El Origen de la Tradición de Truco o Trato en Halloween: Leyendas Celtas y Más

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Originalmente, el Truco o Trato (en inglés "Trick-or-treat") era una leyenda popular de origen celta según la cual no solo los espíritus de los difuntos eran libres de vagar por la Tierra la noche de Halloween, sino toda clase de entes procedentes de todos los reinos espirituales. Entre ellos, había uno terriblemente malévolo que deambulaba por pueblos y aldeas, yendo de casa en casa pidiendo precisamente "truco o trato". La leyenda asegura que lo mejor era hacer trato, sin importar el costo que este tuviera, pues de no pactar con este espíritu (que recibiría el nombre de Jack O'Lantern, con el que se conocen a las tradicionales calabazas de Halloween), él usaría sus poderes para hacer "truco", que consistiría en maldecir la casa y a sus habitantes, dándoles toda clase de infortunios y maldiciones, como enfermar a la familia, matar al ganado con pestes o hasta quemar la propia vivienda. Como protección, surgió la idea de crear en las calabazas formas horrendas, para así evitar encontrarse con dicho espectro (y con el tiempo, debido a la asociación mental entre el espíritu y las calabazas, el nombre de este sería dado a ellas, que es como son conocidas hoy día cuando llega esta fiesta).

Realmente, aunque se ha generalizado la traducción "truco" en castellano por el inglés "trick" y "trato" literalmente por "treat", en el caso del "Trick-or-treating" no se trata de un truco propiamente dicho, sino más bien de un susto o una broma, por lo que una traducción más exacta sería, por ejemplo, "dulce o susto".

En la actualidad, los niños se disfrazan para la ocasión y pasean por las calles pidiendo dulces de puerta en puerta. Después de llamar a la puerta, los niños pronuncian la frase "truco o trato", "dulce o truco" o "dulce o travesura" (proveniente de la expresión inglesa trick or treat). Si los adultos les dan caramelos, dinero o cualquier otro tipo de recompensa, se interpreta que han aceptado el trato. Si, por el contrario, se niegan, los chicos les gastarán una pequeña broma, siendo la más común arrojar huevos o espuma de afeitar contra la puerta.

El recorrido infantil en busca de golosinas probablemente enlace con la tradición neerlandesa de la Fiesta de San Martín.

La Tradición de las Velas en Halloween

Se dice que la noche de Halloween, la puerta que separaba el mundo de los vivos del Más Allá se abría y los espíritus de los difuntos hacían una procesión en los pueblos en los que vivían.

En esa noche, los espíritus visitaban las casas de sus familiares, y para que los espíritus no les perturbasen, los aldeanos debían poner una vela en la ventana de su casa por cada difunto que hubiese en la familia. Si había una vela en recuerdo de cada difunto, los espíritus no molestaban a sus familiares; si no era así, los espíritus les perturbaban por la noche y les hacían caer entre terribles pesadillas.

Cómo Tallar y Decorar Calabazas para Halloween

Si quieres una auténtica “jack-o-lantern”, compra una calabaza lo suficientemente grande como para poderla vaciar e introducir una vela en su interior. En cualquier caso, trata de comprar una calabaza con una base lo suficientemente plana como para tenerse “en pie” por sí sola, y que además tenga al menos una cara lisa y plana para poderla decorar con facilidad.

Coloca la calabaza sobre una superficie lisa y determina si se sostiene sola o si resulta poco estable. En este último caso, tendrás que cortarla por debajo de la siguiente manera: colócala bien recta dentro de un cazo de diámetro algo menor al de la calabaza. Marca con un rotulador o bolígrafo una línea en la calabaza, siguiendo el borde del cazo. A continuación, corta la parte inferior de la calabaza siguiendo la línea. Así la calabaza tendrá una superficie plana sobre la que reposar.

