Motivación en el Deporte: Factores Clave y Tipos
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La Motivación en el Deporte: Un Motor para el Rendimiento
Introducción
La motivación juega un papel fundamental en todos los ámbitos de la vida, pues actúa como un auténtico motor para que los individuos realicen cualquier actividad. En los deportes, es uno de los elementos principales desde el punto de vista psicológico, pues explica la iniciación, la orientación, el mantenimiento y el abandono de una actividad física o deportiva.
El término motivación, como muchos otros términos en psicología, ha surgido en el contexto de intentar explicar las causas del comportamiento de los organismos. Por ello, podemos definir la motivación como el proceso explicativo de la conducta, es decir, lo que mueve a los seres a actuar de una forma u otra. Está relacionado con la fuerza o energía que activa, dirige o mantiene el comportamiento. Hoy día, se acepta la importancia del concepto de motivación para el análisis del comportamiento humano.
El concepto motivación proviene del verbo latino “movere”, que significa “mover”. Por lo tanto, un estado de alta motivación se relaciona con términos como: excitación, energía, intensidad o activación (Escartí y Cervelló, 1994; Roberts, 1995). Este significado etimológico permite entender, en cierta medida, el por qué relacionar motivación con motor, pues lo que mueve a un individuo para la realización de prácticas deportivas está basado en la motivación, es decir, se convierte en un auténtico motor para la práctica. Cashmore (2002) y Woolfolk (1996) se refieren a ello, apuntando que la motivación es un estado o proceso interno que activa, dirige y mantiene la conducta hacia un objetivo. En esta línea, Vallerand y Thill (1993) la entienden como un constructor hipotético que describe las fuerzas internas y/o externas que producen la iniciación, dirección, intensidad y persistencia de la conducta.
Antonelli y Salvini definen la motivación como las causas que determinan el comportamiento: es decir, la interacción dinámica variable entre los estímulos derivados de las necesidades subjetivas y los derivados de las solicitaciones del medio ambiente.
Escartí y Brustad (2002) o Weinberg y Gould (1996) hacen referencia a las dimensiones dirección e intensidad, por las que un individuo puede explicar su motivación. A estas dimensiones, otros autores han añadido tres patrones de comportamiento relacionados con la motivación en la actividad física y el deporte: persistencia, motivación continuada y resultados (Biddle, 1995; Dosil y Caracuel, 2003; Maehr y Braskamp, 1986; Rodríguez Allén, 2000). Basándose en estos planteamientos, se definen:
- La dimensión intensidad tiene que ver con lo activo o enérgico que sea la persona, es decir, el esfuerzo que se está realizando para alcanzar una meta determinada.
- La dimensión dirección tiene que ver con la dirección de una meta. Se habla de personas que abordan o evitan una tarea y de por qué lo hacen. A los entrenadores les interesa saber por qué un deportista con cualidades no practica un determinado deporte, o por qué un deportista abandona un equipo o la práctica de un deporte. La respuesta a estas preguntas se encuentra en las metas que tiene cada persona. Conocer las necesidades del deportista, en qué basan sus metas, constituye uno de los aspectos más importantes de la motivación.
- La dimensión persistencia hace referencia a la concentración en la realización de una determinada tarea, a lo que dura el ejercicio.
- La dimensión motivación continuada complementa a la anterior y se dirige hacia la continuidad en la realización de una actividad.
- La dimensión resultado hace referencia a las inferencias que se pueden hacer con la observación de los resultados de una determinada actividad.
Motivos y Motivación
Aunque en el lenguaje cotidiano a menudo se utilizan como sinónimos motivos y motivación, conviene distinguir estos dos conceptos. Los motivos (las razones para hacer algo) son características relativamente estables que inducen a una persona a iniciar determinadas actividades. Los motivos son disposiciones, es decir, se vuelven activos bajo circunstancias específicas. Como ejemplos, tendríamos el motivo de rendimiento, el motivo de afiliación (la necesidad de amistad y de relaciones con un tinte emocional), etc.
