Petronio y Apuleyo: Retrato de la Sociedad Romana a Través de la Sátira y la Fantasía
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Petronio y El Satiricón
Todavía hoy día los filólogos discuten sobre Petronio y la autoría de estas páginas. La opinión general es que Petronio era un aristócrata contemporáneo y amigo de Nerón. Al parecer, perteneció a la filosofía epicúrea y, en consecuencia, fue amante de los placeres refinados. Fue en Bitinia y, como tantos partidarios y admiradores de Nerón en su momento, acabó cayendo en desgracia y se suicidó. Sea este el autor o sea Tito, quien desempeñó el consulado entre los años 60 y 65, lo cierto es que el autor de El Satiricón conoce el ambiente de la corte de Nerón y el entorno social de la Roma de su tiempo.
El Satiricón es una obra fragmentada, y la reconstrucción de su argumento general parece una empresa complicada. La obra constaba de 17 libros, de los cuales solo nos han llegado algunos fragmentos. El núcleo básico de lo conservado se conoce con el nombre de "Cena de Trimalción", que es algo más que una simple narración. La trama es un tanto inconsistente, y son las figuras de Encolpio (principalmente) y Gitón las que sirven de hilo conductor entre los diversos episodios, algo que también sucede en varias novelas contemporáneas.
En cualquier caso, se trata de dos cuadros básicos y muy distintos, pero que nos bastan para hacernos una idea de lo que pudo ser la novela. El primer gran cuadro, la llamada "Cena de Trimalción", nos acerca al mundo de la sátira y de la histriografía romana. Realismo, crudeza a veces excesiva, descripción exacta y personajes grotescos salpican todo el episodio, que ha inspirado a notables cineastas contemporáneos. Los vicios y los excesos desfilan con enorme realismo por las páginas de El Satiricón. Petronio se limita a sacarlos a la luz y a ponerlos en relieve, sin una intención moralizante; es todo un documento social de la Roma neroniana.
El segundo bloque está compuesto por una serie de peripecias acaecidas a los protagonistas y recuerda más a las llamadas historias milesias que a las griegas. Lo más importante no es la aventura más o menos fantasiosa, sino las vicisitudes de unos protagonistas que se mueven por la vida dando tumbos, a la manera de lo que serán los pícaros de la novela. Dicho de otro modo, personajes de El Satiricón que se mueven por las cloacas de la Roma neroniana, ya sea en espacios cerrados o abiertos, pero siempre gente de baja estofa y de la peor calaña, que sobreviven malamente, pero al fin y al cabo sobreviven.
Censurada en algunos momentos, la novela de Petronio, incierta por su apariencia incoherente, puede dejar indiferente al lector. Sin embargo, el protagonista inaugura con su obra toda una corriente que, pasando por la novela picaresca, desemboca en buena parte de la novelística y de la cinematografía contemporánea.
Apuleyo y Las Metamorfosis o El Asno de Oro
Transcurre un siglo hasta que aparece la obra de Apuleyo. Este era nativo de África y emigró a Atenas y después a las provincias orientales antes de afincarse en Roma. Su obra es totalmente diferente en cuanto a su argumento y su lenguaje, pero comparte con El Satiricón el gusto por la peripecia como motor y los entresijos de la sociedad romana como marco en el que se mueve el protagonista.
En cada uno de los episodios que jalonan estas peripecias se insertan relatos de índole diversa. El más famoso y el más hermoso es el cuento de Cupido y Psique, que Apuleyo pone en boca de una vieja que intenta distraer así a la joven Cárite durante su secuestro. No todos los relatos son así de finos y románticos; también hay historias de adulterio y de truculentas relaciones entre hijastros y madrastras. El gusto por insertar un relato dentro de la trama general de la novela es algo que nos hace recordar al Quijote cervantino. La literatura de siglos muy posteriores ha bebido de fuentes romanas.
Esta novela se muestra coherente, estructurada y de fácil comprensión para el lector. Es un documento de la sociedad del siglo II d.C., en pleno apogeo del imperio. Al igual que en El Satiricón, es la sociedad de más baja estofa la que aparece retratada: gente burda, sin cultura ni delicadeza alguna, delincuentes sin escrúpulos. Nuestro asno Lucio está por encima de ellos, una de las conclusiones más claras que se obtienen tras leer con detenimiento la novela. La diferencia radica en que aquí es una sociedad menos urbana, más campesina, la que se retrata con realismo, sin tanta crudeza ni exageración como en Petronio.
El clima fantasioso nos lleva a Oriente. No olvidemos que el autor es un hombre culto y viajado. Se manifiesta asimismo el amor por las religiones místicas que acabarían por tener auge en la Roma imperial.
No solo se refleja el ambiente oriental, sino también en su estilo literario. Aparecen figuras de palabras que salpican los once libros de las Metamorfosis, que San Agustín, siglos más tarde, bautizaría con el nombre de El Asno de Oro, con el que se conoce comúnmente esta novela de Apuleyo, reservándose el título de Metamorfosis para la ingente obra de Ovidio.
La posteridad ha puesto esta novela en relación con las novelas griegas. Incluso Apuleyo se manifiesta deudor de la tradición de las fábulas milesias, de esas fábulas milesias procaces, fantasiosas y atrevidas, que llevaban los soldados del imperio en sus mochilas para matar sus ratos libres. Un género humilde, menor, que sin embargo ha llegado a nuestros días, calando en el público de la sociedad globalizada, que, desde luego, lo idolatra y lo ensalza como si fuera el más excelso y el mayor.