Mitología Clásica en el Arte: Escultura y Pintura
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Laocoonte y sus Hijos: Tragedia en la Guerra de Troya
Laocoonte y sus Hijos es una escultura realizada por Atenodoro, Hagesandro y Polidoro en el siglo II a. C. Actualmente se encuentra en los Museos Vaticanos (Roma). La obra original era de bronce, pero la copia que conocemos hoy es de mármol, hecha en un solo bloque. Esta escultura representa un episodio de la Guerra de Troya en el que Laocoonte, sacerdote de Apolo, muere estrangulado por serpientes marinas enviadas por el mismo dios para evitar que revelara el secreto del caballo de Troya.
La figura del sacerdote, con una anatomía atlética, se extiende en diagonal. Su cabeza, de voluminosos rizos, está inclinada. Los rasgos de su rostro están profundamente marcados, y el dramatismo del gesto acompaña al del cuerpo. Las serpientes enlazan a las tres víctimas y conducen la mirada desde el padre hasta los hijos, cuya factura es más amanerada, lo que sugiere la posible intervención de otro artista.
El Mito de Laocoonte
Tras construir el caballo de madera, los griegos lo dejaron abandonado en la playa. Al día siguiente, los troyanos se acercaron a él y comenzaron a discutir sobre qué hacer. Laocoonte, que se preparaba para realizar un sacrificio a Neptuno, arrojó una lanza contra el vientre del enorme animal en un intento de convencer a sus compatriotas para que lo destruyeran. En ese momento, llevaron ante Príamo a un griego llamado Sinón, quien afirmó que el caballo había sido construido por los griegos para dar gracias a Minerva. Además, aseguró que si los troyanos llevaban el caballo a la ciudad, conquistarían el favor de la diosa, lo que les haría invencibles.
De repente, dos serpientes monstruosas emergieron del mar y se dirigieron hacia los hijos de Laocoonte, enroscándose en sus cuerpos. El sacerdote corrió en ayuda de los muchachos, intentando matar a las horribles criaturas, pero también él quedó atrapado en sus terribles anillos y murió. Luego, las serpientes se deslizaron rápidamente hacia el templo de Minerva, donde desaparecieron. La muerte de Laocoonte se interpretó como un castigo divino y, por tanto, como prueba de la sinceridad de Sinón. Los troyanos llevaron el caballo a la ciudad, abriendo paso a su derrota.
La Fragua de Vulcano: Un Dios en su Taller
La Fragua de Vulcano es una pintura de Velázquez realizada entre los siglos XVI y XVII. Actualmente se encuentra en el Museo del Prado de Madrid. En el cuadro, vemos a Apolo envuelto en un manto rojo que deja al descubierto su torso. Como dios de la luz, se le representa iluminado con un aura y una corona de laurel sobre su cabeza. Al otro lado, vemos a Vulcano en su fragua, forjando metales, rodeado por los Cíclopes, sus ayudantes. Los atributos del dios son el yunque y el martillo.
En cuanto a la técnica, los personajes no están idealizados como en las pinturas italianas. Todos tienen un torso muy definido, propio del estilo de Velázquez, quien practicó la técnica del cuerpo durante su estancia en Roma. La caverna donde Vulcano forja las armas de los demás dioses es, en el cuadro, una herrería como las que Velázquez pudo haber visto en España o en Roma.
El Mito de Vulcano
Vulcano, hijo de Júpiter y Juno, es el dios del fuego y herrero de los dioses. En los relatos míticos, se le presenta como un dios cojo, defecto que se remonta a su nacimiento. Avergonzada de él, Juno arrojó del Olimpo a su hijo recién nacido. Vulcano cayó al océano y fue recogido por Tetis, quien lo crio durante nueve años. Según otra versión del mito, el defecto de Vulcano se debió a Júpiter. En un momento de ira, mientras discutía con Juno, Vulcano salió en defensa de su madre. Júpiter lo agarró por un pie y lo arrojó del Olimpo. El dios estuvo cayendo durante un día entero hasta que, al atardecer, cayó sobre la isla de Lemnos. Allí fue acogido y curado por los sintios, la población del lugar. Por ello, el culto de Vulcano se celebraba especialmente en esta isla y en las islas de origen volcánico.