En contraste, la motivación se relaciona con el estado del organismo al que se considera responsable de la realización de una determinada actividad en un punto preciso del tiempo. Cuando los motivos son realizados, se habla de motivación. Pero los motivos constituyen solamente uno de los factores que determinan la motivación de una persona.
La motivación de un atleta dependerá, por ejemplo, no solo de su motivo de rendimiento (su deseo de sobresalir) sino también de la reputación de sus oponentes.
Teorías Psicológicas de la Motivación en el Deporte
Las teorías psicológicas de la motivación son abundantes y todas poseen un cuerpo bastante desarrollado. Algunas de ellas se remontan a principios de siglo. En cualquier caso, siguen manteniendo cierta vigencia, si no en su conjunto, al menos lo mantienen en algunos de sus postulados.
Explicaciones basadas en los Instintos
El instinto ha sido un término poco preciso que recoge la idea de tendencia heredada o innata, por la que ciertos estímulos provocan determinada atención o excitación en los miembros de una especie, desarrollando un comportamiento particular. Este comportamiento concibe el instinto de forma finalista, es decir, como dirigido hacia metas y no como una mera acción refleja, constituyendo una fuerza vital canalizadora de la conducta. Algunos autores, cuando hablan de ganar, por parte de un deportista, un partido o competición sin más, hablan de un instinto que lleva a los deportistas a perseguir dicho fin.
Explicaciones basadas en el Hedonismo
Están basadas en teorías que explican la conducta humana, teniendo como base el principio de obtención del placer. Estas explicaciones defienden que la búsqueda del placer y la evitación del dolor constituyen la palanca principal de todo comportamiento humano. Sin embargo, si recurrimos a estas teorías para la explicación de la práctica deportiva, ¿cómo se explicaría la realización de actividades que resultan desagradables o molestas, por ejemplo, monótonos e intensos entrenamientos? La razón expuesta por los defensores de estas teorías reside en que la ejecución de comportamientos incómodos son instrumentos para la obtención del placer o la evitación de más dolor. En definitiva, se considera bajo este punto de vista que el criterio último del sujeto es la búsqueda del agrado y la evitación del desagrado.
Explicaciones basadas en la Homeostasis
La afirmación homeostática afirma que los seres, en general, y los humanos, en particular, están programados naturalmente para poseer o estar dotados de ciertas cualidades o condiciones. Cuando no se tienen, se produce un desequilibrio o inadaptación, pero igualmente se está dotado, para que cuando carezcan de ellas, reaccionen de manera determinada sobre sí, o sobre el medio, para conseguirlas y así poder adaptarse. Cuando el equilibrio se restablece, la motivación desaparece hasta que surge un nuevo desequilibrio. En cualquier caso, no sólo se debe hablar de desequilibrio orgánico sino también psíquico.
Esta teoría homeostática, transferida al campo psicológico, señala que la motivación es el impulso que brota de una necesidad y que conduce a una acción (conducta instrumental) para obtener una recompensa, que reduce la pulsión y satisface la necesidad.
Cuando un sujeto, una o varias veces, logra asociar el placer de la reducción del impulso a un determinado incentivo o recompensa, el sujeto tiende a respetar esa misma conducta en situaciones similares. Esto es lo que origina el aprendizaje desde una visión conductista.
Un deportista, por consiguiente, estará más motivado para entrenar cuando los ejercicios que realicen en el entrenamiento conecten con sus intereses o necesidades. Por otra parte, el deportista practicará un deporte en la medida en que encuentre satisfacción en ese deporte. Estas satisfacciones pueden ser de distinta índole, siempre que estas aplaquen sus necesidades: dominio de habilidades deportivas, buenos resultados, aprobación social, etc. Cuando intento tras intento no lo consigue, terminará extinguiendo tal comportamiento deportivo.