Si, por el contrario, la calabaza se sostiene sola, la abrirás por arriba. Dibuja una tapa en la parte superior de la calabaza, y recórtala con el cuchillo de carnicero clavando el cuchillo en vertical y avanzando poco a poco. Cuando hayas terminado, levanta la tapa y elimina las hebras que hayan quedado pegadas en la parte interna.

Pasos para Vaciar una Calabaza

  1. Vacía el interior de la calabaza con los guantes y una cuchara. No tires las semillas, pues quedan muy ricas asadas al horno, como aperitivo.
  2. Con la cuchara, raspa el interior de la calabaza para eliminar los restos y que quede completamente limpia. Recuerda que aquí dentro vas a introducir una vela, por lo que es importante que el espacio esté libre de elementos que puedan quemarse.

Decoración de la Calabaza

Escoge la cara de la calabaza más lisa y fácil de trabajar. Con el bolígrafo o con el rotulador, dibuja sobre la cáscara las formas que luego vas a recortar. Oscurece las partes que vas a eliminar con el cuchillo. Para ideas sobre cómo decorar la calabaza, mira estos modelos. También puedes inventar tus propios diseños, pero trata de que sean sencillos, pues no es fácil trabajar con una calabaza, sobre todo si es muy carnosa. Utiliza un cuchillo afilado y pequeño para recortar lo que has dibujado. Recuerda que lo que tienes que hacer es eliminar las partes sombreadas. Corta muy poco a poco, ya que es fácil pasarse con un corte y estropear un ojo, destrozar un diente, etc. Si tienes que eliminar un trozo bastante grande, es recomendable cortarlo en trocitos más pequeños y manejables. Según vas cortando un trozo, empújalo hacia el interior de la calabaza con el dedo y sácalo con la mano. Ten cuidado de no cortarte durante esta operación, pues el cuchillo puede resbalar sobre la corteza de la calabaza.

Una vez terminada, coloca una vela pequeña en su interior, asegurándote de que el fondo es estable. Coloca la tapa en su sitio, pero sin cerrarla del todo. En el caso de haber abierto la calabaza por abajo, colócala directamente encima de la vela encendida. Apaga las luces y ¡disfruta del espectáculo!

Podréis encontrar otras manualidades como: Bolsa de fantasma, Caja de brujita, Caja de truco o trato, Calabaza de papel, etc... en la web: www.halloween.com.es/manualidades/

Manualidades de Halloween: Telaraña con Silicona

Instrucciones:

Este proyecto requiere de la supervisión de un adulto para el uso de la pistola de silicona.

  1. Corta con las tijeras una hoja de aluminio y aplánala. Después, toma la bolita de algodón, échale un poco de aceite y úntalo sobre la lámina de aluminio.
  2. Conecta la pistola a la corriente eléctrica y déjala calentar hasta que la silicona transparente salga de forma fluida. Mientras tanto, dibuja el dibujo sobre la lámina, y después simplemente retraza la telaraña con la pistola. Ten mucho cuidado o pide a un adulto que te ayude, ya que la silicona al salir de la pistola está extremadamente caliente; no la toques.
  3. Cambia la barrita de silicona transparente por la de color negro. Saca el residuo de la silicona transparente en un papel, ten mucho cuidado, estará muy caliente, no la toques. Cuando tengas lista la silicona negra, forma el cuerpo de la araña haciendo varios círculos unos sobre otros y las patas con líneas. Deja que se enfríe la figura 15 minutos.
  4. Una vez fría, despréndela de la lámina de aluminio con mucho cuidado para que no se rompa.

Recetas de Halloween

  • Ojos de monstruo: Hacer huevos duros, pasados por agua durante 10 minutos. Quitar la cáscara y cortar por la mitad. Cubrir la parte de la yema con queso filadelfia. En el centro, poner una aceituna rellena con pimiento rojo (es la retina) y alrededor de esta dibujar líneas de colorante rojo hacia fuera. Deben aparecer unos ojos sangrientos - ¡qué miedo!
  • ¡Camarero, hay una mosca en mi plato! Hacer cubitos de hielo con "insectos" comestibles en su interior. Para ello, llenar la bandeja para hacer cubitos hasta la mitad con agua y ponerla a congelar; luego, añadir alguna gominola en forma de bicho o unas pasas, rellenar con líquido el resto y volver a congelar.