Vulcano se casó con Venus, diosa de la belleza, quien le traicionó con Marte. Informado por Apolo de la infidelidad de su mujer, Vulcano preparó una red invisible que colocó sobre el tálamo (asunto que se observa en la obra de Velázquez). Apenas los dos amantes se acostaron, quedaron atrapados en la red. Luego, Vulcano llamó a todos los dioses para que fueran testigos de la traición.
Influencia del Mito en la Lengua y la Cultura
La palabra volcán se formó en el siglo XVI para designar las “montañas de fuego” descubiertas en América Central. De ella proviene el adjetivo volcánico. En la literatura, el episodio de la red invisible ha inspirado a muchos escritores, empezando por Homero, quien lo refiere en la Odisea. En el arte, Vulcano aparece con Venus en su fragua o mientras la diosa de la belleza le pide las armas para Eneas, como se representa en la obra de Le Nain.
El Rapto de Proserpina (Escultura): Detalle y Dramatismo
El Rapto de Proserpina es una escultura de Bernini del siglo XVII, que actualmente se encuentra en la Villa Borghese (Roma). Es una gran estatua de mármol que representa a Proserpina siendo raptada por Plutón. La posición, un contrapposto retorcido, permite una observación del rapto con Plutón tratando de mantener a Proserpina sujeta, y de la llegada al Hades. Es notable la representación de los detalles: Proserpina empuja la cabeza de Plutón estirando su piel, y los dedos de este aprietan cruelmente la carne de Proserpina tratando de inmovilizarla.
El Mito de Proserpina
Proserpina es la reina de los infiernos e hija de Júpiter (dios de los dioses y el Olimpo) y Ceres (diosa de la tierra). Plutón, hijo de Rea y Saturno, es hermano de Júpiter y señor de los muertos. Enamorado de la muchacha, la rapta mientras ella cogía flores con unas ninfas en el llano de Enna, en Sicilia, y la hace su esposa. Orgulloso con su presa, el dios lanzó a todo correr sus caballos negros, abrió la tierra con un golpe de su cetro y se hundió en el reino de las tinieblas. Este rapto se realizó con la complicidad de Júpiter y en ausencia de Ceres.
Al enterarse de la desgracia, Ceres partió precipitadamente en busca de su hija. Recorrió las montañas, exploró las cavernas y los bosques, atravesó los ríos, encendiendo al llegar la noche dos antorchas para poder continuar su camino en la oscuridad. Al llegar al lago de Siracusa, encontró el velo de Proserpina y comprendió que el raptor de su hija había pasado por aquel lugar. Después supo por boca de la ninfa Aretusa que el raptor era Plutón. Ceres, al saber dónde se encuentra su hija, se retira enojada, lo que provoca carestías y sequía en la tierra. Júpiter ordena a Plutón que restituya a Proserpina a su madre. Sin embargo, la joven ha comido un grano de granada, atributo representativo de Proserpina, y eso basta para unirla definitivamente al mundo del más allá. Así pues, Júpiter ordena que la hija de Ceres pase dos tercios del año en la tierra y un tercio con Plutón en el reino de los muertos. Este mito explica la creación de las cuatro estaciones del año.
Influencia del Mito en la Lengua y la Cultura
Se bautizó con el nombre de Plutón a un planeta del sistema solar, bastante alejado del Sol. De este procede, a su vez, el nombre de plutonio. En la literatura, el Infierno de Dante, en la Divina Comedia, presenta un Infierno cristiano claramente opuesto al Paraíso.
