El Plan Divino para la Paz: Obediencia y Bendiciones

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El Plan Divino para la Paz

(Tomado de The Church News)

¿Cuáles son algunas de las reglas de Dios para acabar con las guerras, la pobreza, la violencia y el crimen?

Lo hemos intentado con los métodos del hombre y continuaremos haciéndolo, aunque sin éxito. Pero Dios tiene un plan: es mediante la obediencia al Evangelio del Señor Jesucristo. ¿Y cuáles son algunos de estos requisitos?

Requisitos Divinos para la Paz

Uno de los más importantes es el día de reposo. Moisés enseñó que la observancia a esta ley es una de las señales por las que se puede identificar a los verdaderos creyentes (Éxodo 31). Se han hecho grandes promesas a los que cumplan con esta ley.

Pero en la actualidad, ¿cuántas personas lo adoran humildemente en su Día Santo? ¿Cuántos aprovechan ese día para diversión y negocios?

Moisés también dijo que la observancia del día de reposo significa el convenio perpetuo que existe entre el Señor y sus verdaderos seguidores. Pero si la señal del convenio desaparece, ¿deja el convenio mismo de existir? ¿Podemos darnos el lujo de privarnos de este convenio? ¿Podemos darnos cuenta del costo de tal pérdida?

Otra de las grandes leyes que el Todopoderoso nos dejó es la que pertenece a la moral.

¿Cuándo se dará cuenta la humanidad que ante los ojos de Dios el pecado sexual sigue al asesinato en la categoría del crimen? A medida que este mundo convierte la moral en un juguete, se burla del Creador que la estableció y santificó mediante reglas divinas de conducta.

¿Pueden los que violan esta ley, abiertamente o en secreto, esperar algo más a no ser enfermedades, destrucción y amarguras?

El Señor enérgicamente condenó el uso de bebidas alcohólicas y de estimulantes esclavizadores. ¿Puede una generación que está dispuesta a vender su primogenitura por licor y drogas, recibir las bendiciones del Dios cuya palabra rechaza?

El Señor también requiere honradez, compasión, pureza y buen carácter por parte de sus seguidores.

¿Pueden los mentirosos, estafadores, calumniadores, aquellos que están listos a hacer lo malo y sembrar la discordia, reclamar la misericordia de un Dios justo? ¿Pueden hacerlo los deshonestos, los impuros?

¿Puede alguna cosa buena venir a los que niegan la misericordia a su prójimo, que roban a viudas y huérfanos, sin afecto natural, arrogantes, orgullosos, amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, blasfemos, falsos, incontinentes, crueles y que aborrecen lo bueno?

¿Pueden esperar las bendiciones del cielo aquellos que rehúsan hacer a otros lo que quieren que se haga con ellos? Si no amamos a nuestros semejantes, como Jesús lo enseñó, ¿cómo podemos profesar un amor genuino hacia Dios?

¿Pueden aquellos que oran hipócritamente, que aborrecen la caridad verdadera y se mofan de sus ordenanzas sagradas, escapar a la condenación de un Dios indignado cuyo Espíritu no siempre permanecerá con el hombre?

Todo cristiano debería saber que Dios no anda por caminos torcidos y que no tolera la perfidia de los hombres. Todos deberían saber también que el único camino seguro es el estrecho y angosto y que nadie puede andar en él a menos que se humille ante el Padre ofendido, reconozca su culpa y ruegue por misericordia a medida que mejore su vida.

El Rol de los Santos de los Últimos Días

Los Santos de los Últimos Días deben saber ya a esta altura que todos aquellos que cumplen y hacen Su voluntad, andando en obediencia con los mandamientos, recibirán salud en sus ombligos y médula en sus huesos y encontrarán sabiduría y grandes tesoros de conocimiento, aun tesoros escondidos, y encontrarán paz en sus almas.

En este momento también deberían haber aprendido la verdad de las palabras del Señor cuando dijo: "... mas cuando no hacéis lo que os digo, ninguna promesa tenéis."

Por otra parte, también deben saber que al seguir a su líder que es su Profeta y Presidente, pueden andar por el valle de la sombra de la muerte y no temer. El Todopoderoso los llevará a lugares mejores y con su báculo y vara los protegerá; preparará una mesa para ellos aun en la presencia de sus enemigos y la bondad y misericordia los acompañarán durante el resto de sus vidas.

Los Santos de los Últimos Días son sólo una pequeña porción de la población del mundo, pero la obediencia al Señor debe empezar en alguna parte. Por tanto, todo Santo de los Últimos Días deberá dedicarse a obedecer los mandamientos de Dios y seguir la dirección del Presidente de la Iglesia.

Al menos, de esta manera, estarán haciendo una gran contribución a la paz.

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