Persecuciones a los Cristianos en el Imperio Romano: Causas, Fundamentos y Consecuencias
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Causas de las Persecuciones a los Cristianos en el Imperio Romano
Las persecuciones contra la Iglesia empezaron desde el momento mismo en que los apóstoles aparecieron en público predicando la doctrina de Cristo. La tolerancia religiosa era una de las características fundamentales del Imperio Romano. Cada pueblo conquistado podía conservar sus dioses y sus cultos; únicamente los oficiales y soldados romanos estaban obligados al culto oficial del imperio. También los ciudadanos de Roma podían practicar libremente los cultos extranjeros.
La participación en el culto público oficial se consideraba como expresa manifestación de fidelidad al Estado, sobre todo desde que se empezó a tributar culto al emperador y a la diosa Roma. Los judíos eran los únicos que no asistían al culto público oficial del imperio, pues gozaban de privilegios especiales respecto a su religión. Al principio, el Imperio Romano consideraba el cristianismo como una secta judía, pero como los judíos consideraban a los cristianos como traidores a su patria y a su religión, no consintieron por mucho tiempo que estos se extendieran a la sombra de sus privilegios. Los primeros pasos del cristianismo dentro del imperio fueron pacíficos, pero este tiempo de calma duró muy poco: desde el emperador Nerón hasta Constantino, el cristianismo fue una religión ilegal. Pero ¿por qué Roma cambió su tolerancia inicial por la hostilidad? Primero, por la hostilidad de los judíos. Segundo, por el odio de los paganos, fomentado en parte por el modo mismo de vivir de los cristianos: estos se reunían en secreto, no iban al culto público, ni tampoco a los juegos y espectáculos. Además, existía la necesidad innata de buscar una víctima expiatoria a quien echar la culpa de toda calamidad pública. A partir de la segunda mitad del siglo III influyeron también razones políticas y económicas. Pero la causa fundamental de las persecuciones la constituía el mismo cristianismo por su oposición al paganismo. Si los cristianos fueron perseguidos se debió a que constituían un peligro para el Imperio Romano. Pero ¿en qué consistía este peligro? En que el cristianismo desbarataba toda la política religiosa del imperio. Al rechazar el culto oficial, los cristianos fueron acusados de ateísmo, lo cual implicaba también la acusación de rebeldía o infidelidad al Estado, pues era inconcebible que el Imperio Romano pudiese subsistir sin sus dioses nacionales.
Fundamento Jurídico de las Persecuciones
Los cristianos fueron perseguidos en virtud de las leyes penales del derecho común. Eran acusados de diferentes crímenes, para los cuales ya existían penas establecidas, por ejemplo, leyes contra el sacrilegio, contra la magia, etc. Los magistrados y gobernadores de las provincias, además de emitir sentencias conforme a la ley, tenían también antiguos y amplios poderes policiales, en virtud de los cuales, cuando una persona parecía peligrosa, ya fuese por sus actos, sus palabras o sus ideas, podía ser castigada sin seguir el procedimiento normal. Parece ser que la mayoría de los cristianos de los dos primeros siglos fueron procesados y condenados en virtud de estos poderes policiales con el objeto de salvaguardar el culto oficial. Los cristianos también fueron perseguidos en virtud de las leyes expresamente dictadas contra ellos y que prohibían expresamente el ser cristiano.
Procedimiento en los Juicios contra los Cristianos
Primero: acusación. El magistrado local enviaba a cada cristiano con su acusación al magistrado provincial. Segundo: instrucción del proceso. El interrogatorio trataba sobre si querían seguir siendo cristianos. Todos los delincuentes podían defenderse, pero al cristiano no le quedaba más alternativa que renunciar a su fe o sufrir la pena que impusiese el magistrado. Tercero: penas aplicadas a los cristianos. Podían ser el destierro, los trabajos forzados, las torturas, la pena capital, que podía aplicarse muriendo en la cruz, con la espada, la hoguera o en la lucha de fieras.
Fin de las Persecuciones
En el año 313 se firma un edicto de tolerancia firmado por los emperadores Constantino y Licinio, conocido como el Edicto de Milán. El edicto tiene dos partes: en la primera, los emperadores reprochan a los cristianos haber abandonado la religión de sus antepasados y que la finalidad de las persecuciones era devolverlos al buen camino, pero se declaran vencidos porque la mayoría de los cristianos siguieron fieles a su religión. En la segunda parte, no sólo se declaraba el fin de la persecución, sino que se reconocía a los cristianos el derecho a practicar y a edificar lugares de culto. Por último, se anima a los cristianos a rezar por los emperadores y por la prosperidad del imperio.