La Leyenda de Jack el Tacaño y el Origen de las Calabazas Talladas

El origen de las famosas calabazas talladas deviene de una leyenda de origen celta (a caballo entre Irlanda y Escocia) sobre Jack "El Tacaño" (Stingy Jack en el original inglés), un granjero que engañaba y mentía a vecinos y amigos. Esta conducta le consiguió toda clase de enemistades, pero también una reputación de persona tan malvada que rivalizaría con el mismísimo Satanás.

Elementos clásicos de Halloween.

El Diablo, a quien llegó el rumor de tan negra alma, acudió a comprobar si efectivamente era un rival de semejante calibre. Disfrazado como un hombre normal, acudió al pueblo de este y se puso a beber con él durante largas horas, revelando su identidad tras ver que, en efecto, era un auténtico malvado. Cuando Lucifer le dijo que venía a llevárselo para pagar por sus pecados, Jack le pidió una ronda más juntos como última voluntad. El Diablo se lo concedió, pero al ir a pagar ninguno de los dos tenía dinero, así que Jack retó a Lucifer a convertirse en una moneda para pagar la ronda y demostrar sus poderes. Satanás lo hizo, pero en lugar de pagar con la moneda, Jack la metió en su bolsillo, donde llevaba un crucifijo de plata. Incapaz de salir de allí, el Diablo ordenó al granjero que le dejara libre, pero Jack no lo haría a menos que prometiera volver al infierno para no molestarle durante un año.

Transcurrido ese tiempo, el Diablo apareció de nuevo en casa de Jack para llevárselo al inframundo, pero de nuevo Jack pidió un último deseo, en este caso que el Diablo cogiera una manzana situada en lo alto de un árbol para así tener su última comida antes de su tormento. Lucifer accedió, pero cuando estaba en el árbol, Jack talló una cruz en su tronco para que no pudiera escapar. En esta ocasión, Jack le pidió no ser molestado en diez años, además de otra condición: que nunca pudiera reclamar su alma para el inframundo. Satanás accedió y Jack se vio libre de su amenaza.

Su destino no fue mejor: tras morir (mucho antes de esos diez años pactados), Jack se preparaba para ir al cielo, pero fue detenido en las puertas de San Pedro, impidiéndosele el paso, pues no podían aceptarle por su mala vida pasada, siendo enviado al Infierno. Para su desgracia, allí tampoco podían aceptarlo debido al trato que había realizado con el Diablo, y este le expulsó de su reino y le condenó a deambular por los caminos con un nabo hueco con un carbón ardiendo dentro como única luz que guiara su eterno vagar entre los reinos del bien y del mal. Con el paso del tiempo, Jack el Tacaño fue conocido como Jack el de la Linterna o "Jack of the Lantern", nombre que se abrevió al definitivo "Jack O'Lantern". Esta es la razón de usar nabos (y más tarde calabazas, al ser más grandes y fáciles de tallar) para alumbrar el camino a los difuntos en Halloween, y también el motivo de decorar las casas con estas figuras horrendas (para evitar que Jack llamara a la puerta de las casas y proponer Truco o trato).

EL CHAT PROHIBIDO

Un día me dijo que era vidente, y no es que no le creyera, pero me muestro generalmente bastante incrédula respecto a estos temas. Lo que no veo, no existe para mí. No digo que debiera haberle creído sólo porque le estimaba, ya que en mi opinión la amistad y la confianza son muy importantes, pero simplemente hice un esfuerzo y le di el beneficio de la duda. ¿Y si era yo la que estaba equivocada? No volvimos a hablar del tema hasta que un día volvió a aparecer en el chat donde estábamos hablando y me envió un privado. Era una de esas ventanitas que sólo podíamos ver ella y yo. Absolutamente privado.

