Obras Públicas Romanas: Columnas, Puentes y Acueductos
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Columnas Conmemorativas
La columna conmemorativa nació como consecuencia de ser despojada de su funcionalidad arquitectónica y de ser reinterpretada como un monumento independiente, decorativo y propagandístico. Fueron mucho más escasas, tanto que puede considerarse una tipología excepcional y particular del legado artístico romano. Un ejemplo destacado es la Columna de Trajano, de 30 metros de altura, compuesta por 38 tambores. Originalmente, estaba coronada por una escultura de bronce del emperador. En el pedestal, se encuentra inscrita su función principal: la conmemoración de la victoria de Trajano frente a los dacios. Además, cumplía una función funeraria, ya que el zócalo alberga las cenizas de su mentor. Todos sus rasgos y la decoración esculpida que la recorren de forma helicoidal la convierten en una obra excepcional.
La Columna de Marco Aurelio fue otro resultado, predecesora de la anterior. Ambas son obras simbólicas.
Puentes y Acueductos
Las condiciones naturales y geográficas del enclave romano fueron las que determinaron el nacimiento de estas iniciales obras de carácter práctico. Puesto que el terreno era pantanoso, hubo de idearse un sistema de drenaje de las aguas. Así fue cómo surgió la red de alcantarillado más antigua del mundo, la Cloaca Máxima, destinada a recoger las aguas que llegaban al Foro desde las distintas colinas y reconducirlas hacia el río Tíber.
Los acueductos responderían al mismo deseo de canalización y conducción de las aguas, centrándose en el abastecimiento de agua potable a las ciudades que carecían de ella. Aunque los primeros acueductos realizados fuesen en su mayor parte subterráneos, pronto comenzaron a levantarse al aire libre con la estructura en arquerías tan características de los acueductos posteriores.
Los acueductos hicieron del arco su elemento principal, ya fuera en un nivel único, en dos o en tres niveles. Ya no solo mostraban un nivel funcional y constructivo, sino también monumental y de belleza. El primer acueducto es el Aqua Appia.
Con la llegada del Imperio, se fueron perfeccionando. Los sistemas de arquerías fueron dotados de tuberías y de sifones, sus canalizaciones se inclinaron según las exigencias del terreno y se conectaron con los canales subterráneos mediante sistemas de pozos. De este modo, la distribución y la conducción del agua a los distintos puntos quedaba asegurada. Un ejemplo de esto es el acueducto de Segovia.
Los romanos también demostraron su técnica en la construcción de puentes. Estos jugaron un papel importante en las comunicaciones y cohesión de la política imperial. La necesidad de levantar puentes se hizo evidente en Roma, que estaba cada vez más extendida por el mundo. El dominio de los recursos naturales ahora debía tomar una nueva forma: la de superación de los accidentes naturales para favorecer la comunicación entre los distintos territorios. A diferencia de las exigencias y posteriores soluciones planteadas por los acueductos, los puentes plantearon una problemática aparentemente más sencilla, pero de compleja resolución: la adecuación técnica del arco a la anchura del cauce sobre el que se erigiría. Este condicionamiento implicó un conocimiento profundo del arco y la posibilidad de ensayar nuevas soluciones del mismo en función de cada caso concreto.