La Moneda Griega: Origen, Evolución y Uso

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Los griegos atribuyen el invento de la moneda al reino Lidio, posiblemente por la riqueza de este reino asiático. Las primeras monedas griegas en Jonia coinciden con las de Lidia, a principios del siglo VI a.C. Se podría admitir que su origen es lidio, con una gran propagación entre griegos asiáticos. El material de las primeras monedas fue el electrón, una aleación natural de oro y plata. Después de 575 a.C., se pasó al patrón plata, aunque pervivieron las de electrón. Las primeras monedas eran trozos de metal de peso fijo con una simple marca de punzón. La aparición de la moneda no fue por motivos comerciales, el comercio ya existía en oriente. La moneda antigua no era fiduciaria, su valor era el del metal noble pesado y valía su peso. Aunque bien es cierto que no podía valer exactamente igual, ya que comportaba unos gastos de emisión y distribución, que se cubrían con la garantía de un poder, rey o polis, garantía de que la plata era de ley y sería aceptada por toda la comunidad. Aunque las primeras tan solo llevaban un cuadrado inscrito, en pocos años aparecen elementos distintivos en las marcas que indican la ciudad jonia emisora: el león en Mileto, la cabeza de foca para Focea, la tortuga para Egina. La presencia de letras tardaría casi un siglo.

Las primeras monedas de electrón tenían el problema de que, al ser de aleación natural, podían variar de valor, lo que refuerza la idea de que su creación estuvo al margen del comercio, aunque después se adaptó a él. Una moneda de mucho valor es más bien para atesorar, pero en Grecia los cambios fueron rápidos y aparecieron los divisores del estater. Cuando a mediados del siglo VI a.C. aparece en Jonia la moneda de plata, dracma, lo hace acompañada de sus divisores, óbolos, aunque en su inicio su finalidad no fue comercial, esta se incorporó con rapidez. Más allá de Jonia, las primeras monedas ya de plata son las de Egina. Esta isla no tenía minas de plata, pero sí una gran red comercial próspera en Naucratis Egipto, sus templos demuestran su gran riqueza. La plata de Egina procede de la isla de Sifnos, comunidad pequeña pero próspera a finales del arcaísmo, capaz de pagar el magnífico templete conocido como el Tesoro de los Sifnios, en Delfos, 530 a.C., con buenos relieves en los cuales luchan los dioses contra los gigantes, todos como si fueran hoplitas. La mayoría de las Cicladas y la misma Creta, que no acuñó, usaban la moneda de Egina. Algunas tribus macedonias aún no estatalizadas, ya acuñaban moneda antes de acabar el siglo VI a.C. Aquí la finalidad no era en absoluto comercial, ya que acuñaron valores de dodecadracmas, 40.5gr. Los griegos utilizaron su sistema de pesos, la unidad básica fue el talento, se dividía en 60 minas y cada mina en 100 dracmas, de un talento salían 6000 dracmas. La moneda de referencia tenía el peso de un dracma, la moneda de dos dracmas se llamaba didracma, la de 4 tetradracma, la de 12 dodecadragma. El dracma se dividía en 6 óbolos y estos en hemiobolos. El talento pesaba 37.7kg según el patrón egineta, y resultaba un dracma de 6.2 gramos. Si se usaba el patrón eubeo, el talento pesaba 26.2kg, por tanto, el dracma pesaba 4.3 gramos. En Atenas, poco después de Solón, se optó por el patrón eubeo, esta decisión facilitó el desarrollo de la democracia, ya que para las clases populares unos gramos más habrían supuesto un esfuerzo suplementario. La moneda no transformó la economía de la Grecia arcaica, se usó para el pago de premios de concursos o para hacer frente a las obligaciones, como una dote matrimonial. La última acuñación de electrón fue a finales del siglo VI a.C. En 480 a.C., últimos momentos del arcaísmo, todas las ciudades de la Magna Grecia, Egeo, África y Propóntide habían adoptado el uso de la moneda. Esparta o Tesalia no lo hicieron debido al fuerte peso agrario en su actividad.

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