ELLA - Hola, ¿seguimos el tema?

YO - ¡Vale! Pero no creo que puedas convencerme, ya sabes... me cuesta creer estas cosas.

ELLA - No pretendo convencerte de nada, pero nací con ciertos dones y tampoco tengo intención de ocultarlos al mundo.

YO - Eso debe estar bien.

En realidad no sabía qué decirle. ¿Estaba bien? En fin... poco podía decir yo al respecto.

ELLA - Está bien, pero no siempre. Cuando tengo una visión, acabo agotada.

YO - ¿Te supone un esfuerzo?

ELLA - Sí, bastante esfuerzo.

YO - ¿Y por qué lo haces?

ELLA - No es algo que se elija, se nace con ello.

Hubo un silencio en el que ninguna de las dos parecía saber qué decir. Miré el canal donde nos habíamos conocido siete meses atrás. Estaban hablando de las próximas vacaciones de verano.

ELLA - ¿Sigues ahí?

YO - Sí, ¿no puedes verlo? .-Bromeé.

Entonces dijo algo que me asustó.

ELLA - Sí, puedo verte.

Tragué saliva y pensé, vaya, me está tomando el pelo y yo caigo como una tonta. Sentí un escalofrío, pero decidí presionarla.

YO - ¿Ah, sí? Pues dime... ¿con quién estoy?

ELLA - Sola

Bueno, eso podía haberlo comentado antes en el chat y que ella lo hubiese leído. Decidí seguir con aquello como si se tratara de un juego.

YO - Dime algo que me sorprenda. Algo que veas en mi habitación.

ELLA - Veo que tienes algunas de las teclas de tu ordenador borradas. Tecleas rápido.

YO - Ya, pero eso puede pasarle a cualquiera. Las letras de los teclados se borran.

ELLA - Tú tienes borrada la A, la S, la L y la M.

Miré mi teclado más curiosa que horrorizada, pero de la curiosidad a la ansiedad hubo tan sólo un instante. Ya no me hacía tanta gracia el juego. Mi condición de incrédula, no obstante, me hizo ir más allá.

YO - Amiga... estoy segura de que casi todos tenemos las mismas letras borradas. Dime algo que sorprenda de verdad.

ELLA - ¿Por qué quieres seguir con esto si no me crees?

Buena pregunta, pensé.

YO - Igual para conocerte un poquito más, o para experimentar algo que no haya experimentado antes.

En ese momento supe que ella sonreía desde su lado del monitor. Internet es un sitio curioso. Estás en tu casa, en camiseta de tirantes y pantalón corto, descalza y con el ventilador puesto cuando al otro lado de la pantalla alguien te habla abrigado hasta el cuello, con un par de calcetines y la estufa puesta porque tú estás disfrutando del inminente verano y ellos aún están pasando el clima del invierno.

Mi amiga se había mostrado siempre amable, abierta, simpática y con un buen sentido del humor. Se podía decir que coincidíamos en todo menos en este tema. No nos gustaba el fútbol, adorábamos las comedias, nos encantaba Oscar Wilde, ambas habíamos visitado Orlando, a las dos se nos había muerto el padre... ¡eran tantas cosas las que nos acercaron y nos hicieron grandes amigas!.

ELLA - ¿Cómo llevas el libro? –Preguntó de pronto.

YO - ¿Qué libro?

ELLA - El que tienes encima de la mesa... déjame ver... La fuerza bruta, de John Steinbeck.

Miré a mi derecha con los ojos como platos. ¿Se lo había dicho? ¿Le había dicho que lo había empezado o que iba a leerlo? ¿Le había dicho que solía poner los libros en mi mesa porque me encantaba mirar una y mil veces las portadas de los libros que me estaba leyendo? Evidentemente, la respuesta debía ser sí.

