Orígenes y Características de la Tiranía en la Antigua Grecia

Orígenes de la Tiranía en la Antigua Grecia

A pesar de la preocupación por cuestiones institucionales, la obra de los legisladores arcaicos fue insuficiente en el ámbito social ante la crisis del sistema aristocrático y las transformaciones agrarias y económicas de Grecia. Desde el último tercio del siglo VII y durante todo el siglo VI a.C., las ciudades del centro de Grecia, las de mayor densidad, cayeron en la stasis, un conflicto civil entre sus grupos de intereses. Se trataba de una crisis social, que surgió una vez definida la ciudadanía. En este contexto, los campesinos con pocos recursos podían perder su ciudadanía por deudas con los aristócratas y pasar a ser esclavos, lo que rompía el ideal de eunomía, o buen gobierno. En este clima apareció la figura del tyrannos, una persona que ocupaba de forma irregular el poder, ya fuera por acceso propio o por prolongar un cargo legal, y que dirigía el conflicto por la fuerza.

Al principio, el término no era peyorativo; no había condena a la tiranía arcaica, ni tenía por qué ser negativa o cruel. La frontera entre aisymnetes y tyrannos nunca estuvo clara, aunque, poco a poco, se fue asociando a despotismo. Cada ciudad era diferente ante el conflicto: en Lesbos, e inicialmente en Atenas, la lucha se desarrollaba entre la aristocracia dividida en bandos; en Megara, la competencia era entre los ricos ganaderos y la aristocracia agraria; en Argos, la clase hoplita se enfrentaba a la aristocracia; en Corinto, los campesinos arruinados se enfrentaban a la aristocracia.

Características del Tirano en la Grecia Arcaica

El perfil del tirano arcaico es siempre el mismo: un aristócrata desplazado del acceso al poder por otros aristócratas, que opta por una política populista contra sus rivales. Con esta perspectiva, muchos tiranos favorecían al demos con medidas concretas:

• Condonación de deudas.
• Recuperación de personas que eran esclavas.
• Impulso de obras públicas como murallas y canalizaciones de agua.
• Comida para los más desprotegidos.

Todo esto se financiaba mayoritariamente con confiscaciones a los aristócratas rivales. Llegaban al poder de forma diversa: magistrados que se negaban a abandonar el cargo, ayudados por partidarios, o jefes militares que asaltaban el poder en medio del conflicto civil. La permanencia también variaba: algunos renunciaban a la tiranía al poco tiempo, una vez calmados los ánimos; otros permanecían en el poder una generación completa, como Cípselo de Corinto, que estuvo 30 años. En ocasiones, la tiranía fue hereditaria: los cipselidas en Corinto, o en el siglo VI a.C. los pisistrátidas en Atenas.

La Tiranía en la Literatura y la Filosofía

Con la definición política de Aristóteles en el siglo IV a.C., que clasifica los regímenes en buenos o malos, la tiranía se transforma en negativa: la monarquía será buena y la tiranía mala. Osborne recoge la consideración de tirano malvado: para la oligarquía, el golpe de Estado de un miembro era un acto de insolencia, extensiva a todo el pueblo por no saber defender sus derechos alterados. Esta tradición negativa la narra Heródoto con Cípselo de Corinto y el poeta Alceo de Mitilene con respecto a Pítaco de Mitilene. Osborne compara también la tradición de tirano bueno, a veces incluso de los mismos personajes: Éforo dice que Cípselo no es un intruso, ya que trabaja en beneficio del pueblo; también hay citas que señalan a Pítaco como hombre sabio.

Expansión y Legado de la Tiranía

La tiranía no fue conocida por toda Grecia; fue un fenómeno de la Grecia central, norte del Peloponeso, Ática, Naxos, Eólida y Jonia, esta zona es la de ciudades más artesanales y comerciales, y también son las primeras regiones en adoptar la moneda. La tiranía se extendió a las colonias de occidente, en particular a Sicilia. Una paradoja es que el tirano aplicaba las leyes de los legisladores; raramente creaba leyes nuevas. Pisístrato de Atenas impulsó las obras públicas. El tirano procedía de la aristocracia; algunos, como Hierón de Siracusa, participaron en competiciones, mientras que otros, como Polícrates de Samos, impulsaron la cultura.