La narrativa noventayochista

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LA NARRATIVA ESPAÑOLA HASTA 1939


 El Siglo XX se abre en España con un proyecto regenerador que tuvo una plasmación política, cultural e intelectual. El convencimiento del atraso español llevó a personas y a grupos a una reflexión profunda que adquiere en 1898 sus carácterísticas definitivas. Este periodo, que se cierra dramáticamente con el estallido de la Guerra Civil, ha sido denominado "Edad de Plata" de la cultura española; en él convivieron distintas generaciones, en una pluralidad de tendencias y manifestaciones siempre enriquecedoras que afectaron a la creación literaria, al pensamiento, a la pedagogía y a la educación.

NARRATIVA DE LA Generación del 98


La narrativa de esta generación representó el espíritu crítico que caracterizaba al grupo del 98. A su vez, el ensayo sirvió como vía de expresión para sus ideas renovadoras y la mejor forma para dar a conocer sus pensamientos ante los hechos que vivía el país.

  Los noventayochistas realizaron una serie importante de modificaciones respecto de la etapa anterior (el Realismo literario) y optan por una narrativa que ya no refleja la realidad, sino que se centra en la exposición de ideas y ambientes bajo un prisma más subjetivo e incorporan nuevas técnicas narrativas para acercar al lector sus puntos de vista sobre temas sociales, políticos, filosóficos o personales y superar las tendencias anticuadas existentes, de las que procuraban huir.  Desde una perspectiva muy genérica, la temática de la narrativa del 98 se relaciona con la necesidad de la regeneración de España, la búsqueda del sentido vital en un enfrentamiento entre fe y razón y la influencia del paisaje en el carácter del hombre.

La publicación en 1902 de Camino de perfección de Pío Baroja, Amor y pedagogía de Miguel de Unamuno y La voluntad de Azorín marca así un cambio de estilo y de tono en la narrativa española de principios de siglo. En los tres narradores más destacados de la Generación del 98 podemos constatar estos aspectos comunes:

A) Sus novelas reflejan los grandes temas de la Generación del 98, sobre todo los problemas existenciales, que atenazan a los protagonistas (la lucha por la supervivencia, la angustia ante la muerte, la fugacidad de la vida...) y la preocupación por España y el paisaje, que adquiere la importancia de otro personaje más.

B) Las obras no siguen la estructura tradicional de la novela.
Así, algunas de ellas son una serie de episodios, anécdotas y digresiones donde aparecen y desaparecen personajes (Baroja), o bien narraciones planteadas a partir de supuestos previos filosóficos (Unamuno) o simplemente, estampas superpuestas sin apenas acción que las enlace y con predominio de la descripción (Azorín).

C) Los protagonistas son antihéroes, marginados sociales que luchan por sobrevivir (Baroja); o personajes frustrados que caen en el más hondo pesimismo ante lo absurdo de la propia existencia (Unamuno y Azorín).

D) Valores auténticos se exploran a través de la rebeldía, la falta de conciencia moral o el fracaso

E) El estilo literario es, en general, poco uniforme, sobrio y antirretórico a la vez que cuidado

Veamos ahora cuáles son los rasgos de la producción novelística de Baroja, Unamuno y Azorín más concretamente.

Pío Baroja se preocupa por el dolor humano desde una perspectiva pesimista. En sus obras, predomina el escepticismo religioso, la desconfianza en el ser humano, la influencia de corrientes filosóficas europeas y el vacío vital. El objetivo de su obra es la “espontaneidad narrativa”, para lo cual usa un estilo sencillo, fluido y ameno. Sus personajes son inadaptados que luchan por la supervivencia. Zalacaín el aventurero (1909) y El árbol de la ciencia (1911) son algunas de sus novelas más destacadas.

Miguel de Unamuno concibe la vida como una lucha y tiene preferencia por temas como la preocupación por el ser humano, su inmortalidad y su ansia de hallar a Dios. Da importancia a las personas anónimas que también protagonizan la “intrahistoria”. La técnica de sus “nivolas” (como él llamaba a las novelas en su afán renovador” es una mezcla del ensayo y el humor, con preferencia por los diálogos y escaso interés al marco espacio temporal. Niebla (1914) y San Manuel Bueno, mártir (1933) son algunos de sus relatos más célebres.

Azorín se inclina por las descripciones que forman estampas en las que la acción es mínima. Hace gala de un estilo sencillo y ágil, con un vocabulario preciso y descripciones minuciosas y evocadoras. Su obra es la que menos se asemeja a la novela. Escribíó, entre otras, Antonio Azorín (1903).

NARRATIVA  MODERNISTA


Cabe citar en este apartado la prosa rítmica juanramoniana de Platero y yo por un lado y y las  Sonatas de Valle-Inclán, caracterizadas ambas obras por la utilización de multitud de recursos lingüísticos (metáforas, neologismos, arcaísmos…), que producen una lengua literaria muy personal, de tintes claramente “modernistas”.

NARRATIVA DE LA GENERACIÓN DEL 14 O NOVENCENTISMO


El novecentismo fue un movimiento situado entre el Modernismo, el 98 y las vanguardias. Los novecentistas propusieron un arte nuevo que no imitase la naturaleza ni reflejase emociones, por lo que resultaba de difícil comprensión para el gran público. Influido por ideas europeístas y propuestas reformadoras, dos de sus más importantes teóricos fueron Eugenio D’ors y José Ortega y Gasset, cuyas  teorías expuso en sus obras Meditaciones sobre el Quijote e Ideas sobre la novela. Estas  tuvieron sus consecuencias más directas en los escritores más jóvenes, que pretendieron una novela "deshumanizada", es decir, una novela alejada del sentimiento y de la reproducción de la realidad para reflexionar sobre la inteligencia creadora del hombre.

Este grupo de escritores jóvenes intenta la renovación del género a través del encuentro de lo interior de cada uno en el mundo exterior. Los tres nombres principales de esta narrativa del 14 fueron Gabriel Miró, que se caracteriza por sus novelas denominadas “líricas”, (Las cerezas del cementerio); Ramón Pérez de Ayala, cuyas novelas “intelectuales” están centradas en la visión crítica de la realidad española (Belarmino y Apolonio) y Ramón Gómez de la Serna, el primer novelista europeo que se incorporó al movimiento vanguardista (El torero Caracho).

Finalmente, las teorías orteguianas dejaron tras de sí a un importante grupo de novelistas cuya obra no llegó a desarrollarse plenamente a causa del advenimiento de  la Guerra Civil y del consecuente exilio de muchos de ellos. Autores de este grupo fueron, entre otros, Francisco Ayala, Rosa Chacel y Benjamín Jarnés.

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