YO - Acabo de empezarlo.

Lo escribí sin dejar notar nada sobre mi –todavía- sorpresa.

ELLA - Yo no lo he leído.

YO - Ya te diré qué me parece.

En el chat general el tema de conversación giraba en torno a las lanchas motoras. No me pareció más interesante que mi conversación en privado y me puse a pensar qué podía preguntarle para descubrirla o rendirme a sus pies definitivamente. Pero habló ella.

ELLA - Alguien va a llamar a la puerta.

YO - Ah, pues ve, te espero.

ELLA - No. Es en tu casa.

Sonreí incrédula. Iba a poner una risa cuando sonó el timbre. Miré hacia la puerta de la habitación. Mis ojos volvieron a la frase premonitoria de mi amiga.

YO - Ahora vengo.

ELLA - Ok.

Llegué hasta la puerta y miré por la mirilla. Un vendedor de alfombras.

- No me interesa. –Dije para no tener que abrir.

El chico dijo algo que sonó despectivo y se marchó a otro piso.

Volví al chat.

YO - ¿Cómo lo sabías? Era un vendedor de alfombras.

ELLA - Te he dicho que puedo verte.

Sopesé la posibilidad de que tuviera razón, pero mi sensatez lo negaba una y otra vez. No había nacido yo para creérmelo todo, y menos aún aquello que escapaba a la lógica. Mi amiga no sólo estaba en su casa, sino que estaba en otro país y teníamos distinta franja horaria.

ELLA - ¿Sabes? Algo me dice que debo seguir mirándote. No te asustes pero...

YO - ¿pero?

ELLA - Es que no sabría explicártelo. Generalmente tengo visiones premonitorias, otras veces, como hoy, puedo provocar el verte. Aparecen imágenes frente a mí y te veo, veo tu habitación, pero esto supone un gran esfuerzo. Me duele la cabeza.

YO - Ya, pero... ¿y el “pero” que decías?

ELLA - Es que no quiero asustarte, pero presiento algo raro.

YO - Ahora sí que me estás asustando.

¡Pero qué poca firmeza tenía, por Dios! ¡Ahora estaba asustándome de verdad! Yo, la incrédula, la que si no ve, no cree. Me sentía agitada. Quizás se debía a que eran pasadas las diez de la noche ya, estaba sola en casa y la última persona que había visto había sido un desconocido poco amable desde una mirilla. Al menos aún podía escuchar el volumen alto de un televisor. Era mi vecina, una viejecita que estaba algo sorda.

YO - No sé, pero... quizás deberíamos cambiar de tema.

YO - No es que me hayas convencido, pero...

ELLA - :) No te preocupes, te entiendo. ¿Tengo tu permiso para seguir observando?

YO - Claro, pero que conste que no tengo tan claro que puedes verme. Mi sesera me impide creerte. :)

Miré de nuevo el chat para ver si surgía algún tema en el que pudiera involucrarme, pero estaba parado. Había unos siete miembros en el chat y ninguno de ellos hablaba. Todos estaban en privados. Miré la ventanita del privado de mi amiga.

Iba a escribir algo cuando vi que ella se me había adelantado.

ELLA - Cielo, ahora no te asustes, pero, no estás sola.

Sentí un escalofrío en mis piernas y mis brazos. Tanto se erizó el vello que me dolió. ¿Cómo se podía calificar a una de “cielo” para luego decirle que no estabas sola en la habitación?

YO - ¿Qué quieres decir? Me estás poniendo nerviosa.

ELLA - No puedo identificarle, pero está detrás de ti

YO - Por favor, para

ELLA - No se mueve casi, no te asustes, déjame observarle.

YO - Estoy asustada.

