a.C. y sus características principales son:
- Composiciones relativamente extensas, a diferencia de las elegías griegas, que generalmente tenían una extensión breve, a modo de epigramas.
- Expresión de sentimientos en primera persona, principalmente amorosos.
- Carácter erudito, los poetas elegíacos se sirven de la mitología y de la evocación e imitación de otros poetas griegos y latinos.
Los autores que cultivaron la elegía en Roma son:
- CATULO: aunque es un poeta lírico, es considerado como precursor de la elegía latina gracias a su poema 68, unánimemente considerado como la primera elegía en lengua latina. Se trata de una extensa composición de carácter subjetivo dirigida a un amigo de Catulo, en la que el poeta habla de sus amores con Lesbia e intercala una larga digresión mitológica que le brinda pretexto para una segunda digresión relativa a la reciente muerte de su propio hermano.
- CORNELIO GALO: creador de la elegía latina, apenas se conserva nada de su obra, de la que se sabe por referencias indirectas que estaba dedicada a su amor por una mima, a la que se refiere por el pseudónimo de Licóride.
- CORPUS TIBULLIANUM: se trata de una recopilación de las creaciones del círculo de Mesala, protector de poetas y afín a Augusto. Se conoce con este nombre por ser Tibulo el autor de mayor peso de los que en él se contienen.
- Tibulo: sus elegías presentan temas variados, aunque su principal fuente de inspiración es su amada Delia.
- Lígdamo: se trata de un enigma literario, se ha llegado a pensar que era el propio Ovidio de joven, pero lo más prudente es aceptar que se trata de un joven poeta más del círculo de Mesala. Presenta la novedad de que dedica sus elegías a su infortunado amor por su propia esposa, Neera.
- Sulpicia: joven de elevada condición, constituye otro enigma literario, al que se le suma el excepcional hecho de que se trate de una mujer. Sus elegías contienen su chocante y desequilibrada historia de amor con un joven esclavo, Cerinto.
- PROPERCIO: escribió cuatro libros de elegías al servicio de su amor por Cintia, por lo general mucho más breves que las tibulianas; el primero, de enorme éxito, le valió la atención de Mecenas. Paulatinamente Cintia se va convirtiendo en un tópico literario, hasta que Propercio abandona la elegía erótica por la elegía patriótica y etiológica.
- OVIDIO: poeta muy prolífico, cultivó varios géneros literarios. Su obra elegíaca se divide en dos:
- Elegía erótica: en su juventud escribió Amores, cinco libros de elegías en la senda de sus predecesores en los que cuenta su amor por Corina. Resultan más producto de una voluntad literaria que de una verdad vivida.
- Elegía de exilio: por razones dudosas, en el 8 d.C. Ovidio fue condenado al exilio en el Mar Negro por orden de Augusto. Allí escribió Tristia (Tristes) y Epistulae ex Ponto (Cartas desde el Ponto), un nuevo tipo de poesía elegíaca que expresa la nostalgia nacida del alejamiento forzoso de todo lo querido.
Poesía lírica
Cultivada en Roma desde finales del siglo II a.C., alcanza su máximo esplendor en el siglo I a.C. con las figuras de Catulo y Horacio. Se trata de un género literario de origen griego, cultivado en el mundo helenístico por grandes poetas como Píndaro, Safo, Alceo, Anacreonte o Teócrito. Su nombre alude a la antigua costumbre griega de recitar los poemas con el acompañamiento de un instrumento musical, generalmente la lira; esta costumbre se perdió en Roma, pero el nombre se conservó.
Sus características principales son:
- Expresión del sentimiento subjetivo del autor: desde el más dulce amor al odio más enconado, la amistad o el carácter efímero de la vida.
- Gusto por lo individual: renuncia de toda grandeza a favor de la intimidad y la vida privada.
- Concisión: composiciones breves y refinadas.
- Polimetría: variedad métrica, no se ciñen a un solo metro.