El Rapto de Proserpina (Pintura): Composición y Desesperación
El Rapto de Proserpina es una pintura de Rubens realizada entre los siglos XVI y XVII, que actualmente se encuentra en el Museo del Prado en Madrid. El cuadro representa el momento en el que Plutón rapta a Proserpina. En primer lugar, siguiendo un orden de izquierda a derecha, vemos a las diosas Diana, Juno y Minerva oponiéndose a la acción de Plutón e intentando hacerle desistir. Plutón, raptando a Proserpina, la cual levanta los brazos al cielo en señal de desesperación, está a punto de alcanzar su carro, ayudado en su intento por dos amorcillos. El carro está tirado por dos corceles negros, cuyas riendas sostiene uno de los amorcillos, mientras el otro se dispone a azuzarlos con el látigo. En el suelo, vemos el cestillo de flores que la joven diosa estaba cogiendo cuando se vio sorprendida. La composición en diagonal se refleja claramente en la figura de Proserpina y se ve reforzada por la posición de los cuerpos de las diosas.
El Mito de Proserpina (Repetición)
Proserpina es la reina de los infiernos e hija de Júpiter (dios de los dioses y el Olimpo) y Ceres (diosa de la tierra). Plutón, hijo de Rea y Saturno, es hermano de Júpiter y señor de los muertos. Enamorado de la muchacha, la rapta mientras ella cogía flores con unas ninfas en el llano de Enna, en Sicilia, y la hace su esposa. Orgulloso con su presa, el dios lanzó a todo correr sus caballos negros, abrió la tierra con un golpe de su cetro y se hundió en el reino de las tinieblas. Este rapto se realizó con la complicidad de Júpiter y en ausencia de Ceres. Al enterarse de la desgracia, Ceres partió precipitadamente en busca de su hija. Recorrió las montañas, exploró las cavernas y los bosques, atravesó los ríos, encendiendo al llegar la noche dos antorchas para poder continuar su camino en la oscuridad. Al llegar al lago de Siracusa, encontró el velo de Proserpina y comprendió que el raptor de su hija había pasado por aquel lugar. Después supo por boca de la ninfa Aretusa que el raptor era Plutón. Ceres, al saber dónde se encuentra su hija, se retira enojada, lo que provoca carestías y sequía en la tierra. Júpiter ordena a Plutón que restituya a Proserpina a su madre. Sin embargo, la joven ha comido un grano de granada, atributo representativo de Proserpina, y eso basta para unirla definitivamente al mundo del más allá. Así pues, Júpiter ordena que la hija de Ceres pase dos tercios del año en la tierra y un tercio con Plutón en el reino de los muertos. Este mito explica la creación de las cuatro estaciones del año.
Influencia del Mito en la Lengua y la Cultura (Repetición)
Se bautizó con el nombre de Plutón a un planeta del sistema solar, bastante alejado del Sol. De este procede, a su vez, el nombre de plutonio. En la literatura, el Infierno de Dante, en la Divina Comedia, presenta un Infierno cristiano claramente opuesto al Paraíso.
Baco: El Dios del Vino y la Fertilidad
Baco es una pintura de Caravaggio realizada entre los siglos XVI y XVII, que actualmente se encuentra en la Galería de los Uffizi (Florencia). En el cuadro, vemos representado al dios Baco reclinado a la manera clásica, con uvas y hojas de parra en el pelo. Parece estar en un estado de ligera embriaguez por sus mejillas y manos enrojecidas. Sobre una mesa de piedra frente a él, hay un bol de fruta y una jarra grande de cristal con vino tinto. Con su mano izquierda, ofrece una copa de vino llana y ancha, aparentemente invitando al espectador a unirse a él. El vino se ha servido hace poco, como indica la espumilla en la jarra, mientras que Baco sostiene la copa con poca seguridad, como muestran las vibraciones.
El Mito de Baco
Baco es el dios de la fertilidad y también es famoso como dios del vino. Hijo de Júpiter y Sémele, nació del muslo de su padre, quien lo había cosido allí después de haber matado involuntariamente a la madre. Nació en Naxos y Mercurio lo llevó a Arabia, a la mansión de las ninfas de Nisa. Confiado al cuidado de las ninfas, también fue educado por los sátiros y por el sabio Sileno, que le enseñó a plantar la viña. Las Musas le instruyeron en el canto y la danza. La difusión del culto de Baco en Grecia se correspondió con la difusión contemporánea del cultivo de la vid. En las fiestas en honor del dios participaban las bacantes, también llamadas ménades.
