El Movimiento Obrero en España durante el siglo XIX y XX
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El Nacimiento del Proletariado y las Primeras Protestas
Paralelamente al crecimiento industrial del siglo XIX, nació el proletariado, clase obrera que sufrió duras condiciones de vida y de trabajo. Las largas jornadas laborales, los salarios ínfimos, la explotación infantil, la discriminación laboral de las mujeres… Este cúmulo de problemas, fue animando a los trabajadores a organizarse de forma progresiva para lograr sus reivindicaciones ante la oposición de patrones y gobernantes.
Las primeras protestas obreras en España se sitúan en las décadas de 1820 y 1830, y fueron de naturaleza violenta contra la introducción de nuevas máquinas (ludismo), contestadas con una fuerte represión por parte del gobierno. Posteriormente, el movimiento obrero se orientó hacia las primeras formas de asociacionismo: Sociedades de Socorro y Mutualidades (década de 1840) para hacer frente a los problemas del asociado en caso de enfermedad, despido, muerte, etc. Este objetivo buscaba evitar la prohibición de las asociaciones obreras por la legislación moderada del reinado de Isabel II.
La Influencia de las Ideologías Obreras
Con la caída de Isabel II en 1868 y el inicio del Sexenio Democrático, las llamadas ideologías obreras tuvieron más facilidades para penetrar en España y, con sus doctrinas, potenciaron las reivindicaciones del movimiento obrero. En 1864, se había fundado en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), en la que estaban presentes las dos grandes ideologías obreras: el anarquismo y el socialismo científico o marxismo.
Tras la Revolución de 1868, el dirigente anarquista Bakunin envió a España al también anarquista Giuseppe Fanelli para que organizase la sección española de la AIT. Fruto de las actividades del grupo anarquista, en 1870 se celebró en Barcelona el primer Congreso Obrero y se creó la Federación Regional Española (FRE). Defendía la huelga como el arma fundamental del proletariado, así como su apoliticismo y la revolución social para destruir el estado capitalista y burgués, y para crear una nueva sociedad igualitaria basada en el colectivismo. Este ideario anarquista alcanzó mayor expansión por Cataluña, Levante y Andalucía.
En 1871 llegó a Madrid Paul Lafargue, yerno de Karl Marx, y creó un grupo internacionalista de posiciones marxistas. Buscaban establecer una sociedad igualitaria o comunista, tras la conquista del poder por la clase obrera mediante la revolución, aunque no descartaban la organización de partidos políticos. Las discrepancias entre las dos corrientes internacionalistas culminaron con la expulsión del grupo madrileño de la FRE.
El auge y la represión del Internacionalismo
El internacionalismo tuvo su momento álgido durante la Primera República, suscitando un fuerte temor entre los empresarios y los gobernantes, debido tanto a sucesos violentos (Alcoy en 1873) como al movimiento insurreccional del cantonalismo.
Con la Restauración, bajo el gobierno de Cánovas, las organizaciones obreras conocieron una dura represión y se vieron forzadas a la clandestinidad. Sin embargo, el ascenso del gobierno liberal de Sagasta, a partir de 1881, trajo consigo mayor permisividad y las asociaciones obreras fueron de nuevo legalizadas.
El Anarcosindicalismo y el Socialismo
En estos años, dentro de la órbita anarquista, se acentuaron los desacuerdos. Por un lado, una corriente radical partidaria del terrorismo (que provocó una feroz represión gubernamental). Por otro lado, un anarcosindicalismo contrario a la violencia y defensor de organizaciones sindicales revolucionarias. Esta tendencia logrará que en 1910 se funde el sindicato CNT.
En cuanto al socialismo, en los años de la Restauración, las principales organizaciones fueron fundadas por el líder obrero Pablo Iglesias: el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), creado en 1879, y la Unión General de Trabajadores (UGT), en 1888. Los socialistas españoles tuvieron una fuerte implantación entre los obreros de Asturias, País Vasco y Madrid; mientras que tuvieron un difícil desarrollo en lugares controlados por el anarcosindicalismo como Cataluña o el campo andaluz.
Las Huelgas y la Respuesta del Estado
Tanto los anarquistas como los marxistas utilizaron las huelgas a lo largo de este período histórico para conseguir de los patrones o del Estado las mejoras de los problemas que les afectaban. Ante esta situación, la actitud del Estado varió dependiendo de quién gobernase, evolucionando desde una postura negativa a una mayor tolerancia hacia la década de 1880. Aún así, siempre hubo una fuerte vigilancia y no dudaron en emplear la fuerza, mediante la Guardia Civil y el ejército, para reprimir manifestaciones. Simultáneamente, se concienciaron de la conveniencia de regular las relaciones laborales y se aprobaron las primeras leyes reguladoras. La mayor parte de las leyes laborales no verán la luz hasta las primeras décadas del siglo XX: el reconocimiento del derecho de…