Percepción mutua en la dinámica criminal: Víctima y victimario
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Percepción en la dinámica criminal: Víctima y victimario
La manera en que la víctima percibe al criminal y la forma en que el criminal percibe a la víctima, puede arrojar múltiples luces sobre la dinámica de la pareja penal.
Conocimiento y actitud
Hay crímenes que no hubieran sucedido si no existiera el conocimiento previo. Hay casos en los que no se victimizaría a un conocido. Existen víctimas conocidas y víctimas desconocidas, aunque en la mayoría de los casos no hay contacto previo. La actitud es fundamental para aclarar la dinámica de los hechos. Las variaciones se dan de acuerdo con el conocimiento previo del criminal y la actitud que se tenía hacia él. Esto puede indicar que las reacciones más comunes hacia el criminal son de odio, rabia y miedo, quizá en muchos casos confundidas entre sí. En un 27% las personas reaccionan con coraje o rabia, y en un 14% reaccionan con temor. Las reacciones de rechazo, odio, temor y deseo de venganza no son universales; también hay actitudes contrarias, como una admiración por el criminal (eclitofilia criminal).
Síndrome de Estocolmo
Este síndrome surgió en 1973. El Credit Bank de Estocolmo fue asaltado por dos bandidos a mano armada, quienes tomaron rehenes. Los lazos de afectividad entre los secuestradores y los rehenes se hicieron más estrechos, hasta llegar a unirse contra las autoridades. La afinidad que los rehenes desarrollan hacia sus captores depende mucho de:
- la intensidad de la experiencia,
- la duración de los acontecimientos,
- la dependencia del rehén,
- la intransigencia de las autoridades, etc.
Percepción del criminal hacia la víctima
Es de vital importancia analizar la percepción que el criminal tiene de la víctima, sobre todo antes del hecho victimal, pues es lo que puede marcar la diferencia entre ser elegida o no, y no sólo esto, sino el paso al acto mismo:
- Paso al acto: Implica para el criminal reducir la distancia física y aumentar la distancia afectiva entre él y la víctima.
- Una empatía por la víctima y una consistencia más acentuada de sus sentimientos constituyen fuerzas inhibitorias de control.
Para evitar la tensión moral, el sentimiento de culpabilidad y los remordimientos, los criminales deben desensibilizarse.
No se puede considerar al criminal como un ser carente de sentimientos; el crimen puede producir una crisis moral. La desensibilización sirve igualmente para neutralizar la resistencia moral, para sobreponerse a la inhibición y para reducir al silencio la conciencia del delincuente. La legitimación del acto, la negación de la víctima, la drogadicción y la desvalorización de ésta son mecanismos importantes en el proceso de desensibilización.
Estereotipos y justificación
- Existe entre los delincuentes definiciones estereotipadas de las víctimas.
- Un camino interesante para conocer esto es el estudio de la denominación de las víctimas en la jerga criminal. La intención es infravalorar a la víctima, demostrar su inferioridad ante el delincuente. El contenido psicológico es importante, pues conlleva no solamente la definición estereotipada, sino también la justificación o racionalización del delito.
- Mecanismo de infravaloración de la víctima: Por ejemplo, la víctima de violación es captada como promiscua, deshonesta y casi prostituta.
- Landau: En sus investigaciones ha revelado que la percepción de la víctima varía dependiendo del crimen del que se trate.
- Hilda Marchiori: Mecanismos de distorsión de la percepción que tiene el delincuente:
- Homicidio: El victimario percibe a la víctima como peligrosa para su integridad física.
- Estafa: La víctima es un objeto de satisfacción para el ego.
- Incesto: La víctima es considerada como propiedad.
La víctima y su percepción
La víctima, por su parte, conoce intuitivamente este fenómeno, por eso trata siempre de poner distancia física con el agresor y de apelar a sus sentimientos de piedad y probidad. Después del crimen, el ofensor lanzará la responsabilidad de los hechos al ofendido. Por ejemplo, es sabido que el violador interpreta que la víctima se le insinuó sexualmente.
Reunión de Bellagio (Italia, 1975)
Es necesario un cambio en la actitud del ofensor hacia la víctima para poder tener éxito en el proceso correccional. El juntar al ofensor y a la víctima en el proceso judicial o correccional puede tener valor terapéutico en ciertos casos y es apto para sensibilizar al ofensor en los problemas causados a sus víctimas. Se deberán recomendar medios informales de reconciliación y arbitramento en los cuales la víctima y el ofensor interactúan directamente en la presencia de una tercera parte, teniendo, desde luego, sumo cuidado en la elección del caso, pues existen algunos en los cuales puede ser francamente contraproducente.