Neoclásico en Italia

Enviado por Programa Chuletas y clasificado en Arte y Humanidades

Escrito el en español con un tamaño de 9,58 KB

Introducción neoclasicismo:


El Neoclasicismo surgíó a mediados del s. XVIII como reacción contra el Barroco, volviendo a tomar como modelos las construcciones y esculturas de la antigüedad clásica. Contribuyen a su difusión y éxito los descubrimientos arqueológicos, principalmente los de Pompeya y Herculano, los escritos de Winkelmann “Historia del Arte en la Antigüedad”, y las academias creadas a lo largo del siglo. Sus campañas antibarrocas en pos del “Buen Gusto” verán así coronados sus esfuerzos. Por otra parte el cansancio y agotamiento de las formas decorativas del rococó, sin apenas trascendencia en los exteriores, cuyos trazados se repiten a lo largo del tiempo, produce una crisis estética cuyas salidas eran el ingente esfuerzo por crear un nuevo estilo. El Neoclasicismo es también el lenguaje plástico de los revolucionarios, empeñados en borrar cualquier vestigio estético del Antiguo Régimen. Los revolucionarios ven en esto la derrota de la aristocracia y de sus salones. El arte
Neoclásico se prolongará hasta el periodo napoleónico y su estilo Imperio. El epicentro es Francia, pero sus consecuencias afectaran a toda Europa. Utiliza los elementos más representativos del arte griego, mientras que en el Renacimiento se prefería el arte romano. Templos clásicos convertidos en iglesias como la Madeleine en París, El arco romano en el Arco de la Estrella de París, puertas como la de Brandemburgo en Alemania, etc. En España, por el gran peso del Barroco, el arte neoclásico tendrá que vencer una mayor resistencia, pero en el XVIII hay un esfuerzo por depurar las formas. Siguió vigente con el Romanticismo, conviviendo con los gustos ROMánticos. En escultura, se imponen los ideales de la escultura clásica, especialmente la griega. Contribuyen a su difusión las creadas Academias de Bellas Artes. Que dirigen y dan las normas necesarias para a ejecución de las esculturas conforme a cánones clásicos. En la pintura destacan los cuadros de historia antigua. 1)

La arquitectura: Juan de villanueva (1739 – 1811)

Prototipo de arquitecto neoclásico europeo. Se forma en la Academia de San Fernando, obtiene una beca para estudiar en Roma (visita Pompeya y Herculano) y regresa a España después de estudiar la arquitectura de Palladio. Es nombrado arquitecto de El Escorial. Proyecta, en 1773, la Casita de Arriba y la Casita de Abajo para los hijos de Carlos III. En 1784, edifica para el futuro Carlos IV la Casita del Príncipe, en El Pardo. Siendo director general de la Academia de San Fernando y Maestro Mayor del Ayuntamiento de Madrid realiza sus obras mas importantes: el Palacio de las Ciencias (hoy, Museo del Prado, 1785), el Observatorio Astronómico (1790) y el desaparecido Cementerio General del Norte (1804-1809).

La escultura: Antonio Canova (1757 – 1822)

Escultor italiano, hijo y nieto de canteros. Su primera obra fue Dédalo e Ícaro (1777-1779), es una alegoría de la escultura, debajo de los pies de Dédalo están las herramientas del oficio. Fue premiada esta obra y con el dinero viaja a Roma para estudiar modelos clásicos. Posee gran producción de obras mitológicas: Teseo y el Minotauro, Amor y Psiquis abrazados, Hércules y Licas, y Perseo con la cabeza de Medusa. Una cualidad de su obra es la calidad sensorial que poseen sus estatuas, ya que después de un lustroso acabado patinaba sus obras con piedra pómez. Paralelamente, realiza los sepulcros de los papas Clemente XIII y Clemente XIV (1783-1787). Acude a París reclamado por Napoleón, donde retratará al emperador, a su madre y a su hermana Paulina Bonaparte, recostada semidesnuda en un diván como Venus victoriosa, al haber sido elegida recientemente reina de la belleza, de ahí que sostenga en la mano la manzana mitológica del troyano París. En esta obra refleja toda la sensualidad del cuerpo femenino. A la caída de Napoleón regresa a París para recuperar los tesoros vaticanos expoliados por los franceses. En 1815 es invitado a Londres para que opine de los mármoles del Partenón que Lord Elgin había trasladado al Museo Británico. Impresionado por las obras de Fídías realiza Las tres Gracias. Su último encargo fue del Congreso de representantes de Carolina del Norte, que deseaban una estatua del primer presidente de los Estados Unidos, George Washington.