El grado en que los deportistas toleran este fracaso o frustración variará de uno a otros. Ante la frustración, se pueden desarrollar mecanismos adaptativos diferentes, por ejemplo:
a) Se insiste en el mismo comportamiento de forma similar: si el fracaso es por falta de esfuerzo, se puede llegar a obtener buenos resultados, pero si es por utilizar estrategias o habilidades inadecuadas, se volverá de nuevo a fracasar.
b) No se insiste y, por tanto, se evade del problema: es otro ejemplo de deportistas con baja motivación de logro o poco motivados.
c) Se insiste buscando nuevas alternativas: esto resulta típico de los deportistas más adaptados y con más motivación de logro.
Explicaciones basadas en los Incentivos
Se ha hecho una interpretación de la teoría del incentivo que tiene repercusiones en la práctica deportiva. Esta teoría es una derivación de la teoría del impulso de Hull. Este autor destaca dos factores: el impuso y el incentivo. El impuso refleja los deseos y necesidades de la persona, y el incentivo las expectativas de satisfacerlos. Decir que un deportista está motivado por los resultados implica dos cosas: que quiere conseguirlos y que espera conseguirlos si se prepara.
En síntesis, creer que se debe motivar a los deportistas a competir, en el sentido de motivación de impulso, es un error, pues las personas están motivadas para competir. Hay diferencias individuales en la fuerza del impulso, pero la forma real de motivar a los deportistas es suministrar motivación de incentivo. Las fuentes externas de motivación pueden ser de gran utilidad, pero es poco lo que se consigue practicando en ausencia de algún impulso para competir. El uso de herramientas como tablas de datos o detectores de respiraciones pueden ayudar a mejorar su autoestima y seguridad.
Explicaciones basadas en las Necesidades
Uno de los grandes problemas de la motivación es la comprensión de las necesidades de los deportistas, ya que una necesidad no satisfecha se convierte en una meta, y el ayudar a los deportistas a conseguir o satisfacer sus ambiciones le proporciona una clave de la motivación.
Entre las teorías más conocidas sobre la motivación, se encuentra la Pirámide de Necesidades de Maslow. Según este autor, las personas intentan satisfacer sus necesidades atendiendo a un sistema de prioridades. Estas prioridades se pueden dividir en dos categorías generales: necesidades de carencia y/o fisiológicas (hambre, sed, sexo, seguridad y protección, que son las primarias y por ello las prioritarias) y necesidades de desarrollo como el amor, autoestima y autorrealización. Según este autor, cuando se satisface una necesidad, la misma deja de ser necesidad y la persona dedica sus esfuerzos a alcanzar o satisfacer la necesidad de orden superior, ascendiendo en la pirámide.
Hay diversas necesidades principales que los deportistas pretenden satisfacer al practicar deporte:
a) Jugar por diversión, lo que satisface la necesidad de estímulo y emoción.
b) Estar con otras personas, lo que satisface la necesidad de afiliarse a otros y de pertenencia a un grupo.
c) Demostrar aptitudes para satisfacer la necesidad de sentirse útil y respetado.
Tipos de Motivación en el Ámbito Deportivo
La motivación ante una misma situación varía de unas personas a otras, por lo que una característica importante es su carácter individual. La motivación del deportista, como la de cualquier persona, se puede modificar, por lo que es necesario conocer los diferentes tipos para poder utilizar las estrategias adecuadas para la intervención.
La clasificación de los tipos de motivación se realiza desde las tendencias motivacionales de los deportistas, con la intención de explicar los elementos que configuran la iniciación, la orientación, el mantenimiento y el abandono de la actividad físico-deportiva:
Motivación básica y motivación cotidiana (Buceta, 1999ª): la primera es la base estable de la motivación, la que determina el compromiso del deportista con ese deporte. Depende, fundamentalmente, de los resultados y del rendimiento personal. La segunda se refiere al interés del deportista por la actividad en sí misma, con independencia de los logros deportivos y, mayoritariamente, relacionada con el rendimiento personal cotidiano y el constructo divertimento deportivo, propio de la realización de la actividad (por ejemplo, compañeros de entrenamiento agradables, ejercicios divertidos, etc.).