Significado de las Persecuciones para la Iglesia
Los mártires conocidos por nosotros son pocos, pero el número de mártires es realmente mucho mayor. Esto se debe a que en la Iglesia primitiva no existía ninguna institución encargada de recoger la memoria de todos los que daban su vida por la fe. Además, el culto a los mártires no se popularizó hasta el siglo II y, por tanto, muchos mártires no recibieron culto y se perdieron sus nombres. No se tributó culto a todos los mártires de una iglesia, sino sólo a los principales. En muchas iglesias se conmemoraba a todos los mártires en un mismo día sin especificar sus nombres. El número de mártires no fue tan elevado como dijeron algunos; el número de 11 millones es totalmente falso. Haciendo un juicio histórico equilibrado, se puede calcular en 100.000 el número de mártires en las persecuciones del imperio. Ciertamente es un número importante, pero para tener una idea exacta de lo que fueron las persecuciones, no basta sólo con pensar en el número de los que murieron por su fe, sino que hay que tener en cuenta también el número mucho mayor de los que, sin ser mártires, sufrieron por su religión en su cuerpo y en sus bienes.
Influencia de las Persecuciones en la Vida de la Iglesia
Primero, aspectos negativos: las persecuciones fueron un obstáculo para la difusión del cristianismo. La continua desaparición de sus grandes personalidades (obispos, sacerdotes, escritores) impedía su organización. El mal ejemplo de los apóstatas, muy numerosos en algunas persecuciones, fue un impedimento para la vida de la Iglesia. Segundo, aspectos positivos: la Iglesia no lamentó nunca el número de sus mártires, siempre los consideró su mayor riqueza. Durante las persecuciones aumentaba el fervor religioso. Las Actas de los Mártires son narraciones acerca de los últimos acontecimientos de la vida de los mártires y tenían un doble propósito: perpetuar la memoria del mártir, así como servir de edificación a los fieles.
Una Comunidad en la que hay Sitio para Todos
En un primer momento, todos eran judíos del entorno de Jesús, pero poco a poco los cristianos fueron llegando a otras ciudades, iniciando el mensaje del evangelio a los llamados paganos, aquellos que no eran judíos. Esto provocó algunas diferencias entre los cristianos. Pablo fue el gran defensor de que el mensaje era el mismo para todos y no había por qué exigir a los paganos que cumplieran con las leyes judías. Sólo salva la fe y el amor de Jesús. Este fue el tema de la primera asamblea judía o concilio. Desde entonces, el cristianismo no queda ligado a ninguna cultura o pueblo, sino que es un mensaje universal.
Qué Decían los Primeros Cristianos sobre la Iglesia
- La Iglesia es comunión: ya no hay ni judío ni griego, todos somos llamados a la comunión universal. La fe en Jesús destruye las barreras.
- La Iglesia de Dios es una llamada a todos los hombres y mujeres. Es el germen de la humanidad que Dios quiere. La misma palabra iglesia significa asamblea, convocación.
- La Iglesia es cuerpo de Cristo: hace a Cristo presente de nuevo en el mundo con toda su fuerza salvadora.
Cómo lo Vivieron
El círculo de presencia se va ampliando. Primero en Samaría y después en Antioquía. Y desde allí a toda Asia Menor, Grecia y Roma. A finales del siglo I, había comunidades cristianas en las ciudades más importantes, desde Jerusalén hasta Roma, contando también con presencia en Alejandría. El sistema era siempre el mismo: cuando llegaban a una ciudad, se dirigían en primer lugar a la colonia de judíos, la sinagoga. Sin embargo, parece que el cristianismo tenía más éxito entre los paganos que entre los judíos. En este periodo aparece el fenómeno de las persecuciones. Al principio, los cristianos tuvieron que sufrir la persecución por parte de los mismos judíos, después de los romanos. Nerón, en el año 64, les acusó de incendiar Roma. En esta época probablemente fueron martirizados Pedro y Pablo.
Cómo se Organizaron
En este primer siglo, la vida de la Iglesia estaba muy ligada todavía a los apóstoles. Entre los apóstoles, Pedro ejercía una primacía reconocida por todos. La vida de la Iglesia tenía lugar en las casas de los cristianos. Centro de la vida cristiana era la celebración de la eucaristía, partir el pan el domingo, el primer día de la semana.
La Reacción de los Cristianos
Frente a estas acusaciones e incomprensiones, los cristianos iniciaron una reflexión para explicar a la sociedad quiénes eran y por qué hacían lo que hacían. Así nació la reflexión teológica: un esfuerzo para razonar la fe que tenían, poder comprenderla mejor y comunicarla a toda la sociedad. Los primeros que destacan en esta tarea son los llamados Padres Apostólicos. Poco más tarde surgen los apologistas, que hacían apología, es decir, defensa del cristianismo. Son los llamados Padres de la Iglesia. Todo ello no evita que durante los siglos II y III los cristianos sufrieran numerosas persecuciones. Las más crueles se dieron a finales del siglo III, en plena decadencia del imperio.
La Vida Interna de la Iglesia
En el interior de la Iglesia también aparecieron dificultades. En este proceso de razonar sobre la fe surgieron pronto algunas herejías, lo que obligó a un proceso de reflexión serio sobre el contenido de la fe. Así nace la construcción del dogma, la definición del contenido de la fe cristiana. Durante los siglos II y III, los cristianos se seguían reuniendo en casas particulares. Sólo aparecen lugares de culto a finales del siglo III. El proceso de iniciación a la comunidad era largo. Durante ese tiempo, los aspirantes debían dar testimonio de su fe en Jesús. El proceso termina con el bautismo la noche de Pascua. En ese momento se participa ya de modo habitual en la eucaristía.