Pensamiento Medieval: Figuras Clave y su Legado Filosófico
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Cuestiones Fundamentales en la Filosofía Medieval
A diferencia de la filosofía griega, que centraba su reflexión en la determinación del objeto, la filosofía medieval se interesó principalmente en Dios. Algunos pensadores cristianos encontraron en la filosofía una herramienta útil para combatir otras religiones o sistemas filosóficos, así como para comprender, o intentar comprender, los misterios revelados. De este modo, surgió una asociación entre filosofía y cristianismo que sentó las bases de la futura filosofía medieval entre cristianos, musulmanes y judíos.
El tema fundamental de reflexión pasó a ser la divinidad, quedando subordinada la comprensión e interpretación del mundo, del hombre, de la sociedad, etc., al conocimiento que se pudiera obtener de lo divino. La fe, que suministra las creencias a las que no se puede renunciar, trató de entrar en diálogo con la razón. La relación de los primeros pensadores cristianos con la filosofía fue compleja: unos mostraron hostilidad, considerándola enemiga de la fe; otros vieron en ella un arma para defender con la razón sus creencias religiosas.
Entre las cuestiones fundamentales de la filosofía medieval encontramos:
- El tema de Dios: Los cristianos entendieron a Dios como un ser preocupado por los asuntos humanos, un ser encarnado que adopta la apariencia humana con todas sus consecuencias, un ser creador, único y paternal.
- La verdad: Para los cristianos, la verdad se convierte en el origen divino, su verdad, la verdad a secas, dictaminada por Dios, sin nada más que añadir ni reflexionar.
- El hombre: El hombre fue creado a imagen de Dios y dotado de un alma inmortal. Su cuerpo resucitará al final de los tiempos, uniéndose a aquella, siendo juzgado y mereciendo una recompensa o un castigo por su conducta.
San Agustín de Hipona
San Agustín nació en Argelia, en el seno de una familia acomodada, lo que le permitió acceder a una buena educación. A pesar de los esfuerzos de su madre, que le había educado en el cristianismo desde su infancia, Agustín llevó una vida orientada al disfrute de los placeres sensibles. Gracias a su interés por la retórica, se acercó al cristianismo, y en el año 386 decidió convertirse. Tras la muerte de su madre, pasó por diversas fases y finalmente se trasladó a Hipona.
Allí fue consagrado sacerdote y fundó su segundo monasterio, desarrollando una fecunda actividad filosófica y religiosa. Destacó su carácter contra las diversas herejías a las que se enfrentaba el cristianismo, que San Agustín consideraba el principal problema a resolver. Cuando San Agustín comenzó la elaboración de su síntesis filosófica, partió del trabajo previamente realizado por los pensadores cristianos del siglo III. En su obra analizó los distintos sistemas filosóficos griegos, mostrando una especial admiración por Platón y recibiendo una fuerte influencia del neoplatonismo y del estoicismo.
No hay una clara distinción entre razón y fe en su obra. Existe una sola verdad, la revelada por la religión, y la razón puede contribuir a conocerla mejor: “Creer para comprender”. La razón es un instrumento de aclaración de la fe; la fe puede y debe apoyarse en el discurso racional, ya que, correctamente utilizado, no puede estar en desacuerdo con la fe. El tema que más ocupa a San Agustín es el de Dios, pues su filosofía es predominantemente una teología, siendo Dios no solo la verdad a la que aspira el conocimiento, sino el fin al que tiende la vida del hombre. El autor encuentra a Dios en el interior del hombre, a donde acostumbra a dirigirnos para encontrar en nosotros la verdad. El hombre necesita de la gracia de Dios que le impulsa a realizar el bien: “Ama y haz lo que quieras”.
Hipatia de Alejandría
Hipatia, hija del filósofo y matemático Teón, fue directora de la Escuela Neoplatónica de Alejandría desde el año 400 hasta su muerte y el cierre definitivo de la Escuela. Fue filósofa, matemática, astrónoma y, sobre todo para la tumultuosa época en la que vivió, pagana. Nació en Egipto, que entonces formaba parte del Imperio romano oriental. Filósofos y matemáticos de todos los territorios imperiales, occidentales y orientales, acudían a su encuentro para escuchar sus charlas, que versaban mayormente sobre Platón y Aristóteles.
