La Mortalidad y la Condición Humana en la Era Digital
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La Conciencia de la Mortalidad
El ser humano es el único ser mortal consciente de su propia finitud. Las tumbas más antiguas, pertenecientes al hombre de Neandertal, datan de hace más de 40.000 años. Algunas presentan al difunto en posición fetal, sugiriendo la creencia en un renacimiento, mientras que otras lo muestran acostado sobre un lecho de rosas. En ciertas tumbas, la presencia de armas y alimentos junto al muerto insinúa la creencia en una vida después de la muerte. Estos hallazgos revelan la preocupación del hombre por la muerte, un problema que condiciona su existencia. El filósofo español Fernando Savater, en Las Preguntas de la Vida, señala que la conciencia de la muerte distingue al hombre de los demás animales. Solo los seres humanos son mortales, pues ser mortal es saberse mortal. La muerte es más que un fin biológico; no es algo que se encuentra solo en el futuro. Y porque nos sabemos mortales, nuestras vidas son esencialmente diferentes a las de los demás seres. Porque sabemos que vamos a morir, sabemos que estamos vivos. No solo vivimos, sino que también pensamos en cómo nos conviene vivir. La certeza de la muerte hace que la vida sea tan importante: "Todas las tareas y empeños de nuestra vida son formas de resistencia ante la muerte que sabemos ineluctable". Esto no significa que estemos obsesionados con la muerte. La conciencia de que nuestra vida es limitada es el motor de nuestros proyectos y una de las razones por las que la vida humana es amable, es decir, digna de ser amada.
Según Epicuro, filósofo griego de la antigüedad, el miedo a la muerte es infundado. La muerte no significa nada para nosotros porque mientras vivimos no existe, y cuando está presente, nosotros ya no existimos.
La Relación del Hombre con el Futuro
El ser humano se caracteriza por su conciencia del tiempo: pasado, presente y futuro. Para el filósofo Ernst Cassirer, lo más característico de la conciencia humana es la dimensión del futuro. "Vivimos más en nuestras ansiedades y esperanzas por el futuro que en nuestros recuerdos o en nuestras experiencias presentes", introduciendo en la vida un elemento de incertidumbre ajeno a las demás criaturas. "El hombre sería más prudente y feliz si pudiera prescindir de esa idea del futuro. La religión aconseja que no tema el día que ha de venir, y la sabiduría humana le advierte que goce el día a día sin cuidarse del futuro, pero el hombre jamás puede seguir este consejo. El futuro constituye una parte necesaria de su naturaleza".
Del Homo Sapiens al Homo Videns
Giovanni Sartori, en su libro Homo Videns, plantea que la influencia de la televisión está transformando la esencia del ser humano. El Homo Sapiens se diferencia de los demás primates por su capacidad simbólica y racional. El pensar y el conocer "se construyen en lenguaje y con el lenguaje". El lenguaje hace posible el pensamiento, y el pensar no precisa del ver. Un ciego no necesita ver las cosas que piensa, pues son abstractas. La televisión modifica la naturaleza de la comunicación, trasladándola al contexto de la imagen. La palabra es un símbolo que entendemos solo si conocemos el idioma al que pertenece. La imagen, en cambio, no precisa de comprensión. Se modifica así la relación entre ver y entender. Antes, los acontecimientos del mundo eran conocidos a través de su entendimiento. El Homo Sapiens debe su saber a su capacidad de abstracción; las palabras son siempre abstractas. Y la facultad del Homo Sapiens de moverse en la realidad, de resolver problemas, de investigar, se fundamenta en esa capacidad de abstracción. El saber del Homo Sapiens es conceptual. La televisión anula conceptos, atrofiando nuestra capacidad de entender. El saber científico es saber abstracto, fundado en conceptos. Solo con el acto de ver no se llega a formar ninguna ciencia.
La tesis de Sartori es que un hombre que pierde la capacidad de abstracción, que se desarrolla con la lectura, es incapaz de racionalizar. "Aunque no desespero, tampoco quiero ocultar que el regreso de la incapacidad de pensar al pensamiento es todo cuesta arriba. Y este regreso no tendrá lugar si no sabemos defender la cultura escrita. Al niño le fascina la imagen; prefiere renunciar a la reflexión". Sartori concluye que la cultura audiovisual es inculta, por lo tanto, no es cultura.
¿Cómo es que una cultura no es cultura? "Cultura" se usa con dos significados: por un lado, valores, creencias, conceptos y simbolizaciones en los que todo ser humano está inmerso. En este sentido, el hombre primitivo y el analfabeto poseen cultura. Por otro lado, la cultura es sinónimo de saber. Una persona culta es una persona que sabe, que lee, que posee información. Usando estas dos acepciones, Sartori afirma que la cultura que nos es dada a través de los medios audiovisuales no es culta, no brinda saber ni propicia el desarrollo de nuestra capacidad simbólica.