Ahora sí que lo estaba. Miraba la ventana. Oscuridad total. No me atrevía a girarme hacia atrás. ¿Y si veía algo que no quería ver? ¿Y si allí estaba mi amiga? ¡u otra persona! Eso aún era peor... comencé a notar un nudo en la garganta. Hubiera querido ser más valiente o más cobarde y llorar, pero estaba estancada en mi propia lucha para creer o no creer.

ELLA - ¿Notas frío a tu alrededor?

Su pregunta me llegó casi cuando estaba a punto de apagar el ordenador y encender la luz del techo para meterme rápidamente en la cama y olvidarme del tema.

YO - Estamos a más de 30 grados.- Le informé.

ELLA - Ok. Es que no consigo entrar en él.

YO - ¿ÉL? ¿entrar?

ELLA - Se muestra como una estatua, por eso no me deja descubrirle. No sé si es bueno o tiene malas intenciones. Sólo sé que está ahí, estático.

YO - Yo no veo a nadie... esto no me gusta.

ELLA - Ya te dije que no te asustarás, cielo. Además, yo estoy contigo.

YO - Sí, a miles de kilómetros de distancia.

Entonces lo noté. Una especie de roce helado, como si hubieran puesto una mano sobre mi brazo. En la zona donde la sentí, el pelo de mi brazo se erizó. Completamente en alto. El resto de mi cuerpo no notó nada.

YO - ¡Está pasando algo!

ELLA - ¿Qué?

YO - He sentido un frío helado en mi brazo.

ELLA - Tranquilízate.

YO - Se me ha erizado el pelo, tengo una extraña sensación.

Comenzaba a ser pánico.

ELLA - Cielo, tranquila, hazme caso.

YO - Esto es muy raro

YO - Estoy asustada

YO - Necesito tranquilizarme, estoy.... ¡joder!

YO - joder joder joder joder joder

ELLA - ¿Quieres dejar de escribir?

YO - joder joder joder joder joder

ELLA - Te va a dar una taquicardia, tranquilízate.

Y entonces noté un soplo frío en mi cuello, como si me hubieran tirado el aliento.

YO - ¿Qué significa el frío del que me hablabas?

ELLA - El frío lo transmiten los muertos cuando se acercan, generalmente algo enfadados o...

YO - ¿O?

ELLA - violentos

YO - ¿VIOLENTOS?

YO - ¡Joder, ayúdame!, ¿qué hago?

ELLA - Tranquilízate, yo no lo he visto moverse.

YO - ¡Haz algo!

ELLA - Cielo, ¿quieres tranquilizarte?

YO - ¡Hay alguien conmigo, joder! Tengo un muerto tirándome su aliento en mi espalda, estoy acojonada, estoy asustada, estoy llorando

ELLA - Cielo.... ¿te importaría escucharme? Deja de escribir y lee esto

Hice un esfuerzo. Para mí, escribir suponía no mirar atrás y leer palabras, ya fueran suyas o mías, sentirme menos sola en mi habitación.

ELLA - No hay nadie, cariño.

YO - Lo dices para tranquilizarme.

ELLA - NO HAY NADIE

YO - Está aquí, lo siento, lo presiento, lo noto

ELLA - Ok. Escúchame. Era broma.

YO - ¿Broma?

ELLA - Quería demostrarte que no existen los incrédulos, cálmate por favor. Yo no veo nada, es cierto que a veces tengo visiones premonitorias, como cuando han llamado a la puerta, pero no puedo obligarme a ver a nadie.

YO - pero yo siento algo

Esto último lo escribí con lágrimas en los ojos y más asustada que nunca. Sus palabras no me tranquilizaban. Las lágrimas a veces me impedían leer bien, pero me las quitaba restregándome en segundos los ojos o apretando los párpados para que salieran disparadas y dejaran de molestarme.

ELLA - Voy a llamarte por teléfono.

Pocos segundos después, sonaba el timbre del teléfono. ¿Había hecho ella misma una conferencia para convencerme de que no existían las videntes ahora que ya me lo había creído? Fui a descolgar, pero ocurrió algo que congeló mi mano en el aire.

ELLA - Cielo, no puedo llamarte sin desconectar esto. Sólo tengo una línea. ¿Puedo llamarte o prefieres que sigamos aquí?

Cuando ya tenía puesta la mano en el auricular, vi su privado. ¿Cómo podía escribirme y llamarme a la vez? Miré el identificador de llamadas antes de descolgar. No había número, era anónimo. No era ella. Eso lo tenía claro después de haber visto el privado.

Respiré hondo y dudé entre contestar al privado o descolgar el teléfono. Me decidí por la llamada.

- Dígame.

- Tu amiga va a morir mientras tú escuchas este mensaje.

Jamás había sentido tanto miedo y jamás en mi vida mi corazón había dado un vuelco tan grande ni mis piernas –aún sentada- me habían fallado con tal rapidez. Me hice de mantequilla. Comenzó a darme vueltas la habitación y luché por recuperar el aliento.

De pronto, la línea se cortó y comenzó el molesto pitido de “comunicando”. Solté el auricular como si me quemara en las manos.

Volví rápidamente al chat, al privado. Tecleé tan rápido que lo escribí todo mal.

YO - ¿Estás ahí?

YO - ¡respondeeee!

YO - ¡responde por favor!

YO - ¿no me lees?

YO - DI ALGO

Histérica, cogí mi agenda y marqué su número de teléfono. Yo sí tenía dos líneas y podía permitirme permanecer en internet mientras le llamaba. Conseguí comunicación con el extranjero y esperé... esperé nerviosa, mordiéndome el labio, más agitada que entera, más asustada que nunca... prácticamente bailaba en mi asiento.

Pero no contestaba.

Colgué furiosa pegándole tal golpe al auricular que pensé que me habría cargado el teléfono. Volví al privado y traté de que mi amiga respondiera. No lo hacía. Al final apareció un mensaje en mi privado. En su ventana.

ELLA - Ahora sí te veo. No tengas miedo. Sólo me quedaré un momento.

Sentí un escalofrío que me recorrió la espina dorsal. El chat me indicó que tras escribir esa última frase, mi amiga había salido del chat. Ya no estaba allí. No se había despedido de nadie, ni de mí, ni del resto de los miembros del chat. Había desconectado.

Miré fijamente la pantalla que sólo se movía ahora en el chat general. Ni siquiera sé de qué estaban hablando. Para mí, todas las líneas no tenían significado, sólo podía mirar su último comentario del privado. “Ahora sí te veo. No tengas miedo. Sólo me quedaré un momento”.

Entonces lo entendí.

Comencé a llorar desesperada.

Mis manos corrieron a mis ojos y lloré sofocada, entendiendo que mi amiga había muerto, que era yo la que había tenido el presentimiento y la premonición, y que ahora ella estaba a mi lado. Esta extraña comprensión me hizo girarme y mirar mi habitación vacía. No quería creer que no estuviera allí. No podía, no después de todo...

Una caricia, tan suave que apenas era como un suspiro, acarició mi cabeza. Transmitió tal cantidad de paz que, lejos de asustarme, me relajó. Mis lágrimas continuaron cayendo por las mejillas. Ya no las secaba. Miraba al vacío sabiendo que ella estaba frente a mí.

- ¿Qué te han hecho? .-Pregunté al aire.

- Pssss.

Respiré hondo al escuchar ese sonido. Era como cuando era pequeña, tenía miedo y mi madre ponía su dedo en la boca y soplaba para que olvidara el tema y pensara en cosas bonitas.

Ladeé triste la cabeza. La paz de su caricia no me abandonaba, pero sabía que este sería nuestro primer y último encuentro sin el ordenador de por medio. Me tembló el labio.

- Te echaré de menos.

En ese momento, en el ordenador hubo un movimiento general. Se minimizó el chat, se abrió solo un tratamiento de textos, y apareció una corta frase en una página en blanco:

Y YO A TI

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