El Pensamiento Cartesiano: Existencia, Dios y la Realidad
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Descartes demostró la existencia del pensamiento, pero la existencia del mundo seguía en duda. Para resolver este problema, recurrió a la demostración de la existencia de Dios, a través del cual, mediante el principio de veracidad divina, demostraría la existencia del mundo.
La Existencia de Dios
Descartes plantea la demostración de la existencia de Dios de tres formas:
- A través de la teoría de las ideas innatas. Según Descartes, existen tres tipos de ideas:
- Ideas innatas: Presentes desde el nacimiento, como potencialidad. Su fuente es el entendimiento, no la experiencia sensible (ej. existencia, Dios).
- Ideas adventicias: Derivadas de los sentidos (ej. árbol, casa, perro).
- Ideas facticias: Construcciones de la imaginación (ej. unicornio, sirena).
- Basándose en la propia existencia. La existencia no puede deberse a uno mismo, ni a la existencia eterna, ni a una causa menos perfecta. La respuesta definitiva se encuentra en Dios.
- Si la mente puede pensar en un ser infinito y perfecto, debe pensarlo también como existente, pues de lo contrario le faltaría perfección. A partir de la idea de perfección, se deduce la existencia divina.
Una vez demostrada la existencia de un Dios bueno y perfecto, no podemos pensar que permita el engaño constante. Las proposiciones claras y distintas deben ser verdaderas, y la idea de la realidad corpórea no puede ser una fantasía. La idea innata de Dios argumenta la necesidad de su existencia y la del mundo corpóreo, garantizadas por un ser veraz que no permite un engaño permanente. Sin embargo, esto no recupera el valor de los sentidos como testimonio del mundo.
La Estructura de la Realidad: La Teoría de las Tres Sustancias
Descartes define la sustancia como "una cosa existente que no requiere más que de sí misma para existir", aplicable solo a Dios. Se distingue entre sustancia infinita (Dios) y sustancias finitas:
- Res cogitans: El pensamiento.
- Res extensa: La materia, definida por la extensión.
El atributo de la sustancia espiritual es el pensar, y el de la sustancia corpórea es la extensión. Pensamiento y extensión son realidades distintas, captadas de manera diferente. Los modos de cada sustancia son los pensamientos, en el caso de la res cogitans, y la figura y el movimiento, en el caso de la res extensa. Descartes parte de la verdad del cogito, del pensamiento, para demostrar todo lo demás.
El Dualismo Cartesiano: Alma y Cuerpo
Descartes tiene una noción amplia del pensar: razonar, sentir y soñar. "Soy una cosa que piensa", afirma en el Discurso del Método. El yo o alma (res cogitans) es distinta del cuerpo (res extensa) e incluso puede existir sin él.
Hay movimientos físicos, mecánicos, similares a los de los animales (comparables a máquinas), y movimientos voluntarios, donde se ejercita el alma (decisión, voluntad y pensamiento).
La Duda Metódica
Para encontrar una verdad cierta y segura, se debe dudar de todo lo dudable. Descartes no es escéptico, sino que usa la duda para establecer el punto de partida del conocimiento cierto. Para asegurar la verdad, se debe descartar todo lo dudoso. La duda metódica consta de tres etapas:
- Rechazo de la información sensorial. Los sentidos nos engañan (ej. un lápiz en agua parece doblarse).
- Dificultad para distinguir la vigilia del sueño. En el sueño, creemos cosas que son ilusorias.
- Posibilidad de error incluso en matemáticas. Un genio maligno podría engañarnos, haciéndonos creer como verdadero lo falso.
El pensamiento nos define: somos una cosa que piensa (res cogitans). Esta es la máxima expresión del Racionalismo.