El neoplatonismo que Hipatia profesaba era tolerante con cualquier religión, por lo que su nombre se extendió con facilidad en el mundo cristiano al no presentar contradicciones con sus creencias. El arzobispo de Alejandría comenzó a simpatizar con los ideales de la filósofa, permitiendo que se convirtiera en una gran aliada. Todo ello posibilitó que Hipatia pudiese practicar y enseñar libremente su filosofía dentro de las fronteras de Alejandría. Su posición le permitió relacionarse con los más importantes funcionarios romanos, lo que la convirtió en una personalidad muy popular e influyente.
El transcurso de la vida de Hipatia no fue fácil, pues se vio envuelta en uno de los conflictos políticos y religiosos que se desarrollaron en Alejandría. La filósofa fue asesinada en marzo del 415 en su ciudad natal. Algunos afirmaron que le sacaron los ojos y la desmembraron tras su fallecimiento, arrastrando su cuerpo hasta las afueras de la ciudad donde la quemaron, pues se decía que era una costumbre en la sociedad alejandrina para purificar la ciudad. La muerte de la filósofa parecía estar justificada con motivos religiosos; sin embargo, era bien sabido que el acto tenía intenciones políticas. El Imperio romano entero quedó impactado de forma negativa con el brutal asesinato de Hipatia. La memoria de la filósofa pasó a ser admirada por la tortura a la que la sometieron. Se convirtió en un símbolo de la intelectualidad y la razón contra la barbarie, además de un emblema feminista por los logros intelectuales y sociales que alcanzó dentro de su contexto histórico.
Hildegarda de Bingen
Hildegarda nació en el seno de una familia noble; era la menor de diez hermanos y siempre había estado destinada a una vida dedicada a Dios. Recibió una educación eclesiástica e ingresó en una orden sacerdotal, iniciando así su vida intelectual de contemplación o visión de la verdad divina. Llegó a fundar dos monasterios, a pesar de que para una mujer era algo realmente inusual en esa época. Era conocida como “la profetisa teutónica” o “sibila del Rin”. Sus escritos se iniciaron por el deseo de poner de manifiesto sus visiones místicas de la realidad divina. Gracias a varias influencias recibidas, su obra alcanzó la notoriedad merecida, lo que hizo que fuera reclamada por grandes personalidades de la época.
Realizó varios viajes de predicación, en los que ponía de manifiesto su pensamiento, criticando abiertamente la corrupción eclesiástica y proponiendo argumentos en contra de doctrinas inusuales. Hildegarda destacó como compositora, escritora, filósofa, científica, naturalista, médica, mística y profetisa. Entre sus numerosas obras, destacan aquellas de carácter literario, religioso, musical, histórico y científico. En su obra Liber simplicis medicinae o Physica, podemos diferenciar nueve libros sobre medicina, donde la autora trata sobre las propiedades curativas de plantas, elementos, árboles, piedras, peces, aves, animales, reptiles y metales. El primer capítulo de la obra indica que Hildegarda tenía un amplio conocimiento sobre las plantas y su aplicación terapéutica, ampliando el conocimiento sobre el origen de las enfermedades y su tratamiento.
Como en la restante cultura teológica medieval, Hildegarda considera al hombre como el centro del mundo creado por Dios. El hombre y el cosmos interactúan y están ordenados conforme al plan divino. La calidad moral del hombre está herida desde la caída de Adán y Eva a causa del pecado; Dios elige esa misma debilidad para otorgar la salvación por medio de su hijo Jesucristo, quien rescata al hombre y lo conduce a elegir las virtudes antes que los vicios. Su figura y su obra dejaron sentir su influencia aún fuera de Alemania y llegaron hasta el presente con una vigencia indiscutible, que ha llevado al mundo de la cultura a realizar diversos homenajes a la santa alemana.