A pesar de su benevolencia, Baco castigó sin reparos a quienes se negaron a reconocerle como dios o se mostraron ingratos a sus beneficios, como las Mineidas, convertidas en murciélagos por negarse a rendir culto al dios, o Licurgo, rey de los edones, que se opuso a la propagación de la vid y por ello fue atado a un árbol y abandonado a las bestias feroces, o Penteo, rey de Tebas.
Influencia del Mito en la Lengua y la Cultura
Se utiliza la expresión dionisíaco para referirse a lo que es fruto de la inspiración desordenada, excesiva y no controlada por la razón. Más tarde, se aplicó a una mujer libertina. Un sátiro es un hombre lascivo. El término bacante sirvió originariamente para designar a las sacerdotisas de Dioniso. En la literatura, las penalidades y apoteosis de Dioniso fueron una poderosa fuente de inspiración para los autores griegos y latinos. La Ilíada (canto VI) evoca su lucha contra Licurgo. En el arte, Dioniso aparece representado en múltiples cerámicas griegas, especialmente las destinadas a beber, y también en esculturas de bulto redondo y en los relieves esculpidos en los templos (frontón este del Partenón, siglo V a. C.).
Apolo Persiguiendo a Dafne: Amor y Transformación
Apolo Persiguiendo a Dafne es una pintura de Cornelio de Vos del siglo XVI, que actualmente se encuentra en el Museo del Prado en Madrid. En el cuadro, se representa el momento en el que Apolo está a punto de dar alcance a Dafne y esta se está convirtiendo en laurel. Apolo es reconocible por la aureola que rodea su rostro, que le representa como el dios de la luz. Otro de sus atributos es el arco y las flechas, que aquí lleva en el carcaj colgado del torso. La figura de Dafne extiende los brazos para escapar del dios, y sus manos ya se están convirtiendo en ramas de laurel. Del pie que apoya en la tierra, está saliendo una raíz.
El Mito de Apolo y Dafne
Apolo es el dios del sol y de la belleza, de la música y de la poesía, de los oráculos. Es hijo de Zeus y de Leto, y tiene una hermana gemela, Artemisa. Dafne es una ninfa, una de tres hermanas (Cirene, Estible y ella), cuyos padres son Peneo, dios fluvial, y la ninfa Creúsa.
Después de la muerte de la serpiente Pitón, Apolo encuentra a Cupido ocupado en la construcción de su arco. Orgulloso por la empresa realizada, Apolo se burla del dios, sugiriéndole que abandone el tiro con arco, disciplina más propia de sí mismo, infalible cazador, que del muchacho alado. En respuesta, Cupido lanza contra Dafne, hija del dios fluvial Peneo, una de las flechas de plomo, que provocan el rechazo en quien es herido, mientras golpea a Apolo con una flecha de oro, que infunde el sentimiento amoroso en quien la recibe. Inmediatamente, el dios sintió una violenta pasión por la hermosa ninfa y ella, lejos de corresponder a sus ternuras, huyó rápidamente y se ocultó de sus miradas. Enamorado de la muchacha, el dios la sigue incesantemente, hasta que ella invoca la ayuda de su padre. De improviso, cuando Apolo estaba ya a punto de alcanzarla, la ninfa se convierte en laurel, gracias a su padre. Apolo sólo pudo estrechar entre sus brazos un tronco inanimado. Desesperado, Apolo decide que, puesto que la muchacha no podrá nunca ser su esposa, el laurel le sea consagrado.
Influencia del Mito en la Lengua y la Cultura
El laurel se ha convertido en un símbolo de victoria. La expresión dormirse en los laureles significa dejar de esforzarse después de haber triunfado. El nombre de Apolo se usó como un adjetivo, contrario al de dionisíaco, forjado por el filósofo alemán Nietzsche. En la literatura, el mito inspiró poemas como A Dafne ya los brazos le crecían, de Garcilaso de la Vega, o A Apolo persiguiendo a Dafne, de Quevedo. En la música, se compuso la zarzuela El laurel de Apolo.