La Narrativa Hispanoamericana del Siglo XX: Auge del Realismo Mágico
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Este tema abarca la gran variedad de autores, corrientes y países que en la segunda mitad del siglo XX, por cantidad y calidad, han colocado al continente americano en la élite de la literatura universal. América, que durante siglos se nutrió de la influencia europea, supo emanciparse a finales del siglo XIX con el movimiento modernista, con unas Vanguardias vividas intensamente y con la vuelta al realismo en la llamada "novela de la tierra". Pero es a partir de los años 40 cuando comienza su verdadero esplendor.
El Género Fantástico
Quizá haya que empezar por el género fantástico, que vivió un gran desarrollo en estos años en el área rioplatense. Son importantes Adolfo Bioy Casares (La invención de Morel) y Julio Cortázar (Las armas secretas), pero quien alcanzó mayor proyección universal sería Jorge Luis Borges con sus dos colecciones de relatos, Ficciones y El Aleph. En ellas, el argumento puede ser de mundos ficticios o fantásticos, pero poseen un desarrollo sujeto a unos principios narrativos muy rigurosos. Objetivo común a los tres autores es utilizar la literatura para mostrar la inconsistencia de eso tan sólido que llamamos realidad.
La Novela Existencial
Por su parte, el uruguayo Juan Carlos Onetti (El pozo, La vida breve) y el argentino Ernesto Sábato (El túnel, Sobre héroes y tumbas) cultivan un tipo de novela denominada existencial con la que representan de modo dramático el carácter radicalmente absurdo de la realidad. Son novelas urbanas, protagonizadas por hombres atormentados, que buscan inútilmente una salida a su angustia.
El Realismo Mágico
No obstante, el movimiento más original, fecundo e influyente de todo el siglo, nacido también en los años 40, será el llamado Realismo Mágico. Lo iniciará el cubano Alejo Carpentier al trasladar a la literatura lo que él entendió como verdadera esencia americana: la convivencia pacífica de mitos y creencias antiguas junto al progreso de la colonización. Ello había dado lugar a lo que él llamaba lo "real-maravilloso", que se plasmó en novelas como El reino de este mundo o Los pasos perdidos. En ellas descubrimos una naturaleza exuberante, el mestizaje de culturas, explicaciones míticas dentro de relatos verosímiles y realistas aunque desmesurados.
Parecida actitud cultivó el guatemalteco Miguel Ángel Asturias, a quien el contacto con el surrealismo le hizo mirar de forma diferente a su tierra y descubrió en la cultura prehispánica una forma de reivindicar a toda América. Su narrativa, El señor Presidente, Leyendas de Guatemala, se mueve en niveles de consciencia irracionales, pero altamente expresivos.
Otro autor magistral y único, de obra breve, encuadrado también en esta concepción mágica e irreal de Hispanoamérica, es el mexicano Juan Rulfo. Pedro Páramo, su única novela, forja un universo narrativo autónomo y un territorio irreal, que simboliza el infierno y donde tiene lugar la decadencia de Juan Preciado, símbolo del destino terrible y fatal de todo el continente.
La Segunda Generación del Realismo Mágico
Una segunda generación de autores surge en los años 60 dentro del Realismo Mágico, cuya calidad les hizo desbordar los límites del continente americano. Quizá sea el colombiano Gabriel García Márquez quien de modo más efectivo e internacional haya acaparado el protagonismo de este movimiento. Un talento privilegiado para la narración y una imaginación prodigiosa han dado lugar a una serie de obras magníficas: La hojarasca o El coronel no tiene quien le escriba, culminando con su obra definitiva, Cien años de soledad, que sirve tanto de paradigma como de cierre del ciclo del realismo mágico. Relatados con mano exquisita, acontecimientos sobrenaturales con la mayor naturalidad, tiempos recurrentes, espacios asfixiantes... García Márquez ha creado en Macondo un territorio autónomo en el que cabe toda Latinoamérica.
Autores que merecerían un tratamiento en profundidad, pero que solo podemos mencionar, son el mexicano Carlos Fuentes (La muerte de Artemio Cruz), el paraguayo Augusto Roa Bastos (Yo, el Supremo) o el peruano Mario Vargas Llosa (La ciudad y los perros, Conversaciones en la catedral), quien además desencadenó el fenómeno menos literario conocido como "Boom hispanoamericano".
Después del Boom
El momento culminante del realismo mágico terminó con Cien años de soledad. Hoy, autores como el chileno Antonio Skármeta o el peruano Alfredo Bryce Echenique prescinden de cualquier referencia a lo mágico y vuelven sus ojos a la intimidad del ser humano. Otra fórmula nueva es la denominada novela de testimonio, en un intento de mostrar la realidad suramericana excluyendo la intervención del autor: hechos desnudos con toda su crudeza. Un ejemplo serían la mexicana Elena Poniatowska, el cubano Miguel Barnet o el chileno Roberto Bolaño.