Personajes y Simbolismo en 'La Casa de Bernarda Alba' de Federico García Lorca
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Personajes
En La Casa de Bernarda Alba, todos los personajes principales son femeninos, aunque se nombra a algunos personajes masculinos como Pepe el Romano. Podemos clasificar a los personajes en tres categorías:
- Personajes visibles: Son aquellos que aparecen en escena. Aquí encontramos a las protagonistas, como Bernarda Alba, sus hijas, su madre (María Josefa) y Poncia. También figuran personajes secundarios como la criada, la mendiga, Prudencia, la muchacha y otras mujeres que aparecen en momentos concretos.
- Personajes ocultos: Nunca aparecen en escena, solo son nombrados por los personajes visibles. En esta categoría encontramos a Pepe el Romano, la hija de la Librada y los segadores.
- Personajes anecdóticos: Se mencionan de forma breve y no tienen una influencia significativa en la acción. Ejemplos de estos son Antonio María Benavides, Enrique Humanes, Paca la Roseta, Adelaida, la mujer de las lentejuelas, Arturo (el notario), el marido y el hijo de Poncia, y el hombre de los encajes.
Los personajes están caracterizados de diversas formas a lo largo de la obra. La forma en que interactúan entre sí es crucial para definirlos, pero el autor también utiliza otras técnicas:
Bernarda Alba
Se caracteriza por su carácter agresivo. Su apellido, "Alba", puede estar relacionado con su afán de limpieza exterior y su preocupación por las apariencias. Las criadas la describen como autoritaria, dominante, violenta, hipócrita, clasista, mezquina, cotilla y odiada por todos. Las mujeres del duelo la insultan en voz baja. Su lenguaje está lleno de expresiones imperativas, y la primera y la última palabra que pronuncia es "silencio". Expresa una ideología conservadora, especialmente en lo que respecta a los roles de género y la sexualidad. Se autodefine como la autoridad indiscutible. Sus movimientos escénicos son violentos y vigorosos, y utiliza un bastón para imponer silencio, amenazar o golpear a sus hijas.
Poncia
Su nombre la relaciona con Poncio Pilatos y su ambigüedad al implicarse o no en los problemas de la casa, de la cual es una especie de ama de llaves. Habla a las hijas de Bernarda sobre los hombres y tiene la misma edad que Bernarda. Se autodefine como una criada fiel, pero no oculta su resentimiento por las humillaciones recibidas. Usa vulgarismos en su lenguaje.
Las Hijas
Todas comparten la necesidad de amar y la ansiedad por la figura del varón. Sus movimientos escénicos se caracterizan por el estatismo: la mayor parte del tiempo están sentadas, en contraste con el dinamismo de Bernarda.
- Adela: Sus hermanas la definen como la más joven, y ella se autodefine como guapa y lozana. Se caracteriza por un vestido verde y un abanico de flores rojas y verdes, que contrastan con el negro del luto. Rompe el bastón de Bernarda al enfrentarse a ella. Su nombre significa “de carácter noble”. Está dispuesta a afrontar la marginación social por defender su libertad sexual.
- Martirio: Su nombre alude a la frustración de su pasión amorosa y a la envidia que siente por sus hermanas, especialmente por Adela. Se reconoce como débil y fea, y otros personajes la definen como jorobada y un pozo de veneno. Otra de sus características principales es la hipocresía con la que disimula su amor por Pepe y su odio por Adela. Maneja una foto de Pepe, robada a Angustias.
- Angustias: Es la mayor de las hermanas, hija de otro padre y la más rica. Se dice de ella que está vieja y es enfermiza, y no tiene buen carácter. Causa la envidia de sus hermanas, que quisieran estar en su lugar.
- Magdalena: Es la única que llora en el funeral de su padre. Muestra afecto por Adela y es la más resignada.
- Amelia: Es la más simple y la que más teme a la madre. Aprecia a Martirio y siente cierto pudor respecto a los hombres.
María Josefa
Es la madre de Bernarda y está encerrada en su habitación. Es la primera en quebrantar las normas de Bernarda respecto al silencio. Su locura es simbólica y expresa los deseos de todas. Usa un lenguaje surrealista y simbólico. Se caracteriza por las flores con que se adorna y la oveja que lleva en brazos, que puede referirse a la maternidad frustrada de sus nietas.
Pepe el Romano
Es para todas las hermanas la encarnación de la idea del varón. Se refieren a él como alguien atractivo y fuerte, y se alude a su poder sexual. Adela está dispuesta a entregarse a él a cualquier precio. Prefiere casarse con Angustias por su dinero, aunque mantiene relaciones clandestinas con Adela. Sin embargo, ninguna de las hermanas lo culpa por ello.
Realidad y Poesía
García Lorca tomó para esta obra ciertos datos de la realidad de su propio vecindario: nombres de personajes, la situación dramática básica, la ambientación, etc. Sin embargo, sometió estos elementos a una fuerte elaboración poética y simbólica. Todo esto se presenta desde una dimensión poética:
- Hipérbole en los caracteres y la diferencia de edad excesiva entre Angustias y Pepe.
- Estructuración de la obra en dos planos: uno real, representado, y otro imaginado, no visible y simbólico.
- Abundancia de antítesis.
Lo más importante es su lenguaje poético, con abundantes figuras literarias en el habla de los personajes, de forma que parezca espontáneo y natural. Encontramos imágenes sorprendentes y metáforas mezcladas con expresiones coloquiales, vulgarismos, andalucismos, insultos y frases hechas. Los rasgos realistas abundan en el primer acto y van disminuyendo hasta quedar al mínimo en el tercer acto, en el que los personajes se diluyen cada vez más.
- Primer acto: Se inicia con Poncia comiendo pan y chorizo, y la criada limpiando, acciones totalmente cotidianas y tan realistas como el doblar de las campanas, la llegada del notario, etc.
- Segundo acto: Vemos a las mujeres cosiendo, la visita del vendedor de encajes, el canto de los segadores, el calor y, por último, los episodios del retrato y la hija de la Librada.
- Tercer acto: Se inicia con las mujeres cenando. También son realistas los golpes del caballo en el corral, los ladridos de los perros y la paja de las enaguas de Adela al entrar desde el corral.
También se introducen elementos mágicos, fantasmagóricos o poéticos: la noche estrellada, la persecución en la semioscuridad entre Adela, Martirio y María Josefa, la imagen de la anciana con la oveja en brazos, etc. Es decir, la obra pierde realismo y aumenta su dimensión poética. También aparece el verso en cuatro ocasiones:
- En la letanía.
- En la canción de los segadores.
- En un dicho popular con forma estrófica.
- En la canción de cuna que canta María Josefa a la oveja.