Motivación intrínseca y motivación extrínseca (Krane, Greenleaf y Snow, 1997; Valdés, 1998): la primera se refiere a aquellos deportistas que están motivados desde sí mismos, intrínsecamente, es decir, su propia determinación y la actividad/prueba son suficientes para que estén motivados. El hecho de entrenar y competir tienen un valor alto para el deportista, que se siente bien realizando la actividad. No depende de refuerzos externos, sino de refuerzos internos, y está relacionado con la autosuperación, con la mejora de sus marcas, con la satisfacción personal por los avances físicos o psicológicos, etc. La segunda se relaciona con deportistas que dependen de refuerzos que provienen del exterior, necesarios para entrenar y competir: becas, trofeos, prestigio social, etc.
Mientras que la motivación interna es más duradera, pues está controlada por autorrecompensas (disfrute, probarse a uno mismo, autorrealización, expresión…), la motivación externa varía constantemente de recompensas, por lo que se considera una motivación más inestable para el deportista (De Diego y Sagredo, 1992; Duda y Nicholls, 1989; Duda, Chi y Newton, 1990). Ambas suelen convivir en un mismo deportista y el peso que se le otorga a cada una dependerá del momento en que se encuentre. Pese a todo, suele prevalecer siempre una por encima de la otra.
La motivación intrínseca se puede explicar desde una triple dimensión, que puede emplearse para delimitar las situaciones en las que ésta puede tener más peso (Vallerand y Rousseau, 2001):
a) Motivación intrínseca de conocimiento: practicar una actividad por el placer y satisfacción que se experimenta cuando se aprende o se explora.
b) Motivación intrínseca de ejecución: practicar una actividad por el placer y satisfacción que se siente cuando el deportista intenta ejecutar algún ejercicio, realizar algún movimiento o enfrentarse a una situación nueva.
c) Motivación intrínseca de experimentar sensaciones: practicar una actividad por el placer y satisfacción de experimentar sensaciones diferentes a las habituales.
Motivación orientada hacia el ego y motivación orientada hacia la tarea (Duda, 2001; Nicholls, 1989): la primera se refiere a que los deportistas están motivados por la competencia con otros deportistas, tanto en retos como en resultados (juzgan su nivel de capacidad, si son o no competentes, comparándose con los demás). En la segunda, la motivación depende de estos retos y resultados, pero no en comparación con los demás, sino como impresiones subjetivas de dominio y progreso personal (los sujetos juzgan su nivel de capacidad basándose en un proceso de comparación con ellos mismos).
Gutiérrez (2000) hace una reflexión sobre los estudios de la motivación en los últimos años, concluyendo que los diferentes tipos de motivación (extrínseca, intrínseca, de logro, orientación de metas, de competencia...) han servido a los investigadores para tener mejor conocimiento de la forma en que los participantes en actividades físicas y deportivas pueden desarrollar, mantener e incrementar sus niveles de motivación personal. Así, se puede llegar a la conclusión de que cierto tipo de motivaciones, como la orientada al resultado, la del “ego” o la extrínseca pueden, en algún caso, resultar perjudiciales en cuanto a la participación en la actividad, puesto que el deportista le otorga a elementos externos, que se escapan de su control, un valor determinante en el mantenimiento. Este tipo de motivaciones suelen tener más peso al iniciar la actividad, pero para que el deportista se mantenga, es conveniente que exista un equilibrio con la motivación intrínseca/motivación para la tarea o que sean éstas las que pasen a ocupar un papel dominante. Los trabajos de Ntoumanis (2001) y Xian y Lee (2002) son ejemplos de cómo la orientación hacia la tarea y los determinantes motivaciones intrínsecos determinan la continuidad en una actividad y la reducción de las tasas de abandono.
