El Pacto de Baiona: Un Hito en la Unidad Vasca Durante el Exilio
Enviado por Adrian10510 y clasificado en Historia
Escrito el en español con un tamaño de 4,29 KB
Tipo de texto: según la fuente, es un texto histórico primario; según la forma, es un manifiesto y, según el tema, es un texto político.
Autor: colectivo (las organizaciones políticas y sindicales de Euskadi en Francia) y está dirigido a un colectivo; su finalidad es pública.
En 1939, la República perdió la guerra y sus líderes tomaron el camino del exilio. Acabó, además, dividida y enfrentada entre sus varias facciones. Estas disputas y enfrentamientos siguieron en el exilio. El PSOE estaba dividido en cuatro tendencias. Es cierto que las dos más importantes eran las encabezadas por Juan Negrín (presidente del Gobierno y apoyado por el PCE) y por Indalecio Prieto. La influencia de ambas corrientes, en parte, se debía al control de fondos que proporcionaba a uno y otro la necesaria autonomía financiera.
Esta situación afectó al entorno vasco y alcanzó al PSOE, a los partidos republicanos integrantes del Gobierno vasco y a ANV (integrado en el Frente Popular). Por otro lado, el PC retiró del Gobierno vasco a Juan Astigarrabia (que, además, era secretario general del PC de Euzkadi), a quien acusaba de haberse doblegado a los nacionalistas. Ante todo esto, la gran preocupación de José Antonio de Aguirre fue la de mantener la unidad en el entorno vasco y, sobre todo, salvaguardarla de la debacle republicana.
Prieto quería que todos los organismos republicanos se disolviesen en la JEL (incluidos los gobiernos regionales) para, desde una imagen de unidad, preparar la sustitución del régimen franquista. Aguirre no estaba dispuesto a disolver el Gobierno. Las presiones de don Inda dieron lugar a, por un lado, la salida de Juan de los Toyos del Ejecutivo, y por otro, a una escisión entre los socialistas vascos exiliados. Un grupo de estos se convirtió en el principal apoyo de Santiago Aznar, el otro socialista que se negó en redondo a abandonar el Gobierno. Hay que señalar, asimismo, que, progresivamente, se iba aceptando a los órganos directivos del interior como la máxima autoridad de la inmensa mayoría de las organizaciones antifranquistas, excepto el PCE. En la prisión de Burgos, en la que se encuentra Juan de Ajuriaguerra, se sientan las bases para un acuerdo entre nacionalistas y socialistas.
A finales de octubre de 1944, había surgido en Toulouse el Bloque Nacional Vasco, integrado, tras un breve proceso de ampliación que concluyó en el mes de diciembre, tanto por las organizaciones regionales de las principales organizaciones políticas identificadas con el Frente Popular: PSOE, UGT, FJS, CNT, PCE y los tres partidos republicanos, como por las fuerzas nacionalistas: PNV, ANV y ELA-STV. Aquellas primeras conversaciones, como hemos visto, van a tratar de ser capitalizadas por el PCE, que, por primera vez, desde 1940, se sentaba en una mesa con las demás fuerzas anteriormente citadas.
En la primera quincena de marzo de 1945, se alcanza un acuerdo casi total en la mayoría de las cuestiones planteadas. El documento definitivo ya estaba acordado el día 17, si bien su firma oficial no se producirá hasta el día 30. El Pacto de Baiona supone el punto de arranque para consolidar la unidad vasca, si bien, como veremos, ésta aún tardará un año en producirse.
El Pacto de Baiona sustituía al acuerdo de obediencia vasca de 1940 y sus cinco puntos marcarán un programa de actuación futura. En primer lugar, suponía un respaldo al Gobierno vasco “como representación legítima del pueblo vasco”. En su punto tercero se acordaba: “Respetar y defender, una vez restablecida la normalidad democrática, los deseos del pueblo vasco que los expresará libremente”. Quizá la clave de aquel acuerdo estuvo en que se priorizaba la recuperación de las libertades democráticas a cualquier otra cuestión.
El Pacto fue firmado por representantes del PNV, ANV, PCE, UGT, Euzko Mendigoizale Batza, IR, CCSE (PSE), Partido Republicano Federal, CNT y ELA-STV.