El Pedagogo Social: Funciones, Ámbitos y Profesionalización
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Las profesiones sociales surgen y se consolidan históricamente tratando de satisfacer necesidades o demandas de una ciudadanía cada vez más consciente de sus derechos, realizando tareas o prestando servicios legitimados por su formación y experiencia, en un escenario cada vez más interdependiente de los procesos de cambio social, la división del trabajo y su progresiva especialización. Se busca incentivar el papel del educador en la sociedad e incrementar las posibilidades socializadoras de la educación, diversificando su quehacer profesional en una amplia red de ámbitos y programas socioeducativos.
La profesionalización (entendida como la acción y el efecto de profesionalizar una determinada ocupación humana) constituye un referente clave en la construcción de la identidad social de la educación y de los diferentes agentes. Son muchos los aspectos por los que se busca la profesionalización, ya que el quehacer educativo supone la prestación de un servicio público mediante el que se da respuesta a distintas necesidades y demandas de los ciudadanos. Para ello, se deben satisfacer una serie de requisitos:
- Configurarse a partir de un proceso formativo específico.
- Demostrar o acreditar el dominio de ciertas competencias o habilidades.
- Asumir responsabilidades ocupacionales o laborales diferenciadas.
- Percibir una remuneración.
- Actuar de acuerdo con un código ético y deontológico, etc.
Todos ellos son aspectos sustantivos para que pueda concebirse la profesión como “una característica de la cualificación de la persona, adquirida por formación o experiencia, cuyo reconocimiento social otorga derechos a ejercer ciertas ocupaciones retribuidas” (Garrido Medina, 1998).
Las Profesiones como Construcción Social
La profesionalización es un conjunto de procesos históricamente analizables, por medio de los que un grupo de profesionales demuestra su competencia en una actividad de relevancia social y es capaz de transmitir a otros tal competencia y de imponer su modelo frente a otros profesionales concurrentes con la ayuda del Estado. Es decir, es capaz, a juicio de este, de conservar el monopolio y las gratificaciones en orden a una solución de los problemas aceptados socialmente (Tenorth, 1998).
Sarramona, Noguera y Vera (1998) indican que, más que esto, cabe pensar que el mismo concepto de profesión es una construcción social que exige ser estudiado en sus condicionantes sociales e históricos, a resultas de la imagen que unas personas tienen sobre su trabajo, de las percepciones que existen en la sociedad acerca de lo que hacen y de los servicios que prestan a los demás con sus contribuciones, siempre en relación con un determinado contexto social, económico, cultural e ideológico. Por lo tanto, añaden que parece razonable pensar que la profesión no consiste tanto en una lista precisa de rasgos que cumple un trabajo de forma fija e inmutable, sino en un proceso continuo de búsqueda y perfeccionamiento para el logro de una serie de objetivos.
Aceptando la tesis de Durkheim, el origen de las profesiones puede rastrearse en las primeras comunidades que regulan y organizan la puesta en escena de ciertas funciones públicas, aunque debe esperarse a la Roma Clásica para que, con una división del trabajo mucho más marcada que en pueblos precedentes y con una organización social más asentada, se constate la existencia de importantes corporaciones de funcionarios de los cuerpos de oficios, al mismo tiempo que se desenvuelve la noción de estado laico.
Para Elliott, distanciándose de Durkheim, la existencia de profesionales es más tardía, obligando como mínimo a situarse en las situaciones preindustriales, donde se atribuía el estatus social más elevado a quienes no tenían que dedicarse a ocupaciones de las que se derivase la obtención de ingresos económicos o un valor directo en el mercado.
A partir de la Revolución Industrial, la profesionalización ya se contempla como un fenómeno estrechamente vinculado a los procesos de cambio social y a la especialización del trabajo, adquiriendo un protagonismo. La sutil justificación de la división social del trabajo y sus efectos colaterales en la estratificación social, determinará que las profesiones acaben siendo un factor decisivo en la evolución social, sobre todo en la civilización occidental.
Diferencia entre Ocupación y Profesión
La ocupación se asocia al conjunto de tareas que constituyen y delimitan la actividad productiva humana en un puesto de trabajo determinado, mientras que la profesión se refiere a la cualificación y habilitación requerida para que puedan desempeñarse ciertas ocupaciones, independientemente de que estas se concreten o no en un puesto laboral.
Es frecuente que la profesión se defina en función de la ocupación, refiriéndose a aquella como “actividades ocupacionales” que desenvuelven un conjunto de personas que reúnen una serie de requisitos: prestar un servicio específico a la sociedad, dedicarse a ellas de forma estable, haciendo de esta dedicación un medio de vida, constituir un colectivo que ejerce control sobre sus ámbitos y sistemas de actuación, etc.
Elementos Fundamentales de una Profesión
Corrigan y Haberman consideran que los elementos fundamentales de una profesión son esencialmente cuatro:
- La posesión de un conocimiento base: Toda profesión posee un cuerpo de conocimientos y destrezas, fundamentado en la teoría y la investigación, además de en los valores y la ética profesional.
- Los controles de calidad: Se refieren a los procesos e instrumentos de evaluación a los que se recurre al objeto de asegurar que los candidatos poseen los conocimientos y destrezas requeridas.
- Los recursos: Entre los que se incluyen los salarios, equipamientos, métodos y técnicas.
- Las condiciones de la práctica: A las que se considera como elementos que deben existir en la situación de trabajo para que un profesional sea eficaz.