La Novela Española de Posguerra: Evolución y Tendencias
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Primeros Años y Ruptura con la Tradición
Tras la Guerra Civil Española, la literatura experimentó una transformación significativa. Inicialmente, predominaron tres tipos de novelas tradicionales: la novela ideológica conservadora (ejemplificada por La fiel infantería de Rafael García Serrano), la novela realista clásica (como Mariona Rebull de Ignacio Agustí y Los cipreses creen en Dios de José María Gironella) y la novela humorística (con autores como Wenceslao y Darío Fernández Flórez).
Sin embargo, dos obras marcaron un punto de inflexión y abrieron paso a una nueva narrativa: La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela, que introdujo el "tremendismo" con su retrato crudo de la violencia y el pesimismo existencial, y Nada (1944) de Carmen Laforet, que presentó un ambiente sombrío y de ilusiones frustradas en la Barcelona de posguerra. Ambas novelas compartieron un tono existencial que contrastaba con el triunfalismo o la evasión presentes en la narrativa de la época.
El Pesimismo Existencial y la Emergencia del Realismo Social
Autores como Miguel Delibes y Ana María Matute también reflejaron el desolador mundo de la posguerra desde una perspectiva pesimista y existencial. Delibes, conocido por su amor a la naturaleza y su rechazo a la deshumanización, exploró temas como la infancia y la muerte en obras como La sombra del ciprés es alargada y El camino. Su obra maestra, Las ratas, ofreció un retrato impresionante de la vida en un pueblo castellano.
En la década de 1950, la novela española se alejó del existencialismo y se enfocó en las preocupaciones sociales. El realismo social, que surgió con La colmena (1951) de Cela, retrató la dureza de la vida en la España de posguerra, tanto en el ámbito rural como urbano. La novela social se caracterizó por su lenguaje sencillo, su técnica narrativa directa y su enfoque en temas como la explotación del proletariado, la transformación de la sociedad y la crítica a la burguesía.
Corrientes dentro del Realismo Social
Dentro del realismo social, se distinguen dos corrientes principales: el objetivismo y el realismo crítico.
- Objetivismo: Esta corriente presentaba la realidad de manera neutral, como un testimonio de la época. El conductismo, una forma extrema de objetivismo, se limitaba a registrar la conducta externa de los personajes sin interpretaciones ni comentarios. Autores destacados incluyen a Ignacio Aldecoa (El fulgor y la sangre), Carmen Martín Gaite (Entre visillos) y Rafael Sánchez Ferlosio (El Jarama).
- Realismo crítico: A menudo considerado una evolución del objetivismo, el realismo crítico buscaba denunciar las injusticias sociales de forma más explícita, con el objetivo de transformar la sociedad. Entre los autores representativos se encuentran Lauro Olmo (Ayer, 27 de octubre), Luis Goytisolo (Las afueras), Alfonso Grosso (La zanja) y José Manuel Caballero Bonald (Dos días de septiembre).
La Experimentación y la Renovación Formal
En la década de 1960, la novela realista social dio paso a la experimentación con nuevas formas narrativas. Influenciados por autores como Proust, Joyce, Kafka, Faulkner y Dos Passos, los novelistas españoles buscaron crear obras más complejas, experimentales y "opacas", que requerían una mayor participación del lector. La renovación afectó a diversos aspectos del relato, como el punto de vista, el tiempo y la estructura.
Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín Santos marcó un hito en la narrativa española con sus innovaciones formales. La crítica considera que esta obra inauguró una nueva etapa que se extendió hasta 1975, caracterizada por el predominio de relatos experimentales.
En 1966, se publicaron tres novelas experimentales que tuvieron gran impacto: Señas de identidad de Juan Goytisolo, Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé y Cinco horas con Mario de Miguel Delibes. Otros autores, como Cela, Torrente Ballester y Carmen Martín Gaite, también incursionaron en la experimentación. Además, surgieron nuevos narradores como Juan Marsé, Juan Benet y Francisco Umbral.
El Relato Breve
Desde 1939 hasta la actualidad, la literatura española ha contado con una rica tradición de relatos breves, a menudo escritos por los mismos novelistas. Entre los autores destacados se encuentran Cela, Ignacio Aldecoa, Ana María Matute, José María Merino y Manuel Rivas.