Los neotéricos o poetae novi son los primeros poetas líricos de Roma, de los cuales, a excepción de Catulo, se conservan escasos fragmentos. El término neotérico, “moderno”, fue acuñado por Cicerón de manera despectiva para referirse a una generación de poetas por lo general apolíticos que abarcaba desde la dictadura de Sila (82-79 a.C.) hasta la batalla de Accio (31 a.C.), procedentes en su mayoría de familias acomodadas de la Galia Cisalpina. Su innovadora poesía se caracteriza por su fuerte influencia del poeta helenístico Calímaco (s. III a.C.), que se resume en lo siguiente:
- Repudio hacia los grandes géneros literarios como la épica y preferencia por las composiciones breves y refinadas.
- Temática variada, aunque con predominio de la erótica.
- Variedad y perfección métrica, ruptura con la identificación de un metro con un tema determinado.
- Excesivo cuidado de la forma (labor limae).
CATULO (84-54 a.C.)
Nacido en Verona en el seno de una familia acaudalada, que pudo dotarle de una excelente educación y facilitarle un trato social elevado con políticos, aristócratas e intelectuales. A los veinte años se trasladó a Roma para dedicarse íntegramente a la poesía y allí murió a los treinta años.
Perteneciente a la generación de los neotéricos, es el único cuya obra se conserva prácticamente íntegra: 116 poemas, ordenados conforme a su naturaleza formal y no según un orden cronológico, que se dividen en:
Polimétricos (1-60)
60 poesías breves en metros variados, con influencias de la lírica arcaica griega. De temática variada, son los poemas más subjetivos e imaginativos de Catulo, que los concibe como pertenecientes al dominio del juego (se refiere a ellos como nugae, “bagatelas”), sin impedir esto que muestren gran elaboración y cultura. Entre ellos cabe destacar el poema 51, inspirado en un célebre poema de la poetisa griega Safo.
Poemas largos (61-68)
Los temas de sus poemas breves reaparecen en estas composiciones a nivel mítico. Se trata de:
- Dos epitalamios o cantos nupciales.
- Un poema en galiambos, metro tradicional de la lírica griega.
- Un epilio (64), forma épica breve en hexámetros.
- Cuatro poemas en dísticos elegíacos, de entre los que destaca el 68, considerado como la primera elegía latina de carácter subjetivo.
Epigramas (69-116)
44 poemas breves de carácter sentencioso escritos en dísticos elegíacos. Repletos de un tono satírico, suponen una ruptura con el epigrama helenístico al reflejar elementos de la sociedad romana tradicional y enemistades personales.
Los poemas de Catulo constituyen el primer libro de poesía personal de la literatura latina. En ellos plasmó Catulo su amor por Clodia, mujer de gran belleza y cultura de la alta sociedad romana, casada, a la que Catulo llama Lesbia en honor a Safo, la gran poetisa de Lesbos. Dedicó veinticinco poemas a Lesbia, que trazan la cronología de su amor desde unos comienzos idílicos hasta la desilusión final: vivió una apasionada y turbulenta historia de amor con sus fases de felicidad, duda, reconciliación y ruptura definitiva. El carácter secuencial de los poemas que relatan esta intensa historia de amor trasmite a los poetas posteriores la noción de un único asunto, una única amada y una fidelidad sin precedentes.
HORACIO (65-8 a.C.)
Nacido en el sur de Italia, hijo de un liberto, recibió una esmerada educación, primero en Roma y después en Atenas. Cuando regresó a Roma, entró en el círculo de Mecenas y tuvo también la protección de Augusto.
Horacio es heredero de la lírica griega, de la poesía helenística y del neoterismo, su versión romana. Así, su obra lírica se caracteriza por:
- Predominio de las composiciones breves y refinadas.
- Variedad temática, destacan temas como el canto a los dioses, el encomio de héroes y deportistas, la grandeza de Roma y de Augusto, el amor, la amistad y los placeres del banquete.
- Variedad métrica.
- Elevada perfección formal que no deja nada a la improvisación, resultando sus versos más contenidos que los de su predecesor Catulo.
