Platón: Esencias y la Idea de Bien
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Platón: Las Esencias y la Idea de Bien
Del Ser a la Esencia
El descubrimiento de las esencias. Sócrates dará una nueva orientación al pensamiento filosófico. Para Sócrates, el problema fundamental no es aclarar qué es la naturaleza, sino qué es la justicia, qué es el bien, qué es la virtud, qué es la belleza, etc. Al "ser" entendido así, como el ser de un determinado tipo de cosas, le llamamos esencia. Por lo tanto, a Sócrates no le interesa aclarar qué es el "ser" en general, sino aclarar cuál es la esencia de las realidades en base a las cuales organizamos nuestra vida. Pues bien, la esencia de algo residiría, según Sócrates, en una definición que valiese para toda la especie de "cosas" de las que se trata. Así, aclarar cuál es la esencia del "bien" consistiría en dar una definición de bien que valiese para todas las cosas o actos buenos. Esta definición sería algo universal (valdría para todo lo encontrado bueno) y eterna (una vez encontrada, no cambiaría con el tiempo).
Las esencias, según Platón. Platón es un discípulo de Sócrates, de quien hereda su preocupación por desentrañar el ser de las cosas tales como la belleza, la justicia, etc. Pero Platón va más allá de Sócrates y considera que las esencias no son meras definiciones, sino realidades formales (es decir, no materiales) que existen al margen de las cosas sensibles. A estas esencias, separadas de las cosas, Platón les llama "formas" o "ideas". Así, por ejemplo, al margen de los actos o decisiones justas existiría, según Platón, la "idea de justicia". Esta manera de entender las esencias lleva a Platón a defender la existencia de dos niveles de realidad: el mundo sensible y el mundo inteligible.
Mundo Sensible y Mundo Inteligible
El Mundo Sensible
El mundo sensible es el mundo inmediato en el que nos desenvolvemos, es el que percibimos a través de los sentidos. Está hecho de materia ordenada. Por estar hecho de materia, podemos diferenciar en él individuos; cada trozo de materia ordenada es un individuo (la mesa en la que me apoyo, mi compañero de pupitre, el árbol que asoma tras la ventana, etc.). Tales individuos están además compuestos de partes, y son cambiantes (y por ello perecederos), pues la materia tiende al desorden. Los seres que constituyen el mundo sensible solo son algo, solo tienen una determinación (son mesas, triángulos, cosas buenas, bellas, justas...), en tanto la reciben del mundo inteligible. Es decir, las cosas sensibles reciben su ser, su esencia, del mundo inteligible.
El Mundo Inteligible
El mundo inteligible o "mundo de las ideas" está constituido por entidades inmateriales, que son simples, universales y eternas. Son universales porque, al no haber en ellas elementos físicos que establezcan diferenciaciones individuales, solo se podrán diferenciar unas de otras porque respondan a un orden o una determinación diferente. Pero justamente una determinación diferente implica una especie, un universal, diferente. Y son eternas, porque al no estar constituidas de partes físicas no pueden cambiar. Aunque Platón las denomine "ideas", no quiere decir eso que sean pensamientos en la mente de alguien. Como ya dijimos, tales "ideas" tienen realidad por sí mismas, poseen realidad formal, una realidad similar a la de las entidades matemáticas. Las "ideas" constituyen la esencia de las cosas. Esto quiere decir que, por ejemplo, una acción es justa porque participa de la "idea de justicia". Dicho de otro modo, una acción justa viene a ser algo así como una plasmación material de la "idea de justicia".
La Idea de Bien como Fundamento
El problema es que las "ideas", si bien son eternas, inmutables, etc., son múltiples (hay un número ingente de ideas: idea de belleza, de bien, de ser, de unidad, de triangularidad, etc.). Por lo que nos plantea, de nuevo, el problema de cómo encontrar un fundamento para esa multiplicidad; algo que la dote de unidad. Para encontrarlo, hay que ir ascendiendo desde las "ideas" menos generales hasta las más generales. Así, de la "idea de perro", ascendemos, por ejemplo, a la idea de mamífero y de esta a la de "animal", etc. En la cumbre estará la "idea" más general, aquella que las abarque a todas, aquella común a todas. Esta es, según Platón, "la idea de bien", que Platón identifica con el orden, la determinación. Todas las "ideas" participan de la "idea de bien" (en el sentido de que todas son ordenadas, perfectamente determinadas). De modo que la "idea de bien" constituye el principio o fundamento de toda la realidad.
Ciencia y Opinión
Las "ideas", por ser inmutables y universales, constituyen, como el ser de Parménides, el objeto de la razón, de la ciencia. El mundo inteligible es un mundo racional, que no puede ser captado a través de los sentidos, sino del entendimiento. Por el contrario, el mundo sensible, constituido por cosas compuestas y cambiantes, no puede ser explicado racionalmente. Platón sostiene, al igual que lo habían hecho antes Parménides y Zenón, que acerca de lo sensible solo se pueden emitir opiniones.