La pintura: jacques-Louis David (1748 – 1825)

Representa al pintor político, comprometido con los ideales de la Revolución Francesa y con el Imperio napoleónico, que no duda en poner su arte al servicio de la propaganda. En 1785 pinta en Roma El juramento de los Horacios, que se convierte en el manifiesto de la pintura neoclásica europea. Representa la promesa que hacen los tres hermanos Horacios para enfrentarse a los albanos. Se centra en el momento en que reciben de su padre las espadas, prometiendo defender Roma hasta la muerte. El cuadro glorifica la s virtudes de patriotismo y sacrificio, y convierte a David en precursor de la modernidad. Técnicamente abusa del claroscuro y la composición de los personajes en un mismo plano nos recuerda a los bajorrelieves clásicos. Regresa a París aclamado por las multitudes. Realiza una obra de corte griego: La muerte de Sócrates (1787). También representa a mártires de la Revolución francesa, como es el caso de Marat asesinado (1793). Cuando la Revolución estalla, David es nombrado diputado y vota la decapitación de Luis XVI. Identificado el Antiguo Régimen con el Barroco, las clases medias y populares ven entonces en el Neoclásico de David el espíritu de una nueva época. David también impone las modas en el vestir y en el gusto: peinados cortos y sueltos para los hombres y las túnicas a la romana para las mujeres, como muestra en el retrato de Madamme Récamiert (1800). Caído Robespierre, fue encarcelado y, al ser liberado rinde culto a las glorias imperiales de Bonaparte en su retrato ecuestre Napoleón cruzando los Alpes (1800) y la Coronación de Napoleón en Notre – Dame (1805). Después de Waterloo, huye a Bruselas y anticipa el Romanticismo.

Francisco DE Goya Y LUCIENTES (1746 – 1828):

Nacíó en Fuendetodos (Zaragoza). A los catorce años entró a trabajar en el taller de José Luzán, donde comenzó a copiar cuadros de otros autores. Más tarde, tras presentarse al concurso de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y marchar a Italia, regresa a España, recibiendo el encargo de pintar los frescos de la Basílica del Pilar (Zaragoza). En 1773 comenzaba su serie de dibujos sobre cartones para tapices. En 1780 con su Cristo Crucificado consigue convertirse en académico de San Fernando, hecho que le permitirá obtener trabajos para iglesias y casas como los duques de Osuna y Medinaceli. Al año siguiente es nombrado pintor de la corte junto a su cuñado, primero de Carlos III y después de Carlos IV, monarcas ambos a los que retrató con frecuencia. El espíritu liberal del pintor sirvieron para que Goya cambiará su manera de percibir la vida y con ello se acercará a una mayor madurez. En 1792, sufre una enfermedad que le deja como secuela una sordera, factor que contribuyó a aislarle y a favorecer su creación de un mundo propio repleto de pesadillas y miedos personales, que se reflejan en su obra, cada vez más tormentosa y oscura. Entre los años 1792 y 1799 realizó la serie de grabados de Los Caprichos, que reflejan muy bien lo expuesto anteriormente. Tras ellos se inició un momento verdaderamente esplendoroso para el artista: pintó los frescos de San Antonio de la Florida, La familia de Carlos IV y las dos Majas. En 1808 sufríó una nueva crisis debido a la Guerra de la Independencia, de este momento serán los cuadros del Fusilamiento del dos de Mayo, los Desastres y La Tauromaquia. Los últimos años los pasó sólo y enfermo en La Quinta del Sordo, cuyas paredes decoró con lo que se conocen como pinturas negras. En 1823 la situación en España era insufrible para él por la represión que ejercía la monarquía, por lo que decide abandonar el país e instalarse en Francia, donde moriría en 1828. Allí pintó la lechera de Burdeos, una de las más bellas creaciones y un importante punto de referencia para el impresionismo. Su factura es de una libertad total y dominio completo de la materia, aunque con los años tendíó a ser amplia, larga, suelta y expresiva. Las texturas van desde el aspecto liso de los cartones hasta el rugoso de las pinturas negras. Dibuja con rapidez, sugiriendo por medio de trazos, o insiste en los contornos por medio de líneas marcadas. Llegó a utilizar gruesos empastes, modelando la pintura a veces con los dedos o la espátula. En sus cuadros son el color y la pasta los elementos dominantes. Empleó procedimientos de composiciones diferentes desde una ordenación geométrica conforme a triángulos, cuadrados, hasta la libertad compositiva, aunque no caótica ya que siempre hay líneas rectoras. Centra su atención en la figura humana y el marco ambiental le interesa menos. En sus obras percibimos la vida del pueblo, como elemento político, y la agitación de las masa. Goya representa la verdad, y no se detiene ante lo más horrible: pintó lo bello con delicadeza exquisita, pero supo también destacar lo feo, terrible y monstruos. Cultivó muchos temas: religiosos, populares, retratos...


Entradas relacionadas: