Obra de Goethe
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JOHANN WOLFGANG VON GOETHE (1749-1832).
Se considera un genio en el sentido clásico, no en el sentido romántico; en el sentido de un sabio, quizás el hombre más sabio de la cultura europea (en Alemania es el símbolo nacional por excelencia). Es un autor complicado de analizar, dada su versatilidad: no fue estrictamente un autor literario; fue un verdadero hombre de letras, y no sólo escribió poesía, teatro, narrativa y cartas, sino que también escribió tratados filosóficos y científicos, por lo que se podría decir que se parecía a esos hombres del Renacimiento capaces de dominar numerosas disciplinas, por su capacidad de querer abarcarlo todo. Vivió el desarrollo de la ciencia del siglo XVIII. Su objetivo no era hacer literatura, sino conocer y comprender el mundo y, sobre todo, a sí mismo; la literatura, para él, era una forma de conocimiento más, junto con la Filosofía o la ciencia, de ahí que se refiera a él, no como poeta, sino como hombre de letras.
Para Goethe, la escritura era una forma de autoindagación. En sus escritos no reflejaba su psicología, sino que, a través de la escritura, él se creaba y se esculpía a sí mismo; concebía la escritura como una búsqueda de su “yo” ideal, una reflexión de lo que podía llegar a ser. Era un modelo moral, en el sentido de buscar lo mejor de sí mismo; su literatura, por tanto, es un testimonio de sus logros, de sus hallazgos, es lo que a partir de él, se conoció como la Bildung (concepto alemán que quiere decir “formación”, “aprendizaje”) romani (en alemán significa “novela”): la novela de aprendizaje, en la que asistimos a la toma de consciencia de un protagonista de sí mismo (leve precedente en la novela picaresca El lazarillo de Tormes, donde Lázaro descubre cómo es el mundo a través de sus andanzas); por tanto, desde siempre, la obra de Goethe se ha considerado con un valor pedagógico y moral, en la medida de que es el testimonio de un aprendizaje. En ese sentido, aunque Goethe vivió muchos años y asistió a la llegada del Romanticismo (vivió a caballo entre el Clasicismo y el Romanticismo), después de una juventud con ciertas veleidades prerrománticas, paradójicamente, cuando llegó el verdadero Romanticismo, él es cada vez más clásico, con su búsqueda de la armonía, el equilibrio, la belleza y la proporción.
Goethe partía del principio racionalista de procurar el triunfo de la inteligencia sobre el azar: la idea de que el ser humano, con su razón, podía controlar su propia vida; por eso, en ese sentido, no era un filósofo en el sentido convencional, ya que no creó un sistema filosófico, pues su filosofía era una puesta en práctica: intentaba iluminar lo universal desde la experiencia personal; por tanto, su literatura también tenía una función simbólica: con ella, intentaba reflejar la realidad que no se podía expresar normalmente, pero cuando era demasiado profundo o inexpresable, en lugar de recurrir al lenguaje científico recurría al lenguaje poético, visible en que dejaba sus obras un tanto en el misterio, sin un significado claro; por eso, se dice que Goethe no era un poeta exclusivamente, ya que utilizaba la literatura cuando otros medios no le permitían llegar donde quería llegar, pero sin desvelar el misterio.
Podemos decir también que Goethe no tenía marcado un estilo propio, ni era un renovador de las obras de su tiempo, sino que ya utilizaba las formas establecidas para desarrollar sus indagaciones personales. No le interesaba la literatura con un fin en sí misma; por ejemplo, escribía baladas populares, utilizando la forma estrófica de la balada popular, de ahí que el crítico y poeta inglés T.S. Elliot, emitiera un juicio malintencionado de Goethe: Goethe coqueteó con la Filosofía y la poesía sin hacer nada especial con las dos; la idea es que, quizás, esto no fuera cierto, ya que éste hizo muchas cosas por la Filosofía y la poesía, aunque interesándose por la realidad, el saber y el conocer; es por eso que, quizá, una de las obras más importantes de Goethe, si no la que más, sea su propia biografía, titulada Poesía y verdad, un intento de encontrar la verdad a través de la poesía, que se complementa con otra que no escribió Goethe, sino su discípulo Eckhermann, denominada Conversaciones con Goethe.
Nació en 1749, en el seno de una familia rica, lo que le dio oportunidad de recibir una formación esmerada en casa. Su padre se encargó de su primera educación; como en su escritura Goethe es su propio tema, ello nos permite saber muchos detalles de su vida intelectual: se sabe que ya desde niño tenía una especial sensibilidad y un gran sentido religioso y espiritual con lo trascendente; y que, a los 16 años, escribió algunas obras de teatro y poemas.
La obra de Goethe es muy basta y compleja, ya que en muchas ocasiones reescribió obras, volvía sobre sus libros anteriores, los cuales corregía o los ampliaba; cuando contaba con 20 años surgió en Alemania una especie de “sarampión” prerromántico, en un ambiente clasicista, donde, de repente, un grupo de jóvenes empezaron a interesarse por los sentimientos, se redescubrieron las iglesias góticas, etc. Este movimiento, que llegó a afectar al mismísimo Haydn, y a Mozart, se conoció como el Sturm und drang (tormenta y empuje). Cuando Goethe comenzaba sus estudios de leyes, vivió este movimiento, y fue entonces cuando, por ejemplo, leyó a Shakespeare con gran entusiasmo (que no estaba muy bien considerado por aquel entonces, pues se consideraba un autor demasiado sórdido y transgresor, sin cumplir las reglas), la catedral gótica de Strasburgo despertó su sensibilidad y escribió un opúsculo titulado Sobre la arquitectura alemana, en el que exponía las características de la arquitectura. Con motivo de esa fiebre prerromántica, y sus lecturas de Shakespeare, escribió, en 1773, Götz von Berlichingen, la historia de un noble alemán de la Edad Media: es una intriga política entorno a una revuelta de campesinos; lo que realmente interesa de esta obra es la imitación que hace el autor a Shakespeare (no sigue la regla de las tres unidades), y por ser una de sus obras prerrománticas. Un año después, en 1774, escribió una de sus obras más famosas importantes, y más influyentes: Las cuitas del joven Werther (conocida, simplemente, como El Werther). La obra tuvo un éxito impresionante, tal que algunos críticos creen que fue el origen del Romanticismo europeo: fue la primera novela de amor romántico, la primera donde un protagonista se suicida por amor. Es una novela epistolar, y parece ser que pudo estar basada en una historia de un amigo de Goethe; tuvo una influencia tal, que la ficción acabó influyendo en la realidad, por lo que muchos jóvenes comenzaron a vestirse como el protagonista e, incluso, muchos se suicidaron, hasta el punto de tachar a la novela como nociva. Ésta traspasó las fronteras de Alemania, y se convirtió en un fenómeno a nivel europeo, por eso es una de las obras más influyentes de finales del siglo XVIII. Poco después, Goethe entró a trabajar como consejero de palacio en la corte de Weimar, donde desarrolló toda una serie de tareas y misiones administrativas y diplomáticas, viajando por Alemania y otros países; esto ralentizó su trabajo de escritor, hasta que llegó un momento en que se dio cuenta de que el trabajo le absorbía su vena creativa y, entonces, tomó una de sus grandes decisiones: hacer un viaje a Italia. Un poquito antes, en Alemania, Winckelmann (estamos en el siglo XVIII), avivó para los alemanes el gusto por el arte del clasicismo, redescubriendo obras antiguas en Italia (es lo que se denominó Grand Tour),por lo que muchos alemanes veían el viaje a Italia como un viaje de la inspiración; por eso Goethe decidió hacer este viaje, en busca de las fuentes clásicas.
Su estancia en Italia se prolongó tres años, de 1786 a 1788. Allí, Goethe, apadrinado y protegido por un príncipe, comenzó la gestación de algunas de sus obras principales, una de ellas Fausto, de la que ya tenía un primer borrador, denominado Ur Faustus, y también un primer borrador del Wilhelm Meinster. Escribió también dos obras de corte clásico: Ifigenia, en 1786, en torno a este personaje de la mitología griega; es su gran obra clásica, y se considera continuación de la obra de Racine del mismo título; también escribió sus Elegías romanas (1788), un conjunto de poemas de carácter elegíaco; el Egmont (1787), de la cual Beethoven compuso una obra, cuya historia estaba basada en un personaje histórico y ambientada en la ocupación española de Flandes, durante la época de Felipe II, y muestra la lucha por la libertad, representada en el protagonista, frente a la opresión, representada en la figura del Duque de Alba.
A su vuelta de Italia, escribió un opúsculo, a raíz del descubrimiento de un hueso maxilofacial; y, en 1788, publicó las Elegías romanas. En 1790, como resultado de su viaje, compuso otro libro, titulado Epigramas venecianos, de carácter aforístico, aunque, un año antes de publicar los Epigramas venecianos, en 1789 (Revolución Francesa), publicó Tasso, su otra gran obra clásica: Tasso es un personaje real, fue uno de los grandes poetas del Renacimiento; la obra es una tragedia escrita en verso yámbico, en lengua inglesa y alemana. En 1797, escribió Herman y Dorotea, un poema narrativo, de tema amoroso, con 2.000 versos, dividido en 9 cantos y, cada canto, con el nombre de las Musas; y continuó escribiendo el Fausto, cuya primera parte apareció en 1808 (Guerra de la Independencia Española). Tras la muerte de su madre y de algunos de sus amigos (entre ellos, su gran amigo Schiler, a los 43 años), comienza la que se considera la etapa de madurez del autor, en la que comenzó a ser una figura inaccesible, y donde compuso sus últimas grandes obras: en 1809 escribió Las afinidades electivas, una novela sobre las relaciones amorosas en la que trata de aplicar sus conocimientos de Biología a las relaciones amorosas y plantea dichas relaciones como un juego matemático.
En 1810, publicó otra obra científica, una de las más importantes: La teoría de los colores y un opúsculo de Mineralogía; entre 1811 y 1814, compuso una de sus grandes obras: su autobiografía, titulada Poesía y verdad, en la que hace una recopilación de su vida. Por aquel entonces, ya le rondaba por la cabeza un concepto, que era la idea de Weltliteratur (literatura universal): como buen clásico que era, le preocupaba la oleada de Nacionalismo que estaba invadiendo a Europa, y él creía que, en el ámbito de la Literatura, se debía hacer acopio de las mejores obras compuestas por el ser humano, independientemente del país en el que se hubieran realizado.
En esa época, recopiló su último gran libro de poemas, el cual tituló Diván occidental oriental: con este libro Goethe adoptaba formas literarias de Oriente (en este último libro se acucia la influencia de la poesía persa, en particular), aprendió árabe y tradujo algunos poemas. En 1821, escribió una segunda parte para Los años de peregrinaje de Wilhelm Meinster, y finalmente, en 1831, un año antes de morir, dio fin a su obra más importante: Fausto, aunque él no la vio publicada. Fausto es otro de los grandes personajes de la Literatura, junto con Don Quijote y Don Juan: la historia de Fausto es el de un hombre que vende su alma al Diablo a cambio de obtener poder, amor y sabiduría, pero siempre con la intención secreta de engañar al Diablo para recuperar su alma. Esta segunda parte, es más alegórica que la primera e, incluso, cuenta con elementos satíricos y grotescos, y ya intervienen disquisiciones políticas.