LOS TÓPICOS HORACIANOS
El término “tópico” procede del griego topos, “lugar”. Un tópico literario es un “lugar común” de aplicación universal, una frase hecha retórica y literaria que se repite, con leves variaciones, a lo largo de la historia de la literatura. Se trata de expresiones concisas y contundentes que, a diferencia de los refranes o proverbios morales de tradición oral y origen popular, tienen su origen en un contexto o registro culto literario, aunque se popularicen posteriormente.
Ya los griegos recurrieron a estos lugares comunes y los denominaron con el nombre de tópicos: en Atenas, Aristóteles escribió un tratado sobre este tema, Topica; más tarde, en Roma, Cicerón, en un opúsculo del mismo nombre, resume dicho tratado aristotélico.
Horacio nos ha dejado en su obra numerosos tópicos que han tenido mucho éxito en la filosofía y en la literatura universal, e, incluso, en el habla popular. Aunque no todos ellos son de creación propia, ya que algunos procedían de la tradición literaria y filosófica griega, hicieron fortuna gracias al lírico latino.
Los tópicos horacianos más famosos son:
- Beatus ille: este tópico, que son las dos primeras palabras del epodo 2, pretende hacer una alabanza de la vida retirada, de la vida rural y sencilla en contacto con la naturaleza frente a la vida urbana; defiende un ideal de felicidad basado en la ausencia de pasiones, vanidad, avaricia y cargos para vivir de acuerdo con la propia conciencia, retirado, anteponiendo el otium (“ocio” entendido como tiempo libre para enriquecerse culturalmente) frente al negotium (“negocio”).
- Carpe diem: aparece por primera vez en una oda en la que Horacio se dirige a Leucónoe, que entonces todavía era joven, y le reprocha que quiera indagar lo que el porvenir le depara consultando a los astrólogos; a cambio, la incita a disfrutar de una juventud que será tan breve como la belleza de la rosa. Se trata de un resumen de la filosofía epicúrea: hay que saber vivir y disfrutar sin malgastarlo del momento presente, que es efímero (tempus fugit, “el tiempo huye”), y dejar a un lado el futuro, que es incierto.
- Aurea mediocritas: es la aspiración a conseguir el justo término medio, el equilibrio y la moderación en todos los aspectos de la vida, rehuyendo los excesos y las ambiciones para llegar a la felicidad. El término mediocritas no tiene el sentido peyorativo del castellano “mediocridad”, sino que se entiende como sencillez y recoge el concepto del equilibrio clásico: Aristóteles, en la senda de la máxima del oráculo de Delfos “nada en demasía”, defendía que en el medio de dos extremos viciosos está la virtud.
CATULO (84-54 a.C.)
Nacido en Verona en el seno de una familia acaudalada, que pudo dotarle de una excelente educación y facilitarle un trato social elevado con políticos, aristócratas e intelectuales. A los veinte años se trasladó a Roma para dedicarse íntegramente a la poesía y allí murió a los treinta años.
Perteneciente a la generación de los neotéricos, es el único cuya obra se conserva prácticamente íntegra: 116 poemas, ordenados conforme a su naturaleza formal y no según un orden cronológico, que se dividen en:
Polimétricos (1-60)
60 poesías breves en metros variados, con influencias de la lírica arcaica griega. De temática variada, son los poemas más subjetivos e imaginativos de Catulo, que los concibe como pertenecientes al dominio del juego (se refiere a ellos como nugae, “bagatelas”), sin impedir esto que muestren gran elaboración y cultura. Entre ellos cabe destacar el poema 51, inspirado en un célebre poema de la poetisa griega Safo.
Poemas largos (61-68)
Los temas de sus poemas breves reaparecen en estas composiciones a nivel mítico. Se trata de:
- Dos epitalamios o cantos nupciales.
- Un poema en galiambos, metro tradicional de la lírica griega.
- Un epilio (64), forma épica breve en hexámetros.
- Cuatro poemas en dísticos elegíacos, de entre los que destaca el 68, considerado como la primera elegía latina de carácter subjetivo.
Epigramas (69-116)
44 poemas breves de carácter sentencioso escritos en dísticos elegíacos. Repletos de un tono satírico, suponen una ruptura con el epigrama helenístico al reflejar elementos de la sociedad romana tradicional y enemistades personales.