Guillermo de Ockham
Se desconoce la fecha exacta de su nacimiento. Según algunos teóricos, nació en una ciudad llamada Ockham, al sur de Londres, mientras que otros consideran que Ockham era simplemente su apellido. Ingresó muy joven en la orden mendicante de los franciscanos y realizó sus estudios en Oxford. Fue convocado a Aviñón por la corte pontificia, ya que fue acusado de herejía. Este suceso marcó un antes y un después en el conjunto de su obra, distinguiendo dos períodos concretos: uno dominado por preocupaciones filosófico-teológicas y el segundo, por reflexiones filosófico-políticas.
La posición que adoptó Ockham respecto al tema de la relación entre razón y fe supuso, no ya la distinción entre ambas disciplinas, sino su radical separación e independencia. La razón no está ya al servicio de la fe, ni la fe necesita de la razón para esclarecer sus propias doctrinas. La fe depende estrictamente de la revelación, por lo que la razón no tiene nada que decir, nada que añadir ni quitar, nada que aclarar a la palabra divina. La razón, siendo una facultad otorgada por Dios al hombre, no tiene nada que tomar de la fe: ha de recurrir a las otras facultades naturales y, exclusivamente con ellas, obtener los conocimientos necesarios para la vida más perfecta posible del hombre. La distinción entre la razón y la fe se convierte en separación, lo que conducía a Ockham a una posición mística y “antiteológica” en los temas de la fe.
Para el autor, la única entidad verdaderamente necesaria es Dios; todo lo demás es contingente. Fue considerado el pionero en defender la corriente filosófica del nominalismo, según la cual todo lo que existe es particular, es decir, que los objetos universales y abstractos no existen realmente, solo son nombres o conceptos, palabras más que realidades existentes. Ockham ya no es un pensador sistemático, sino crítico; y su crítica conducirá a la independencia de la filosofía, que queda libre para abordar otros temas, como el problema de la Naturaleza.
La Filosofía Árabe y Judía
Los filósofos árabes y judíos desempeñaron un papel crucial en la transmisión y preservación del conocimiento y la cultura clásica griega a través de sus traducciones y comentarios de obras filosóficas y científicas. Estas traducciones permitieron que una gran cantidad de información sobre matemáticas, astronomía, medicina y filosofía llegara a Europa occidental y fuera asimilada por las universidades medievales. Además, los filósofos árabes y judíos hicieron importantes contribuciones por derecho propio al pensamiento y la cultura en la Edad Media, en particular en el campo de la filosofía y la teología.
La obra de autores como Avicena, Averroes, Maimónides y Al-Ghazali influyó de manera significativa en el debate intelectual de la época, ejerciendo una enorme influencia en la escolástica y en la formación del pensamiento medieval europeo. Fusionaron las ideas griegas con las creencias religiosas de sus culturas, lo que permitió el desarrollo de nuevas corrientes filosóficas y teológicas. Sus obras fueron traducidas al latín y se difundieron por toda Europa, lo que contribuyó al renacimiento de la filosofía clásica y la formación de la escolástica.
Su influencia fue limitada en la sociedad dominante, pues, a pesar de tener ideas innovadoras y perspectivas únicas, la mayoría de la población era analfabeta y no tenía acceso a la educación, lo que dificultaba la difusión de sus ideas. Algunos sectores conservadores de la Iglesia Católica y otros líderes religiosos fueron críticos hacia la enseñanza de la filosofía en la Edad Media, lo que limitó aún más la difusión de las ideas de los filósofos árabes y judíos, ya que creían que la filosofía no era compatible con la fe y amenazaba la autoridad de la Iglesia. Aunque los filósofos árabes y judíos hicieron importantes contribuciones al pensamiento filosófico, a menudo se les ha dado poco reconocimiento en los textos históricos y académicos. Su trabajo a menudo fue malinterpretado, ignorado o incluso condenado. Esto ha llevado a una falta de comprensión de su papel en la Edad Media y su impacto en la historia de la filosofía.