Motivación directa e indirecta: se puede elegir entre utilizar métodos directos o indirectos para motivar a los deportistas, o como hacen muchos entrenadores, utilizar ambos. Se utilizaría un método directo, por ejemplo, cuando se llama para mantener de forma privada una conversación con un deportista y en esa conversación se le solicita que se esfuerce más. Por su parte, se utilizaría un método indirecto, cuando se coloca a un jugador motivado con otro que no lo está tanto, con el fin de que el primero influya sobre el poco motivado y ejerza una influencia positiva.
Métodos directos: Existen tres métodos directos para incentivar al deportista: sumisión, identificación e interiorización.
El proceso de sumisión se basa en el uso de recompensas y castigos extrínsecos: “Si ganan este partido, el lunes no hay entrenamiento” (recompensa) o “si hablan mientras entrenan, harán treinta flexiones” (castigo).
El proceso de sumisión puede ser un medio efectivo para la motivación, especialmente, entre deportistas cuyos parámetros de comportamiento no están bien desarrollados y se consideran bastante poco a sí mismos. Sin embargo, el exceso de confianza en este proceso puede ser un problema, porque, a menudo, atrae más motivar a los deportistas con otros medios que no sea el recibir recompensas extrínsecas. Los entrenadores que buscan un compromiso más profundo, pensarán que la sumisión no es el método más apropiado.
En la identificación, el segundo método directo, la base de la motivación es la relación entre el entrenador y sus deportistas. Un entrenador que utiliza el método de identificación dirá: “Si os importa el equipo, haréis esto por mí”. Realmente, la identificación es una forma disfrazada de sumisión.
Para utilizar correctamente el proceso de identificación para motivar, los entrenadores tienen que tener una relación positiva con sus deportistas, de manera que los deportistas se sientan obligados a satisfacer su petición. Los entrenadores que creen ciegamente en el castigo y en los refuerzos negativos alienan a los deportistas, que entonces pondrán menos empeño en hacer lo que el entrenador les pide. En cambio, obedecen al entrenador porque temen el castigo.
El tercer método de influencia directa es la interiorización, cuya finalidad es motivar apelando a las propias creencias y valores de los deportistas, sin administrar recompensas o castigos: “Has entrenado fuerte, confío en que lo harás lo mejor posible. Quiero que sepas que estoy orgulloso de ti, cualquiera que sea el resultado”.
Cualquiera de estos tres métodos directos de influencia que se pueda utilizar vendrá dado por:
- Lo que funciona con un deportista determinado.
- Su filosofía de entrenamiento.
Un entrenador que sea práctico no sólo descubrirá cuál de estas técnicas funciona mejor con ciertos deportistas, sino cuál de los métodos puede utilizar con mayor efectividad. Los estudios realizados señalan que los deportistas entre cinco y diez años no suelen tener la madurez necesaria para responder positivamente al proceso de interiorización. Inicialmente, la sumisión y la identificación resultan más efectivas; pero la interiorización será más eficaz y preferible desde el momento que algunos jugadores han estado tan condicionados por los procesos de sumisión, que la interiorización es menos efectiva.
Según los objetivos del entrenador, los métodos a seguir serán diferentes. Si lo que se pretende simplemente es conseguir la victoria, lo adecuado sería basarse en la sumisión e identificación. Si el objetivo, por su parte, es ayudar a los deportistas a desarrollarse psicológicamente, de forma que adquieran un concepto positivo de sí mismos, primero se utilizará la sumisión y la identificación, y después se pasará a la interiorización. La interiorización motiva intrínsecamente a los deportistas y les hace responsabilizarse de sí mismos.
Métodos indirectos: El método indirecto altera la situación o el ambiente físico y/o psicológico, para intensificar la motivación. Por ejemplo, algunos entrenadores cambiarán el lugar de entrenamiento sólo para aumentar la motivación. El entorno psicológico puede cambiarse añadiendo o eliminando la presencia de ciertas personas o haciendo cambiar su conducta. Probablemente, uno de los cambios posibles es el de la conducta del entrenador (mejor positiva que negativa). Otra forma muy útil de cambiar el ambiente psicológico consiste en dar a los deportistas más control sobre la situación.