Los poemas de Catulo constituyen el primer libro de poesía personal de la literatura latina. En ellos plasmó Catulo su amor por Clodia, mujer de gran belleza y cultura de la alta sociedad romana, casada, a la que Catulo llama Lesbia en honor a Safo, la gran poetisa de Lesbos. Dedicó veinticinco poemas a Lesbia, que trazan la cronología de su amor desde unos comienzos idílicos hasta la desilusión final: vivió una apasionada y turbulenta historia de amor con sus fases de felicidad, duda, reconciliación y ruptura definitiva. El carácter secuencial de los poemas que relatan esta intensa historia de amor trasmite a los poetas posteriores la noción de un único asunto, una única amada y una fidelidad sin precedentes.
HORACIO (65-8 a.C.)
Nacido en el sur de Italia, hijo de un liberto, recibió una esmerada educación, primero en Roma y después en Atenas. Cuando regresó a Roma, entró en el círculo de Mecenas y tuvo también la protección de Augusto.
Horacio es heredero de la lírica griega, de la poesía helenística y del neoterismo, su versión romana. Así, su obra lírica se caracteriza por:
- Predominio de las composiciones breves y refinadas.
- Variedad temática, destacan temas como el canto a los dioses, el encomio de héroes y deportistas, la grandeza de Roma y de Augusto, el amor, la amistad y los placeres del banquete.
- Variedad métrica.
- Elevada perfección formal que no deja nada a la improvisación, resultando sus versos más contenidos que los de su predecesor Catulo.
LOS TÓPICOS HORACIANOS
El término “tópico” procede del griego topos, “lugar”. Un tópico literario es un “lugar común” de aplicación universal, una frase hecha retórica y literaria que se repite, con leves variaciones, a lo largo de la historia de la literatura. Se trata de expresiones concisas y contundentes que, a diferencia de los refranes o proverbios morales de tradición oral y origen popular, tienen su origen en un contexto o registro culto literario, aunque se popularicen posteriormente.
Ya los griegos recurrieron a estos lugares comunes y los denominaron con el nombre de tópicos: en Atenas, Aristóteles escribió un tratado sobre este tema, Topica; más tarde, en Roma, Cicerón, en un opúsculo del mismo nombre, resume dicho tratado aristotélico.
Horacio nos ha dejado en su obra numerosos tópicos que han tenido mucho éxito en la filosofía y en la literatura universal, e, incluso, en el habla popular. Aunque no todos ellos son de creación propia, ya que algunos procedían de la tradición literaria y filosófica griega, hicieron fortuna gracias al lírico latino.
Los tópicos horacianos más famosos son:
- Beatus ille: este tópico, que son las dos primeras palabras del epodo 2, pretende hacer una alabanza de la vida retirada, de la vida rural y sencilla en contacto con la naturaleza frente a la vida urbana; defiende un ideal de felicidad basado en la ausencia de pasiones, vanidad, avaricia y cargos para vivir de acuerdo con la propia conciencia, retirado, anteponiendo el otium (“ocio” entendido como tiempo libre para enriquecerse culturalmente) frente al negotium (“negocio”).
- Carpe diem: aparece por primera vez en una oda en la que Horacio se dirige a Leucónoe, que entonces todavía era joven, y le reprocha que quiera indagar lo que el porvenir le depara consultando a los astrólogos; a cambio, la incita a disfrutar de una juventud que será tan breve como la belleza de la rosa. Se trata de un resumen de la filosofía epicúrea: hay que saber vivir y disfrutar sin malgastarlo del momento presente, que es efímero (tempus fugit, “el tiempo huye”), y dejar a un lado el futuro, que es incierto.
- Aurea mediocritas: es la aspiración a conseguir el justo término medio, el equilibrio y la moderación en todos los aspectos de la vida, rehuyendo los excesos y las ambiciones para llegar a la felicidad. El término mediocritas no tiene el sentido peyorativo del castellano “mediocridad”, sino que se entiende como sencillez y recoge el concepto del equilibrio clásico: Aristóteles, en la senda de la máxima del oráculo de Delfos “nada en demasía”, defendía que en el medio de dos extremos viciosos está la virtud.